Deborah Gurrea echa la vista atrás y observa un largo túnel para regresar a aquel verano del año pasado cuando, estando en la huerta familiar en la semana 31 del embarazo de Marcos, el que iba a ser su segundo hijo, se sintió un bulto sospechoso en el pecho al ponerse el bikini. Creía al principio que podía tener que ver con algún cambio en su cuerpo propio del avanzado estado de gestación en el que se encontraba, pero acudió a los días al ginecólogo para salir de dudas y porque sentía que algo no iba bien. El especialista le realizó una ecografía y le dijo que era necesaria una mamografía para saber cuál era realmente el diagnóstico.
Deborah, riojana de Arnedo de 34 años, acudió a Pamplona a la Clínica Universidad de Navarra donde se le efectuaron estudios y le localizó un cáncer de mama, un subtipo biológico bastante agresivo, triple negativo y con una proliferación alta. La doctora Marta Santisteban, especialista en Oncología Médica, recuerda que realizaron una valoración con el equipo de Cirugía Mamaria la mejor opción terapéutica en ese momento "y nos pareció adecuado comenzar con Quimioterapia. Era la semana 32 del embarazo".
Con dicho diagnóstico, Deborah reconoce que se le "vino el mundo encima pero me dije, tienes dos opciones: o venirte abajo o luchar. Desde ese momento me explicaron todos los riesgos y me aclararon las dudas. Sabía que me iban a dar quimio, que me iban a operar y que luego quedaba un proceso radioterapia. Durante el proceso me dio alguna contracción y me explicaron los riesgos si me inducían el parto", recuerda Deborah.
La doctora Miriam Turiel, especialista de la CUN en Ginecología y Obstetricia, precisa en un vídeo y una información difundida por la propia clínica que tras el análisis de la literatura especializada y los diversos estudios existentes para una situación como la que vivía esta paciente, "en el balance riesgo.beneficio consideramos que la quimioterapia era la mejor opción y la más seguro y que merecía la pena darla. Pero a partir de la semana 34-35 es mejor finalizar el tratamiento y exponer a los niños a ese riesgo de prematuridad tardía que a los eventuales riesgos de que le pase algo dentro con la quimioterapia. Inducimos el parto en la semana 36", explica la especialista. El niño (Marcos) nació sano y no necesitó incubadora. "Fue un día muy bonito entre tanta mala noticia. Fue un milagro verle aquí y que estuviera bien. Me dio la fuerza necesaria para seguir de nuevo con la quimioterapia y salir de esa", cuenta ahora Deborah.
Una vez que había dado a luz, a la paciente le quedaba todavía meses de proceso. La doctora Santisteban detalla que en procesos de este tipo "el tratamiento estándar continúa pero de una manera especial porque hay que hacer más estudios, más concretos, no se pueden poner todos los fármacos...".
Deborah terminó el tratamiento en mayo. "Han sido unos meses muy duros, con dos niños y con todo lo que he pasado. Estaba flojita de defensas pero empiezo a ver la luz al final del túnel. Espero poner ya el punto final de esta historia". Ha completado la radioterapia, se encuentra bien y Deborah se someterá ahora a un programa de revisiones. La familia sonríe.