El chemsex, quedar con otras personas para el uso recreativo de drogas en encuentros sexuales que pueden prolongarse durante horas, es un fenómeno en auge que, aunque se practica desde hace décadas, se ha ido extendiendo cada vez más en los últimos años.

Lo alertan desde las asociaciones que señalan que si bien es un fenómeno que en general no conlleva un uso problemático, puede tener un impacto negativo en la salud de las personas que lo practican a nivel sexual, mental, social y relacional. En el caso de Navarra, expertos y profesionales han reclamado este lunes más recursos para dar respuesta a estas personas –la inmensa mayoría, hombres homosexuales– y han subrayado la necesidad de abordar este fenómeno desde el ámbito comunitario.

Así lo han puesto de manifiesto Carlos Ibero, especialista en Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario de Navarra (HUN); Izaskun Pombo, coordinadora de los CASSyR (Centro de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva); Eva Castillo, enfermera del Hospital de Día Zuria para personas con trastornos adictivos; y Aitziber Etxeberria, coordinadora del programa de VIH en Navarra, en una jornada organizada por la asociación Sare para abordar la realidad del chemsex en la Comunidad Foral. “Urge trabajar a todos los niveles para dar una respuesta a estas personas porque en los últimos años se ha sensibilizado mucho, pero desde el punto de vista asistencial se ha hecho poco”, ha sostenido Ibero, que ha instado a crear un grupo de trabajo en este sentido.

Y es que los usuarios de chemsex están siendo atendidos, bien en relación a la prevención o al tratamiento de ETS, o bien para el tratamiento de la adicción, pero a nivel comunitario “no hay un recurso”. “Estos pacientes no se sienten ni seguros ni cómodos cuando vienen al Hospital de Día, no se llegan a abrir”, ha apuntado Castillo, que ha secundado la necesidad de crear un grupo de trabajo en este ámbito en Navarra, algo en lo que también incidieron Pombo y Etxeberria. “La idea es generar un espacio donde aproximarnos y conocer este fenómeno y diseñar entre todas las agentes sociales, sanitarias y usuarios de chemsex posibles mecanismos de colaboración y coordinación”, señalaron desde Sare.

Reducir la práctica

En las jornadas de este lunes también han participado Luis Villegas yGerard Funés, miembros del servicio Chemsex Support de la asociación Stop Sida, que relataron su experiencia en el abordaje de estas prácticas y que son referentes en este ámbito. “En 2013 creamos un grupo focal de usuarios de chemsex porque veíamos que había problemas para encontrar recursos en los servicios de adicciones, ya que se abordaba el tema de los consumos pero no del sexo. También querían dejar de sentirse juzgados por los psicólogos y los psiquiatras, así que en 2015 creamos el servicio, que ofrece una atención integral centrada en la persona para la comunidad LGTBIQ+ para abordar los consumos de droga asociados al sexo”, ha relatado Villegas, a lo que su compañero Funés ha añadido que, aunque también ofrecen información y asesoramiento de buenas prácticas, “la mayoría de usuarios que se acercan al servicio lo hacen para reducir o dejar de practicar chemsex”.

Riesgo de trastornos mentales

Desde Sare destacan que no todas las personas que practican chemsex presentan o perciben consecuencias negativas derivadas del mismo, es decir, "estas prácticas no tienen por qué resultar necesariamente problemáticas, ni son patológicas per se". "Sin embargo, el mantenimiento o aumento de la intensidad de las mismas, o la presencia de patología mental previa, puede aumentar los riesgos de que aparezcan problemas de salud asociados, o constituir la base para el desarrollo de diferentes trastornos mentales como por ejemplo trastornos por consumo de sustancias, adicciones sin sustancia o trastornos mentales inducidos", apuntan.

El abordaje de este fenómeno, prosigue la asociación, pasa "por la formación de los y las profesionales y agentes clave que puedan estar en el itinerario vital del usuario chemsex", desde la promoción de la salud, el autocuidado, el fortalecimiento de herramientas protectoras de la salud, la prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento terapéutico cuando sea necesario. "Y por supuesto generar un entorno social no estigmatizante y respetuoso", apuntan.