“Yo no he entrado en su historial”, respondió durante cinco veces a lo largo del juicio la médica especialista ya jubilada y que trabajaba en el Hospital Universitario de Navarra que está acusada de meterse en octubre de 2018 y en una ocasión en el historial médico de un compañero de trabajo, que además había sido su superior durante años. Se enfrenta a cuatro años de prisión en la Sección Primera de la Audiencia por un delito de descubrimiento de secretos. La víctima de los hechos, que fue jefe de un área del HUN por un largo tiempo y que manifestó que había tenido una “muy buena relación” profesional con la acusada, reclamó en 2021 a Osasunbidea los accesos indebidos a su historial. Para entonces, ya trabajaba en otro centro hospitalario. En 2017 había entrado en edad de jubilación, el HUN le prorrogó un año el contrato pero “liberado de responsabilidad y centrado en la docencia”. Él quería seguir más años, dijo en el juicio, pero justificaron su marcha en que desde el área a la que estaba adscrito “dijeron que no aportaba nada y obstaculizaba el desarrollo profesional”.
Años después, en 2021, cuando estaba en otro hospital, el facultativo denunció que a sus nuevos compañeros de trabajo les habían llegado comentarios que estaba lanzando algún antiguo subordinado del HUN. En esas críticas se cuestionaba su capacidad. Fue entonces, a raíz de esos comentarios, cuando sospechó que habían accedido a su historial y solicitó los accesos al mismo. Ahí descubrió que fueron tres antiguos compañeros los que lo hicieron. Al primero se le juzgó y le absolvió la Audiencia en un juicio celebrado este mismo año debido a la falta de certeza absoluta de que fuera quien usó el ordenador para acceder a sus datos. Otra de ellas fue la acusada, que en la vista oral del miércoles, quedó de manifiesto que accedió a sus datos con su usuario y contraseña desde un ordenador de uso común. Ella era entonces la jefa del servicio. Accedió a 17 historiales de pacientes durante esa mañana. A las 14.00:23 salió del historial del último paciente y 13 segundos después alguien, con sus mismas claves entró en los datos del que había sido jefe hasta ese año del servicio. Según la Fiscalía y la acusación particular no puede ser otra persona que la acusada. Estuvo 12 segundos en el visor de Atención Especializada y luego hasta 20 minutos y 19 segundos en la web de Atención Primaria.
El bloqueo del ordenador se produce a los 15 minutos en caso de que no haya ninguna actividad con la computadora. La aplicación del historial médico se bloquea a los 10 minutos. Por tanto, la aplicación estaba activa si estuvo 20 minutos conectada al historial. La acusada defendió que “la historia se quedó abierta y otra persona lo usó en mi contra. Sabía que esos accesos son ilícitos, lo sabemos todos, pero no tiene ninguna lógica que lo haga desde una sala común y que entre al historial de un jefe mío que se va a jubilar. Eso no se le ocurre a nadie. Por esa sala pasan muchos profesionales, hay interrupciones, en la vorágine diaria no es raro que quede la historia clínica abierta”.
La víctima de los accesos afirmó que al conocer estos “me sentí muy mal. Me resultó una deslealdad que entren en mi intimidad. Se trata de un comportamiento avieso y deleznable”. Activó primero una reclamación ante Osasunbidea y el expediente se archivó, “porque se podía tratar de una falta grave pero había prescrito”. Luego denunció. El que fuera jefe del servicio perdió el contacto con el resto de plantilla al jubilarse.
En la vista oral también declararon el resto de especialistas que trabajan en el mismo área del hospital, entre ellos el médico ya absuelto. Vinieron a justificar que el trajín diario provoca que a veces las historias se queden abiertas con las contraseñas de otro. También vienen a relacionar estos hechos con otros que sucedieron posteriormente con uno de los médicos que trabajaba en el área y al que atribuyen buena sintonía con el jefe que fue víctima de los accesos indebidos. La defensa lanza sospechas sobre el comportamiento de ese tercer galeno, que estaba trabajando el día de autos. Con este médico hubo un conflicto laboral grave a posteriori, en pandemia, que requirió de mediación y no se solventó hasta el punto de que se interpuso otra denuncia penal. La defensa de la acusada, y el relato que configura con el resto de testigos, considera que la relación de la víctima con este médico al que califican de conflictivo fue la espoleta que hizo que pidiera los accesos a su historial.