Sentada en su pupitre, en el aula de 4º de ESO de un instituto pamplonés y apenas recién comenzado el curso en septiembre, Maite comprobó que sus dedos se movían como a espasmos, que el bolígrafo se balanceaba y que tenía que usar la otra mano para detener el tambaleo. En esas fechas formuló una declaración ampliatoria en el Juzgado especializado en Violencia sobre la Mujer por el maltrato físico y psicológico y la violencia sexual que sufrió por parte de su exnovio. Esta superviviente, que obviamente no se llama Maite para proteger sus datos y, a fin de cuentas, su vida, y que apenas cuenta 15 años, tiene ahora diagnosticada una epilepsia, activada después de los episodios de estrés con los que tiene que convivir a raíz de ese calvario. Se desplomó en la calle tras aquella declaración judicial en una crisis epiléptica y “esto es algo que nunca le había sucedido. Comenzó así a raíz de que denunciamos y ha soltado todo lo que tenía dentro”, precisa su madre. El temblor del boli tiene diagnóstico. Y ahora medicación.

La relación de Maite con su exnovio no se prolongó ni tres meses, pero las consecuencias de aquel calvario van para largo. Él, un joven ecuatoriano de 26 años y que fingía ante Maite ser un chico de 19 que trabajaba en el hospital, no le confesó su edad en ningún momento. Solo supo la edad real cuando la Policía lo arrestó y se vio inmersa, sin vuelta, en una denuncia que formuló primero su madre por el miedo que ella le tenía. El agresor se encuentra en paradero desconocido desde entonces con una orden de alejamiento sobre ella y con una petición de 6 años de prisión en su contra. Maite, su madre y Juana Azcárate, su psicóloga en el gabinete Psimae, cuentan esta historia de supervivencia.

“En la primera cita me violó y luego por la noche me pidió ser novios. Tenía miedo y me tocó aceptar”

Maite

-Maite: Llegué a España hace tres años y no tenía muchas amigas. Me había costado adaptarme e integrarme y me refugié en las redes sociales, porque quería conservar las amistades de donde venía. Así que conocí por Instagram a un chico, que decía que tenía 19 años, que tenía un trabajo, que le gustaba. Quedamos por primera vez a finales de abril del año pasado. Y pasó el primer suceso.

¿Qué suceso?

-Maite: Que me violó en la primera cita. Empezó a hacerlo, le dije que no, que no quería, me daba un poco de miedo porque era mayor, lloré y él siguió, hasta que de repente paró. Ya no le quise ni hablar. Luego, por la noche, me pidió por teléfono que fuera su novia. No supe decirle que no. Creo que tenía miedo o no lo sé. Pero me tocó aceptar. Y entonces empecé con él y desde un inicio era muy controlador. Quería estar conmigo todo el tiempo encima. Desde las 3 de la tarde hasta las 9 de la noche. Me resultaba muy incómodo que estuviera todo el tiempo conmigo. Me acompañaba incluso al baño. Era algo que no veía bonito.

-Juana (Psicóloga): Esta relación empieza como una amistad. Pasa esa agresión el primer día y, a la noche, le pide ser su novia con lo que está justificando lo que ha pasado a la tarde. Porque si somos novios ya podemos tener relaciones y te convence con ese argumento. En los inicios de la relación yo creo que Maite veía que él le daba cariño, que la apoyaba. Tenía un enganche emocional, ilusión y se sentía protegida.

-Maite: Sí, lo veía como un superhéroe. Había cosas que me gustaban, a veces salíamos a dar una vuelta, iba a comprarme algo, me regalaba cosas pequeñas para que mi madre no se diera cuenta...Pero ahora veo que había más cosas malas que buenas.

-Juana (Psicóloga): El noviazgo del adulto con una chica tan joven les hace creer que todo está permitido porque somos novios. Es su forma de controlarlas y es como si ellas tuvieran que permitir esas cosas porque ellos son los novios. Ella lo vivía así.

-Maite: Era demasiado pesado, quería estar todo el tiempo pegado y que nos viéramos, que hiciera lo posible por no estar con mi mamá y con mi amiga y poder salir. Me quitaba el móvil y luego se quejaba de que no podía hablar con él, no tenía sentido. Él me quitaba el móvil porque pensaba que hablaba con otros hombres. Y lo justificaba así, que él lo iba a averiguar. Pero yo le decía que no iba a encontrar nada y, a pesar de eso, él seguía y seguía buscando. Se lo llevaba con esa idea de que hablaba con alguien más. De hecho es que entre abril y julio no me dejó salir nunca con ninguna amiga, solo lo hice una vez y porque vino él también.

- Juana (Psicóloga): Hemos trabajado mucho en terapia ese tema de ceder el móvil, de que como no tengo nada que ocultar, míralo. Maite sabe ahora que eso no se puede hacer. Me da igual que no tenga nada que ocultar, mi móvil es mío y se lo doy a quien quiero y cuando quiera. Es como lo más íntimo, y si perdemos el móvil que forma parte de mi intimidad, es como si perdemos los límites de lo que me importa y de lo que no.

“Mi hija más pequeña fue la que me dijo: ‘Mamá, Maite no quiere ir a ver a una amiga, sino a un novio...”

Madre de la víctima

La madre de Maite tercia en la conversación. Vivió a oscuras ese tiempo. No tuvo ni idea de la relación de su hija con ese hombre. Y tampoco llegó a conocer que ella andaba la mitad de los días incomunicada, sin móvil, aislada y sin poder estar con amigas .

-Madre: Una vez supe todo llegué a enterarme de que en Sanfermines, cuando en una ocasión salimos a dar una vuelta, él nos había estado siguiendo por detrás. Sin quitarnos la mirada de encima.

-Maite: Lo más común que me pasaba era que tenía que pasarle la ubicación de dónde estaba o que le mandara fotos. También le decía a una amiga que no podía verla porque estaba castigada. Todas mis redes las tenía en su ordenador. Lo tenía todo controlado. Me revisaba hasta el tiempo de uso de las aplicaciones, me bloqueaba contactos de Facebook, y cuando me quejé y le dije que no era normal, me juraba que él no había hecho nada y que sería algún tema de actualización del sistema. Llegó al punto en el que un día me dijo que le había mentido, porque le dije que me había dormido a las 9 y él había estado comprobando que estuve cinco minutos usando Tik Tok y que lo apagué a las 9.05.

El superhéroe pasó a agresor. Le dio empujones en casa, en la calle y en el coche. Le forzó a tener relaciones. Conviene recordar que tras la reforma legal de 2015 la edad de consentimiento sexual en España es de 16 años. Maite no podía por tanto prestar un consentimiento válido.

El 18 de julio de 2023, cuando la familia estaba pasando el fin de semana fuera de casa, ocurre lo inesperado. Al fin y al cabo el día clave para que Maite consiguiera por fin liberarse de un maltratador que no se sabe hasta dónde hubiera llegado.

“Ha sido muy duro. Ella se quedó en 38 kg, lo pasó fatal, empeoró notas, me culpaba por denunciar”

Madre de la víctima

-Madre: Esa tarde teníamos que regresar del pueblo a Pamplona y Maite quería volver pronto porque decía que había quedado con una amiga. Su hermana pequeña no quería irse y entonces me dice: Mamá, no quiere ir a ver a una amiga, está hablando con su novio, que a veces la golpea, que a veces tienen relaciones en el cuarto cuando no estás.... Entonces despisté un poco a Maite y le cogí el móvil. Ahí acabó todo. Empiezo a ver que el otro le está pidiendo que vuelva pronto esa tarde, que le riñe en caso de que no acuda, que le decía que le mentía... No me lo podía creer. Quería hacer capturas de todo. No le dejaba descargar el WhatsApp para que no hablara con nadie. Y ahí es cuando ya se sienta conmigo en la cama y me confiesa y se pone a llorar. Mientras, su novio sigue escribiendo pero creo que se da cuenta de que ha pasado algo raro y borra todo el contenido de las aplicaciones. No puedo hacer más que alguna captura. Y Maite sigue llorando. Le dije que lo íbamos a denunciar. Lo tenía claro pero ha sido un camino muy duro porque hemos discutido mucho. La primera denuncia la hice yo con todo lo que me contó. Tenía una gran dependencia de él.

“Era una dependencia en la que no influía lo que ella le quisiera, lo que influía es el miedo que le tenía”

Juana - Psicóloga

-Juana (psicóloga): Esto pasa por el miedo y porque él ha sabido elegir una víctima vulnerable. Sabe, por la poca conversación que han mantenido, que Maite lleva poco tiempo aquí, que no tiene muchas amigas, que estaba desadaptada. Así, a poco que te diera algo, ese algo era todo un mundo. Ella necesitaba cariño, alguien en quien confiar, y cuando pasa todo esto necesitaba que alguien le entendiera. Por eso, en terapia, ese es el juego que hemos tenido que ir desmontando todo este tiempo.. Ya nos hemos preparado por si vuelve a aparecer o se cruza otra vez. Confío mucho en Maite, ha trabajado mucho para superarlo.

“Con el tiempo me he dado cuenta que el problema era él, que con 26 años buscaba a niñas de 14 con problemas”

Maite

Pero durante todo este tiempo el arnés que mantenía a Maite atada a su agresor no había sido fácil de desenganchar.

- Maite: Me ha costado mucho tiempo ver que él era un mentiroso y que esto era una ficción. Yo pensaba que era un superhéroe. Ahora he visto que yo no era el problema, sino que lo era él y que ande con 26 años buscando a niñas de 14 que tienen problemas.

-Madre: En todo este proceso desde la denuncia hemos pasado por todo tipo de etapas. Ella y yo dejamos de hablar, me veía como una enemiga, como una rival. Y me enfadaba mucho que ella siguiera teniendo contacto con él a través de las redes.

En noviembre de 2023 se acabaron las comunicaciones. Él dejó de escribir cuando ella le reprochó que estaba viviendo todo este proceso sola. Hasta entonces él alegaba que no podría regresar, que le iba a meter preso. Y ya llegó el día en el que desapareció del mapa. Aunque, como bien sabe la Policía, de una manera u otra sigue atento al manejo de sus redes sociales, viendo su vida, sus fotos, a pesar de que ella ha cambiado todo lo posible en las claves y dispositivos.

- Madre: Volver al juzgado era abrir de nuevo una caja de problemas entre nosotras, porque me enojaba que ella le restara importancia a las cosas, que negara la realidad, los golpes, las agresiones... Tengo todavía el susto de que se pueda perder. Es muy joven y no se cómo va a reaccionar. Nuestra relación va mejor, pero con el móvil no voy a ceder. Ahora soy yo quien lo controla y he empezado a dejárselo un poco los fines de semana. Me molesta de algún modo que sea así, es como echarle la culpa a ella, porque confío en que no va a volver a pasar, pero yo necesito seguridad.

- Maite: Creo que ahora llevo bien la situación con mi madre, siento que no tenemos secretos, que todo es mejor. Y tengo claro que si esto le pasara a una amiga o a una chica que conozco le ayudaría en todo lo posible. Y lo primero sería decirle que le contara a su madre, porque si no se lo iba a contar yo.