Santos Induráin: “En Navarra no se llegó al colapso durante la pandemia por la solidez y potencia de nuestro sistema sanitario”
Accedió al cargo de consejera de Salud en agosto de 2019 y unos meses después le tocó ser el rostro visible de la gestión de la pandemia de coronavirus en Navarra
Nada más entrar a la sala de los retratos del Palacio de Navarra –una estancia custodiada por los rostros en lienzo de los expresidentes de la Comunidad Foral– aSantos Induráin Orduna (Uztárroz, 1959) le vuelven a la mente los duros y difíciles momentos que vivió durante la pandemia en aquella habitación. “Aquí nos reuníamos con la presidenta y los vicepresidentes para evaluar la situación y tomar decisiones, algunas de ellas muy duras”, explica a periodista y fotógrafo antes de iniciar una entrevista con motivo del quinto aniversario del inicio de la crisis sanitaria del coronavirus.
Relacionadas
Entre esas cuatro paredes se acordaron medidas como el cierre perimetral de Navarra o la clausura de la hostelería, unas restricciones durísimas, “muy difíciles de tomar”, que la exconsejera de Salud recuerda como uno de los momentos más crudos de la pandemia. Pero “había que tomarlas”, matiza, para salvar vidas y evitar el colapso, que nunca llegó a producirse gracias a la solidez del sistema sanitario navarro y al esfuerzo titánico que hicieron miles de sanitarios durante más de dos años de crisis.
Nunca imaginó que fuese a ser la cara visible de la gestión de una pandemia que paralizó el mundo entero, pero sostiene que tampoco pensó en echarse a un lado en ningún momento y siente “orgullo “de haber estado al frente de un equipo y de un sistema sanitario que dio lo mejor de sí para superar la peor crisis a la que se ha tenido que enfrentar. Ahora, cinco años después y ya jubilada, aprovecha el tiempo para cosas que tuvo que aparcar durante varios años: “deporte, idiomas, arte, cine... aunque siempre seré médica de Familia”, confiesa Induráin, que mira al futuro bajo el prisma de las lecciones aprendidas que nos ha dejado la pandemia, como la necesidad de no dejar nunca de fortalecer el sistema sanitario público.
Vayamos al principio, a los días previos al primer caso. La situación en China ya era muy grave y en Italia se empiezan a disparar los casos, pero los mensajes que se trasladan aquí son de tranquilidad. ¿No hubo manera de prever lo que venía?
–Desconocíamos muchas cosas de este virus y había incertidumbre, pero la verdad es que no nos esperábamos una pandemia y no estábamos preparados para ella. Ya había habido otras crisis sanitarias anteriormente con el ébola, la gripe A, la gripe aviar... que pensábamos que iban a ser pandemias con más repercusión y al final no fue así. Sí que entonces se desarrolló algún protocolo, se dio formación, etc. pero como luego no llegaron a ocurrir no se llegaron a tomar medidas por si venía una pandemia más seria.
El 29 de febrero de 2020 se notifica el primer caso. ¿Cómo recuerda aquel día?
–Ya estábamos al tanto de que podía haber un caso en cualquier momento. Personalmente tuve una situación familiar, con un accidente deportivo, en la que parte de mi familia fue al centro hospitalario y yo tuve que ir al Complejo Hospitalario de Navarra (ahora HUN) para dar la rueda de prensa informando que había una paciente covid y que había ingresado en la UCI. Previamente ya se lo había comunicado por teléfono a la presidenta delGobierno y la verdad que fue un día muy intenso, de hablar mucho, sobre todo con responsables del hospital y de la UCI, porque en aquel momento mi mayor preocupación era el estado de aquella mujer, que era realmente grave.
¿En qué momento se dieron cuenta de la verdadera magnitud del virus?
–Yo creo que hay un momento que es cuando el virus salta a Italia. Desde el principio contábamos con la información que manejaba la OMS o la ponencia de alertas del Ministerio y en un primer momento se pensaba que el virus no saldría de China. Entonces, cuando da el salto al norte de Italia ya se vio que la magnitud iba a ser distinta e hizo saltar todas las alarmas. De hecho, el primer caso en Navarra fue de una mujer que venía de Bélgica, que no era un país de riesgo en ese momento, lo que ya indicaba que había transmisión comunitaria.
Después se decreta el Estado de Alarma y llega el confinamiento domiciliario, con unas primeras semanas sin pruebas suficientes, sin EPIs (Equipo de Protección Individual) y con muchísima angustia e incertidumbre. ¿Cómo fueron para usted?
–Fueron de una intensidad frenética. El estado de alarma y el confinamiento fueron necesarios porque desconocíamos mucho de este virus y necesitábamos herramientas para actuar en común y evitar que el sistema sanitario se viera desbordado. Pero, en efecto, faltaron pruebas de detección porque China, que era el principal proveedor, cortó la venta a todas partes hasta que no tuvo cubiertas todas sus necesidades. Aquí habíamos hecho compras conjuntas con Euskadi de EPIs, pero aún así hubo momentos muy difíciles con escasez de equipos en varios puntos del sistema sanitario. La verdad que fue una guerra de países sin cuartel por la compra de material. Como anécdota de aquello, nosotros hicimos compras de millones de mascarillas, pero, claro, era importante certificar que eran correctas y que cumplían con unos mínimos de calidad, y ocurrió que en ese intering de comprobación de la calidad, venía otro país y se llevaba las mascarillas que ya teníamos comprometidas. Esas situaciones se dieron.
En ese momento también fue muy dura la situación en las residencias, la mortalidad fue altísima...
–En las residencias sociosanitarias se encontraba una población muy vulnerable y cuando entraba el virus la letalidad era muy alta. Las residencias más afectadas fueron las que estaban en las zonas básicas que en un inicio tuvieron una mayor incidencia, porque hubo muchas personas que fueron a despedirse de sus familiares y eso fue una forma de que el virus entrara. Al principio se priorizó la coordinación sociosanitaria ejecutiva, junto al departamento de Derechos Sociales, de todas las residencias públicas y privadas.
El confinamiento también impidió las despedidas de seres queridos y limitó algo tan básico como el duelo. ¿Sería algo a repensar en una futura crisis?
–Eso es algo a revisar, totalmente, aunque en el momento en el que se tomaron estas medidas el objetivo era salvar vidas, era la seguridad. Pero es verdad que las medidas que se tomaron para garantizar esta seguridad y que resultaron efectivas chocaban con cuestiones de humanización, en este caso, en el final de la vida. Si hay otra crisis así, con todo lo aprendido, la situación para nada creo que sería la misma.
Y el confinamiento domiciliario, viéndolo con perspectiva, ¿cree que fue necesario?
–En aquel momento sí lo vimos necesario. Hay que valorar las decisiones en el contexto en el que las tomábamos, con un crecimiento exponencial de casos que nos llevaba a tener que frenar los contagios. Y lograr un confinamiento tan rápido es lo que freno la curva y logró que cuando llegase el pico no se desbordasen las UCI.
En los peores momentos de abril de 2020 llegó a haber más de 700 pacientes ingresados en los hospitales y 166 en la UCI, pero no se llegó al colapso. ¿Qué fue lo que lo evitó?
–Siempre comento que el sistema se tensionó mucho con esa magnitud de cifras de la que estamos hablando. Pero no colapso por dos razones: por la solidez y potencia de nuestro sistema sanitario –tengamos en cuenta que la Atención Primaria atendió al 95% de los pacientes infectados– y porque tanto a nivel de UCI como de hospitales se hizo una integración de todo el sistema sanitario navarro, público y privado. Esto permitió dar una respuesta global bajo una unidad de mando, porque las decisiones tenían que ser rápidas y se debían tomar en función de la situación de cada momento. Todas ellas fueron medidas de gestión muy eficaces que evitaron que llegáramos a una situación de colapso.
¿Qué hubiese significado ese colapso?
–Teníamos previsto un plan para un eventual colapso y, en caso de haber llegado a una situación de desborde, había planificado un hospital de campaña. Por suerte no llegamos a esa situación y en Navarra a la UCI fueron los pacientes que lo necesitaron: de planta, de residencias, de domicilios, etc. La verdad es que la organización de los hospitales fue admirable, dieron la vuelta en cuestión de días a sus circuitos de atención y es de admirar el trabajo de adaptación y flexibilidad que demostró el sistema sanitario y sus profesionales.
A usted le tocó ser el rostro visible de la gestión de la pandemia. Durante la primera ola daba una rueda de prensa diaria, ¿llevó bien esa responsabilidad?
–La verdad que me hace gracia cuando alguna vez me comentan: “vas a ser siempre la consejera de la pandemia”. Había que tomar decisiones y era más importante tomarlas que el riesgo de equivocarse y es cierto que era algo que hacíamos de forma participada en el seno del Gobierno y teniendo en cuenta a los expertos, pero reconozco que también sentí un cierto vértigo. En toda la pandemia fui a más de 200 ruedas de prensa y recuerdo que al principio pasaba todos los días por las mismas calles, calles desiertas, y me fijaba en los escaparates, siempre con los mismos maniquíes en la misma postura y con la misma ropa, y en la sala de prensa la verdad es que os eché mucho en falta a los periodistas. Parecía todo de ciencia ficción.
¿Y cómo era la toma de decisiones?
–A nivel de Salud nos reuníamos todos los días a las 8.00 de la mañana en Conde Oliveto para ver la evolución de la situación y que medidas teníamos que tomar. Luego también se creó otro espacio de reuniones, que tenía lugar aquí (en la sala de los retratos del Palacio de Navarra, donde se desarrolla esta entrevista) todos los viernes y en ella estaba la presidenta delGobierno, María Chivite, los dos vicepresidentes, el director general de Presidencia, el director general de Salud, el gerente de Osasunbidea y yo. Nosotros llevábamos un análisis de la situación con un informe de Salud Pública muy argumentado de cómo iba la pandemia y tras ponerlo en común se tomaban decisiones, algunas muy duras de llevar a cabo y de comunicar como el cierre perimetral o el cierre de la hostelería.
¿Fue ese el momento más duro?
–Cuando piensas en momentos malos a veces salen muchos, pero sin duda el cierre perimetral de Navarra y el de la hostelería en octubre de 2020 fue de los peores. Eran medidas muy duras porque limitaban la movilidad del territorio salvo por causas de fuerza mayor y era la única comunidad que había tomado esta decisión en todo el Estado. Recuerdo que la presidenta me preguntó: “¿de verdad es necesario?”. Y en la línea de decisiones participadas que teníamos también contábamos con el apoyo del CCAES (Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias) y tuvimos una reunión telemática un sábado con Fernando Simón para ver cómo nos veían ellos y también estuvo presente la presidenta y ya tras ese encuentro se decidió que había que aplicar esas medidas tan duras para frenar los contagios. Fue una decisión de mucha valentía, siempre reconoceré la decisión tan difícil y tan complicada que tomó. Aunque hay que recordar que todas estas medidas tuvieron el refrendo del TSJN, a quien teníamos que argumentar con datos e informes que las medidas eran proporcionadas.
La hostelería mostraba su rechazo a las medidas mientras desde los hospitales pedían más restricciones. Fue un equilibrio difícil, ¿no?
–Muy difícil y yo me sentía en medio. Los sanitarios eran los que estaban más cerca de las situaciones duras y nos contaban que no daban abasto y nos pedían medidas más duras. Pero por otro lado también se nos transmitía la repercusión que estaban teniendo en muchos sectores las restricciones. Ese equilibrio fue complejo, tomar decisiones con tanto nivel de incertidumbre, pero yo, estando donde estaba, tenía que asumirlo. Y al final estas medidas las anunciamos el 19 de octubre y una semana más tarde se decretó el segundo Estado de Alarma.
¿Pensó en dimitir en algún momento?
–En ningún momento. Estaba al frente de un equipo que lo estaba dando todo, con unos valores que eran los que me habían llevado a ser consejera y que fueron los que me permitieron mantener el rumbo. Pero esto no quiere decir que no fuese consciente de que, al tomar decisiones tan difíciles y ser la máxima responsable, eso pudiese tener alguna derivada, pero no por mi parte. Asumí mi responsabilidad con el mayor entusiasmo posible, como siempre hice también como médica de Familia.
En diciembre de 2020 se inició la vacunación, que fue un halo de esperanza pero también un nuevo reto: vacunar al máximo número de personas en el menor tiempo posible...
–Así es. La vacunación supuso un éxito tremendo y fue lo que nos salvó en la pandemia. Después de aquel otoño oscuro y duro de 2020 llegó la vacuna en un tiempo récord y supuso un punto de inflexión porque nos cambiaba las reglas del juego. Y, luego, una cuestión que creo que es importante es que con la vacunación se transmitió solidaridad y equidad. ¿A quién se vacunó primero? A las residencias, las personas que más lo necesitaban. También fue un momento muy emocionante, recuerdo que las personas lloraban emocionadas, había mayores que durante meses no habían visto a sus hijos y nietos. La ciudadanía vio que la vacuna era lo que nos estaba salvando.
Los expertos ya hablan de que habrá otra pandemia en el futuro, ¿qué lecciones tenemos aprendidas para cuando llegue?
–Así es, los expertos dicen que habrá otra pandemia, pero no sabemos si será muy virulenta o no lo será. Lo que sí sabemos es que tenemos que tener muy presentes dos cuestiones: que el sistema sanitario ha sido la herramienta más potente que hemos tenido para dar respuesta a la pandemia y que tenemos que impulsar la salud pública y la vigilancia epidemiológica. Y por otra parte tenemos que mantener la inversión en salud y en otras cuestiones como la innovación, la formación, las reservas estratégicas de mascarillas, EPIs, vacunas, etc.
¿Y en el caso concreto de Navarra?
–Tenemos una oportunidad para mejorar el sistema con la Ley Foral de Salud. En la pandemia vimos que el Estado de Alarma nos permitió tomar medidas y tener transformaciones rápidas que de otra manera hubiese costado mucho más. Creo que estamos en un buen momento, en el que hemos visto la necesidad de fortalecer el sistema sanitario y hay que tener en cuenta que no solo hay que reforzarlo en el plano estructural, también en cuestiones legales y organizativas. La autonomía de gestión y de personal fueron fundamentales para dar una respuesta en la pandemia y fue algo que nos permitió el Estado de Alarma, pero ahora tiene que haber medidas legales que hagan que el sistema sea más rápido y eficaz, porque ahora es excesivamente rígido.
Temas
Más en Sociedad
-
201.768 navarros, el 29,7% del total, siguen residiendo en el mismo municipio en el que nacieron
-
El funeral por el papa Francisco en la Catedral de Pamplona será el martes 6 de mayo
-
Amazon busca pueblo para celebrar la tercera edición de ‘Las Fiestas Prime Day’. ¡Puede ser el tuyo!
-
Luz verde del Gobierno de Navarra a la OPE parcial de 603 plazas en Administración Núcleo y Salud