Parón inédito en Volkswagen Navarra por el apagón
A mediodía se suspendió la actividad, los empleados se fueron antes a casa y los del segundo turno no trabajaron
“Qué tonta soy, qué hago poniendo la tarjeta”. “Para un día que ficho y no queda registrado”. “Hasta luego, hoy no hay control”. Ayer, los empleados del primer turno de Volkswagen salieron de las instalaciones empujando el torno con la palma de la mano. Ni rastro de tecnología. Apagón masivo. Nada funcionaba. Ni ordenadores, ni robots ni máquinas de la cadena de producción. Aunque parezca mentira, la compañía alemana dejó de fabricar coches a mediodía, mandó a casa a los trabajadores una hora antes de lo previsto y los compañeros que les dieron el relevo a las 14.00 horas entraron con el mismo gesto manual e incertidumbre. El suministro eléctrico no se restauró, la faena no se reestableció y esta jornada totalmente atípica dejó una estampa inimaginable: centenares de operarios aguardando en la calle durante ocho horas. Parón inédito.
Los trabajadores salieron incrédulos de la fábrica y relataron cómo habían vivido este momento histórico. Pedro Jiménez, empleado en la sección de prensas, donde se estampan las piezas de los coches y se da forma a las chapas, creyó, en un principio, que era un pico de corriente. “A veces sucede, se va la luz y vuelve en un milisegundo”, explicó. Sin embargo, ayer fue mucho más que un milisegundo y enseguida se percató de que el problema era muy grave: un apagón. “No se ha restablecido el sistema, no hay energía en ningún lado, no funciona nada”, expresó. Como marca el protocolo, acudió a su punto de encuentro, se juntó con sus compañeros, les comunicaron la incidencia y se fue a casa.
J.L, ingeniero en las oficinas de Volkswagen, estaba en el exterior de las instalaciones y le sorprendió que bastantes operarios estuvieran hablando en la calle en vez de trabajando en el interior de los talleres. “He pensado que era un simulacro de incendios, tenemos uno o dos al año y los empleados debemos abandonar nuestro puesto”. Sin embargo, no era un simulacro, la fábrica se enfrentaba a un apagón a gran escala y J.L se enteró de sopetón al entrar a un taller. “Se ha ido la luz de toda España”, le informó un compañero. Se quedó perplejo. Aun así, mantuvo la calma, cumplió el protocolo y se fue “tranquilo” a casa. “Nadie se ha puesto nervioso”, destacó.
A las 12.30 horas, como todos los días, Maribel y Teresa pararon a descansar, pero ayer no hubo café. “Ha venido un compañero y nos ha dicho que no funcionaba la máquina”, relataron. A los segundos, se fue la luz. Al no comprender qué estaba sucediendo, estas operarias del taller de chapistería intentaron contactar con sus familiares —no les pudieron llamar por teléfono porque no funcionaba la red, pero sí que fueron capaces de enviarles WhatsApp— y, “tranquilas en todo momento”, cumplieron con lo que marca el protocolo. “Cada uno sabemos a dónde debemos ir. Tenemos muy interiorizado qué hacer en casos de emergencia”, destacaron. “Un apagón no es una alarma de incendios. No ha cundido el pánico porque tenemos asumido cómo actuar”, insistió la ingeniera Esther San Martín.
Allí, sus superiores les comunicaron que se trataba de un apagón eléctrico masivo, que no se podía trabajar y que se marcharan para casa. “Nos hemos cambiado, hemos cogido las mochilas y nos hemos ido. No hemos podido devolver los guantes ni coger los EPIS que necesitaremos mañana porque se guardan en una máquina y las puertas se abren y se cierran con energía”, apuntaron.
Los empleados del turno de mañana se marcharon con el interrogante de si hoy a primera hora podrían trabajar. “Nos vamos a casa sin saber nada, no nos han dado noticias, espero que podamos volver”, afirmó Javier San Martín, trabajador del centro de pruebas de Volkswagen. “A esta hora no nos han dicho nada, pero ni me planteo la opción de no trabajar. Espero que se solucione”, deseó Pedro. Hacia las dos del mediodía, los empleados del turno de tarde les dieron el relevo y entraron por los tornos —algunos despistados ficharon con la tarjeta como de costumbre y el personal de seguridad les recordó que no funcionaba y que bastaba con empujar la puerta— con la misma incertidumbre con la que salían sus compañeros porque no sabían cuándo se iba a reanudar la actividad. La consigna que les dieron fue la misma: esperar en el punto de encuentro hasta recibir pautas y órdenes por parte de los responsables de cada departamento. Los trabajadores esperaron ocho horas en la calle y, al cierre de esta edición, Volkswagen seguía apagada.
Empresas auxiliares
Las empresas auxiliares que trabajan para Volkswagen también dejaron de funcionar ayer a mediodía. “Hace más de una hora que no se trabaja porque la línea de producción funciona con energía eléctrica y está parada. Nos han mandado a casa porque no podemos hacer nada”, comentó ayer Joao, empleado portugués de Aritex, empresa que proporciona soluciones tecnológicas a la industria.
Joao salió de la fábrica preocupado porque, al haber estado toda la mañana trabajando, no sabía qué había pasado, cuál era la gravedad del apagón y, en medio del aparcamiento de Volkswagen, intentó contactar con la familia que aún reside en Portugal. Al segundo intento, una voz contestó al otro lado del teléfono. “Están bien”, informó aliviado Joao.
Antonio Benavides, empleado de Igoa and Patxi, proveedor de Volkswagen, se quedó a oscuras. “¡Pum! De repente todo ha dejado de funcionar excepto las luces de emergencia, nos ha pillado de imprevisto, no te lo esperas para nada”, confesó Antonio.
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