"Antes creía que drogado hacía todo mejor. Descubrí que ni siquiera follar"
El cantante argentino Maximiliano Calvo visitó este martes la Comunidad Terapéutica de Larraingoa dentro de una gira por centros de desintoxicación del Estado
En plena batalla contra las adicciones, el cantautor argentino Maximiliano Calvo no sólo ha logrado reconstruir su vida, sino también reencontrarse con su música desde un lugar más honesto y creativo. Con más de 17 meses sin consumir drogas (empezó con alcohol y otras sustancias, y terminó enganchado a la cocaína), el cantante argentino lleva desde marzo recorriendo centros de atención a las adicciones de todo el Estado con su gira musical De mí también me puedo salvar, a través de la cual ofrece esperanza y luz a quienes atraviesan procesos de desintoxicación.
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Precisamente este martes el cantante hizo parada en la Comunidad Terapéutica de Larraingoa, un centro situado en el valle de Erro y gestionado por la Asociación ANTOX desde hace 44 años . Allí, bajo el concepto de charla-concierto terapéutica y acompañado de la terapeuta de Iddem Adicciones Belén de la Hoz, que también sufrió un problema con las adicciones, y de dos profesionales de la Asociación Antox, hablaron sin tapujos sobre las dificultades en el proceso de recuperación, la lucha por reconocerse a uno mismo, el necesario aprendizaje de no ver en todo una amenaza contra la propia persona y la importancia de pedir ayuda.
Desestigmatizar
Porque, para la Asociación ANTOX, que especialmente en los dos últimos años trabajan en una estrategia para desestigmatizar las adicciones, es muy importante no esconder esta enfermedad, romper con el estereotipo que ha contribuido a invisibilizar a las personas con adicciones y a los centros y programas de tratamiento y darle visibilidad a través de actividades como esta charla-concierto. Un encuentro humano y muy enriquecedor en el que Maximiliano no sólo compartió su música, sino también dejó un mensaje claro: sí se puede salir, es posible reconstruirse desde el dolor y tener una vida plena y auténtica después de la adicción.
¿Cómo fue ese primer paso de ingresar en un centro de rehabilitación?
-Difícil. Muy difícil. Antes de ingresar, se me hacía difícil vivir y existir. Me enojaba, quería romper todo…Yo consumía porque no me conocía. Todo me alcanzaba y toqué fondo. Yo tengo un ego brutal y soy superprepotente, y me costaba pedir ayuda y que alguien me dijera lo que tengo que hacer para direccionar mi vida de manera guay, pero mi vida cambió completamente cuando pedí ayuda.
Después de tres meses ingresado, ¿qué fue lo más difícil en todo ese proceso?
-Enfrentarme a esa versión verdadera de mí. Fue durísimo, pero necesario. Dejar de consumir fue solo una parte, lo más duro fue mirarme. Estaba huyendo de mí mismo, me costaba saber quién era e intentaba alejarme del verdadero yo. Pero empecé a reconocerme y a luchar contra mis fantasmas. Al principio me pareció una mierda, pero luego encuentras una vida.
Entonces, ¿hay vida después de la adicción a las drogas?
-La gente tiene miedo de dejar las drogas porque piensa que su vida se va a acabar. Pero lo que descubres es que empieza una vida mejor, más real. Todo se vuelve más bonito y más verdadero. Yo supe encontrar la belleza en lo cotidiano, en la conexión, en el compartir.
Reencontraste la belleza también en la música.
-Hacer canciones me daba mucho miedo porque siempre había hablado de las noches de Madrid o de algo que tuviera que ver con el consumo. Entonces de repente ahora me tocaba hablar de mí y daba miedo. La primera vez que me senté al piano me salió de tirón pedir perdón. De ahí salió la canción “Una temporada mala”.
Y eso que dudabas de poder volver a tocar.
-Me decían que era muy complicado que yo volviera a tocar y a dar conciertos, pero en esta gira voy con gente que me ayuda y lo vivo desde un lugar distinto. Porque vuelves a las cosas que amas y a las cosas que hacías desde un lugar más sano. De hecho, siento que mi creatividad ha florecido como nunca.
¿Mejor que consumiendo?
-Esa creencia de que consumiendo o bebiendo se hacen las cosas mejor es mentira. Antes creía que drogado se hacía todo mejor. Yo descubrí que ni siquiera follar. Limpio se está mejor, eres más sensible y al final te encuentras algo más gratificante. Lo que hacen las drogas es tapar un montón de cosas que no queremos ver. El consumo es lo de menos, lo que realmente hay debajo es una inseguridad y una baja autoestima, y cuando empiezas a trabajar en ti mismo, superas toda expectativa de lo que pensabas sobre ti. Y eso es superbonito.
Tu canción “De mí también me puedo salvar”, que ha dado el nombre a tu gira, está dedicada a los monstruos y fantasmas que tienes en tu cabeza. ¿Realmente llegan a desaparecer?
-Los miedos siguen, la ansiedad también. No las puedo hacer desaparecer, pero ya no me rompo la cabeza cada vez que algo no sale bien. Aprendí a frustrarme sin destruirme, a seguir haciendo cosas en mi vida con ese ruido. Antes me trataba con dureza y desde que empecé a tratarme con más bondad, todo cambió. Cuando aparece ese monstruo interior, lo escucho como a un niño que llora. Ya no lo castigo, le hablo con cariño y lo dejo estar.
¿Qué consejo das en tus conciertos a aquellos que están en proceso de recuperación? ¿Qué es lo que más ayuda?
-Lo que cura es el vínculo, buscar ayuda. Nosotros solos no podemos y no nos tiene que dar vergüenza. También hay que tener paciencia, darse su tiempo. Tenemos la imagen de que de una adicción hay que vivir como retraídos, que no vas a poder salir a ningún sitio, pero eso no es así. Porque luego encuentras una vida que está de puta madre. Y hay que asumir que vas a seguir teniendo problemas y que lo fácil sería consumir y ya está, pero eso te va a llevar siempre al mismo sitio. Al principio da miedo, pero luego terminas teniendo suficientes recursos emocionales para disfrutar de lo que te va pasando.
Después de este duro proceso y llevando más de un año y medio sin consumir, ¿cómo te encuentras?
-Vivo tranquilo, no digo ninguna mentira, vivo de manera honesta, duermo tranquilo y hago música más loca que antes. Parece que cambié de droga, pero no, claro, es la vida.
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