Después de meses de trabajo esta semana han culminado dos procesos claves en la presencia del euskera en la Administración. ¿Contenta con el resultado?

– Han sido dos procesos complejos que hay que poner en valor y encuadrarlos en un marco temporal amplio para tener perspectiva. Cuando llegué a esta consejería en 2015 nos encontramos con un páramo en lo que se refería a la política lingüística y a la presencia del euskera en los puestos de trabajo de la Administración. Solo el 0,9% de los puestos eran bilingües y había departamentos como el de Cultura y Deporte que no tenían ninguna plaza con perfil de euskera cuando tenían servicios como el de bibliotecas de gran atención a la ciudadanía. Esa legislatura supuso un punto de inflexión que se ha ido desarrollando, con diferentes ritmos, en las dos siguientes. Con la finalización de los dos procesos, se ha dado un paso notable en la atención por parte de la Administración a una ciudadanía cada vez más bilingüe. Unas mejoras compatibles con el respeto a los derechos laborales de los y las empleados públicos que lo prestan como ha subrayado Función Pública en todas las mesas generales co. Por tanto hacemos una valoración razonablemente positiva de estos acuerdos, que habría que seguir profundizando.

“Debíamos superar que el euskera no se valorara en la zona mixta, donde está la mayoría de servicios para la ciudadanía, y se ha logrado”

En el seno del Gobierno han llegado a un acuerdo pero no tienen el respaldo sindical, que representan a los y las trabajadoras. ¿Lo ven como un fracaso?

–Mejorar la atención bilingüe desde la Administración está contemplado en el acuerdo programático, en la Ley del Euskera y también lo pide Europa . Y se ha logrado gracias a un enorme trabajo interno desde el diálogo y la búsqueda de acuerdos. Cada departamento ha ido definiendo (con el acompañamiento técnico de Euskarabide) qué plazas tendrían perfil bilingüe y cuáles, mérito. También se estudiaron las propuestas sindicales. Efectivamente no fue aprobado en mesa general. Para algunos el número de plazas era excesivo y a otros les parecía escaso. Hubiera sido deseable llegar a un acuerdo, pero por responsabilidad de Gobierno, teníamos que superar por ejemplo que el euskera no se valorara en la zona mixta, donde están la mayor parte de los servicios de la Administración para la ciudadanía, y sí la lengua extranjera. Y con este acuerdo se ha logrado.

Kontseilua y Behatokia también les han criticado con dureza y les acusan de discriminar al euskera. 

–Respeto todas las opiniones, pero no comparto esa visión. A veces se olvidan de dónde partimos y por qué hemos llegado a esta situación. El Gobierno de Barkos aprobó un decreto más ambicioso, pero los tribunales anularon la parte correspondiente a lo méritos en zonas mixta y no vascófona. Debíamos superar esa situación discriminatoria. Por otra parte, la Ley del Euskera establece una zonificación, que no comparto, pero que es la que hay y no hay mayoría para cambiarla. Por eso creo que más allá de maximalismos, debemos trabajar en el diálogo y en el consenso para superar esos obstáculos. Debemos persuadir, sobre el valor del euskera como factor de cohesión y convivencia. 

“Más allá de maximalismos, debemos trabajar en el diálogo y persuadir sobre el valor del euskera como factor de cohesión y convivencia”

A partir de estas normativas, ¿hay margen para seguir avanzando hacia la normalización del euskera?

–Por supuesto que sí. Este es un punto de partida, no de llegada. De alguna forma, se ponen los cimientos de lo que debe de ser una Administración más centrada en la ciudadanía, en este caso con el euskera como elemento de comunicación de parte de ella. Es el edificio del euskera en la Administración, si me permite la metáfora, con una estructura, la de la arquitectura lingüística, que estaba muy tocada tras las sentencias judiciales y que urgía reconstruir en sus pilares básicos para que pueda crecer en altura en función de la realidad sociolingüística, que dice que cada vez hay más euskaldunes en Navarra (unos 100.000 y otros 75.000 entienden el idioma). Y todo con el mayor consenso porque las lenguas son un punto de encuentro. Y en este sentido confió en una sociedad navarra cada vez más plural, diversa y respetuosa también en materia lingüística, algo que ha quedado reflejado en el último informe de Eusko Ikaskuntza. Estudio que es muy coherente con estas recientes medidas adoptadas en cuanto al euskera en la Administración