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El ocio en la era de la hiperplanificación: ¿Por qué reservamos todo con tanta antelación?

Conciertos, vacaciones, restaurantes o carreras populares exigen cada vez mayor previsión. La planificación se ha convertido en una exigencia cotidiana y la improvisación ha quedado relegada a un segundo plano

El ocio en la era de la hiperplanificación: ¿Por qué reservamos todo con tanta antelación?Patxi Cascante

La vuelta de Fito & Fitipaldis a los escenarios ha movilizado a miles de seguidores en todo el Estado. A finales de abril se pusieron a la venta las entradas para su nueva gira Aullidos Tour, en la que el cantante bilbaíno presentará su último álbum El Monte de los Aullidos y recorrerá 28 ciudades españolas entre noviembre de 2025 y mayo de 2026. En cuestión de horas las entradas se agotaron en varias ciudades.

La respuesta fue inmediata: nuevos conciertos en Bilbao, Madrid, Santander y Gijón, anunciados por sorpresa, para atender una demanda desbordada. Todo ocurrió en unas horas, lo que demuestra que comprar una entrada se ha convertido en una carrera contrarreloj.

No se trata de un caso exclusivo del mundo de la música. La cultura de la anticipación se ha extendido con fuerza a otros sectores como la hostelería, el turismo o las carreras populares. El ocio en general ha quedado atrapado en un calendario cada vez más ajustado, donde cualquier decisión requiere planificación previa. La espontaneidad, cuando existe, es una anomalía.

Ocio en modo sprint: adiós a los planes improvisados

Lo que antes se resolvía con una llamada improvisada o una compra de última hora, hoy requiere estrategia. Las plataformas digitales de venta de entradas, sea el evento que sea, funcionan como relojes suizos. En cuanto se abre el proceso, empieza la cuenta atrás. Colas virtuales, sistemas de prioridades, notificaciones de alta demanda... Todo el proceso está diseñado para premiar a quienes llegan antes, no a quienes más lo desean.

El comportamiento del público ha cambiado. El deseo se ha transformado en ansiedad. Muchas personas coordinan grupos de compra, preparan formularios con los datos ya pegados en el portapapeles y ensayan el clic como si fuera una prueba de reflejos.

Los organizadores, por su parte, diseñan sus campañas y calendarios con mucho más margen. Ya no basta con anunciar una fecha y esperar. Se programan fases de preventa para suscriptores, lanzamientos sorpresa y sistemas de alertas para fidelizar al público. En ocasiones, ni siquiera se confirma un cartel sin tener ya diseñada la estrategia completa de venta.

“Las reservas se han adelantado notablemente, sobre todo en fechas como San Fermín y Navidad”

Nacho Calvo . Secretario gral. de la Asoc. de Hostelería y Turismo de Nafarroa

¿Por qué ocurre esto? Según un análisis realizado por Live Nation, la mayor promotora mundial de eventos en vivo, si las entradas se ponen a disposición del público con mayor antelación, se incrementan de manera notable las ventas. Así lo confirmó Bob Roux, responsable de conciertos de la compañía en Estados Unidos, en 2018.

Un grupo de personas celebran la cena de empresa en vísperas de la Navidad.

Hostelería: sin sitio para comer

Algo similar sucede en la restauración. Reservar una mesa en Iruñea, Bilbao, Donostia, Madrid, Barcelona o Valencia para un viernes por la noche o un fin de semana puede implicar varios días —o incluso semanas— de antelación. En épocas señaladas, la búsqueda de un hueco se convierte en una carrera contrarreloj que arranca meses antes.

“Sí que se ha notado una clara tendencia a anticipar las reservas, sobre todo en fechas clave como San Fermín o en las cenas de empresa por Navidad”, confirma Nacho Calvo, secretario general de la Asociación de Hostelería y Turismo de Nafarroa. “Incluso los fines de semana hay más demanda de lo habitual, especialmente los sábados, que se están convirtiendo en días muy solicitados”.

Y no se trata solo de grandes grupos o locales de moda. En muchos barrios y ciudades de tamaño medio, los restaurantes más valorados o populares tienen sus mesas comprometidas con antelación. Incluso para celebraciones familiares o eventos improvisados, conseguir un hueco puede convertirse en una odisea.

En Iruñea, el 6 de julio —comienzo de las fiestas de San Fermín— es el paradigma de esta presión anticipada. “Ese día está prácticamente completo con mucha antelación, especialmente en lo que se refiere a los tradicionales almuerzos”, subraya Calvo. “En algunos locales del centro histórico, San Fermín puede suponer hasta el 15% de la facturación anual”.

"Algunos clientes reservan en diferentes restaurantes y luego deciden a cuál ir, según les apetezca. Ese comportamiento perjudica seriamente a un negocio”

Héctor Sánchez . Gerente en la Asociación de Hosteleros de Bizkaia

A pesar de su importancia, San Fermín no es la época más fuerte. Diciembre ha ganado peso gracias al auge de las cenas o comidas de empresa. “Los meses de febrero o marzo suelen ser malos para la hostelería, pero diciembre es muy bueno. Se ha convertido en una campaña muy fuerte, que crece año tras año”, manifiesta Calvo.

A ello ha contribuido la digitalización. Según Héctor Sánchez, gerente de la Asociación de Hostelería de Bizkaia, “los clientes pueden reservar con más antelación gracias a las plataformas digitales, que amplían los márgenes temporales”.

Sin embargo, esta tendencia ha traído consigo un efecto colateral indeseado: el incremento de cancelaciones de última hora y, sobre todo, el conocido como no show o 'reservas fantasma'. Se trata de una situación en la que una persona que ha reservado un servicio, como una mesa en un restaurante o una habitación de hotel, no se presenta en la fecha y hora acordadas y no avisa de su cancelación. Un fenómeno que los hosteleros conocen bien y que se ha convertido en uno de los principales quebraderos de cabeza del sector.

“El fenómeno está creciendo, quizás porque ahora la gente es menos formal o se siente con mayor libertad para decidir. Algunos clientes reservan en diferentes restaurantes y luego deciden a cuál ir, según les apetezca. Ese comportamiento perjudica seriamente a un negocio”, reconoce Héctor Sánchez.

Ante esta situación, muchos restaurantes han comenzado a aplicar políticas de reserva garantizada. Algunos exigen pagos por adelantado, otros establecen fianzas o sistemas de confirmación con antelación mínima de 24 a 48 horas. “La hostelería necesita certidumbre para poder ofrecer un buen servicio, y eso solo se logra con planificación y compromiso”, explica Calvo. 

El mensaje es claro: reservar implica una responsabilidad. “Si no se quiere un compromiso formal, se puede optar por no garantizar la reserva y acudir presencialmente al local a ver si hay sitio”, insiste el hostelero navarro.

La playa de Barcelona abarrotada por los turistas.

Turismo: el descanso se acelera

En el sector turístico esta tendencia se hace más patente. Ya no se elige un destino cuando apetece, sino cuando todavía es posible reservarlo. Los portales de reservas como Booking, Airbnb o Atrápalo muestran alertas de “alta demanda” desde comienzos del año. Agencias de viajes y cadenas hoteleras confirman que buena parte de las reservas para julio y agosto se cierra en el primer trimestre.

En la costa, alojamientos familiares y casas rurales cuelgan el cartel de completo antes de que llegue la primavera. Y en los viajes internacionales, los vuelos para fechas clave ya no se compran en abril o mayo: se cierran en febrero.

Los precios también castigan la falta de previsión. Quienes intentan organizar un viaje con poca antelación se enfrentan a tarifas muy elevadas o a la imposibilidad de encontrar plaza. La improvisación ha dejado de ser una opción realista. Viajar se ha convertido en una operación logística con margen limitado para el deseo.

“Esa obsesión desmedida por anticiparse a todo refleja el miedo a perdernos oportunidades ”

Roberto San Salvador . Catedrático de la Universidad de Deusto

Lo que antes era un auténtico privilegio —organizar con tiempo— se ha transformado en una necesidad. La ansiedad por conseguir una habitación, un vuelo o un paquete turístico ya no tiene que ver con el capricho, sino con la supervivencia logística del descanso. Incluso las escapadas de fin de semana requieren una programación meticulosa.

El grupo ETS en el 29 festival Hatortxu Rock.

Vivir en la urgencia: causas y consecuencias

¿A qué se debe el ansia por tener que planificarlo todo con tanta antelación? Según Roberto San Salvador, Catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas en la Universidad de Deusto, “Vivimos atrapados en un estado continuo de aceleración provocado por la conectividad constante y la sobreabundancia de estímulos. La inmediatez se ha instalado en nuestras vidas de manera definitiva y eso provoca que la paciencia, la reflexión y el sosiego se hayan convertido en bienes escasos y valorados casi como un lujo”.

“No tiene sentido sacar con un año de antelación unas entradas para un espectáculo o reservar las vacaciones cuando no sabemos cómo estaremos entonces”, advierte. “Esa obsesión desmedida por anticiparse a todo refleja el miedo a perdernos oportunidades”.

“La educación y las políticas públicas deben ayudar a proteger a las nuevas generaciones”

Aitor Aritzeta . Profesor de Psicología en la UPU/EHU

Esa lógica, sostiene, no se queda en lo ocio, sino que afecta también a nuestra vida personal: “Las relaciones afectivas se han vuelto desechables en muchos casos porque las vivimos con la mentalidad del consumo inmediato: queremos resultados rápidos, sin paciencia ni trabajo sostenido. Ante la mínima dificultad, se opta por por cambiar de pareja o de entorno sin asumir el esfuerzo de resolver los conflictos o crecer juntos, lo que erosiona la estabilidad emocional”.

Aitor Aritzeta, profesor de psicología de la UPV/EHU, pone de manifiesto las consecuencias de esta realidad: “Esto activa un mecanismo psicológico: la sensación de escasez. En ese momento, se dispara la ansiedad por no quedarse fuera, lo que daña el sistema inmunológico, altera el sueño, reduce la tolerancia y genera insatisfacción”.

Es lo que se conoce como FOMO —Fear of Missing Out— (miedo a quedarse fuera). Este fenómeno ha encontrado su terreno ideal en las plataformas digitales, en las que existe una estimulación excesiva. “El resultado es una forma de vivir marcada por la tensión, la necesidad de inmediatez y la incapacidad de disfrutar el presente”, explica Aritzeta.

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Ambos coinciden en que la solución no está en resistirse a la tecnología o el ritmo de vida actual, sino en “frenar y conectar con el presente”. Para Roberto San Salvador “la paciencia y el sosiego son hoy bienes preciados que debemos cultivar activamente; no hacerlo implica un riesgo real para la salud”.

Aitor Aritzeta, por su parte, insiste en que “la educación de los padres y las políticas públicas deben ser herramientas clave para proteger a las nuevas generaciones, y salvaguardar de este modo a la sociedad del futuro”.