Respondiendo a la invitación de Solasbide, medio centenar de personas de diferentes sectores de la sociedad navarra se reunieron ayer en el Seminario de Iruñea para reflexionar sobre el tema “Abrir caminos a la esperanza: repensar y renovar la política”.

Asistimos prácticamente en directo a terribles casos de genocidio y matonismo político que sale impune, lo que aumenta nuestra indignación e invita a la desesperanza. Acabamos de ver a niños gazatíes suplicando un poco de caldo con el que calmar su hambre, mientras las autoridades israelíes cierran el paso a la ayuda humanitaria. Como símbolo del matonismo, la actitud chulesca de Trump intentando humillar al representante de un país invadido por otro sátrapa.

A pesar de todo, o precisamente por eso, hay que abrir caminos a la esperanza. Lo dice Solasbide y lo corroboraron la mayoría de quienes intervinieron en el debate de ayer. También ha sido el último mensaje del papa Francisco y José Mujica, dos referentes mundiales con valores y actitudes tan diferentes a las de Netanyahu, Trump o Putin. Esperanza es el título de la recién publicada biografía de Bergoglio y el concepto que eligió para el Jubileo de 2025. De Mújica son estas palabras al final de su última aparición pública: “No al odio, no a la confrontación. Hay que trabajar por la esperanza”.

El mal tampoco perdura

Esos nombres propios y conflictos estuvieron en boca de muchas de las personas participantes en la reflexión de ayer. Lucio Zorrilla, de Solasbide, se mostró indignado con la masacre de Gaza, añadiendo que “la historia condenará nuestra pasividad”. Quiso, sin embargo, dar oportunidad a la esperanza. “Como dice Daniel Innerarity, el mal tampoco perdura. Creo que el mundo tiene futuro, esa es mi esperanza”, concluyó.

El empresario Sixto Jiménez criticó a Trump, al que acusó de llevar a Estados Unidos “camino del fascismo”. Se mostró preocupado por el auge de la extrema derecha, “favorecida por unas redes sociales que contribuyen a la polarización”, e hizo una llamada a la Iglesia católica: “Hay medios que dependen de la Iglesia cuyo mensaje y tono son inadmisibles, no tienen nada que ver con el mensaje evangélico. La Iglesia tendría que suprimirlos”.

A los responsables de los medios de comunicación se dirigió precisamente la abogada Izaskun Arratibel, pidiéndoles “que sean altavoz de las buenas cosas pequeñas, que hay muchas, como acciones solidarias y de cooperación”.

Fernando Armendáriz se definió como “crítico con los que hacen política”, pero defendió la nobleza de esa actividad. “Soy partidario de la política que debate, que no la vemos en los medios de comunicación donde básicamente hay enfrentamientos e insultos”.

Imanol Miramón, docente, apuntó que la esperanza está actualmente más en la sociedad que en la política. “La política se ha devaluado mucho, no fomenta debates constructivos sino destructivos. Y esa actitud se ha trasladado también a otros ámbitos como el feminismo o el ecologismo”.

La esperanza ayuda a caminar

En nombre del comedor solidario París 365 acudió Miriam Gómez, que subrayó el valor de la esperanza. “La esperanza ayuda a caminar y los humanos no podemos estar quietos. Por tanto, hay que seguir caminando juntos sabiendo que la política no solo se hace en las instituciones”.

Iñaki Iriarte, profesor universitario y exparlamentario de UPN, ofreció el testimonio más pesimista de la mañana. “No hay razones para la esperanza –señaló rotundo- porque estamos abocados a la fragmentación. Vamos hacia un mundo roto, lleno de conflictos”.

El economista Jesús Muruzabal respondió señalando las luces de nuestra sociedad. “Tenemos un sistema educativo y sanitario mejor que nunca en la historia. Es cierto que hay un veinte por ciento de la sociedad que vive a coste del restante ochenta por ciento. Por tanto, la minoría privilegiada deberemos vivir un poco peor para que haya una mayor igualdad. Yo quiero ver la botella medio llena, ya que el miedo y la desesperación nos hunden”.

El concejal de Pamplona Txema Mauleón apuntó tres razones para la desesperanza. “Por un lado, Trump y sus amigos tienen cada vez más fuerza. Además, se nos impone el rearme y, por último, nos enfrentamos a una crisis ecológica que exige una respuesta rápida. A pesar de todo, tenemos que mantener la esperanza porque no hay otro camino”.

Ramón Ibeas, secretario de Caritas-Euskadi, hizo referencia a la Declaración Universal de Derechos Humanos. “Su capítulo primero se refiere a la dignidad de todas las personas. En mi opinión, esa debe ser nuestra guía. Hay que concienciarse de que todo lo que vaya a favor de la dignidad humana merece la pena”.

La economista y profesora universitaria Amaya Erro puso encima de la mesa un asunto interesante: cómo debe comportarse una persona cristiana en puestos de responsabilidad política o empresarial. Habló, sincera, desde su vivencia personal. “En la política, lo mismo que en cualquier organización, hay que tomar decisiones. Por un lado, está la cuenta de pérdidas y ganancias; y, por otro, las personas. Por desgracia, en la empresa solo se premian los resultados económicos”. Finalizó defendiendo un principio que, según su experiencia como docente, va perdiendo fuerza en la opinión del alumnado: “Para ser un buen profesional hay que ser buena persona”.

El reloj del Aula Magna del Seminario marcaba la una y media cuando se anunció el fin del debate. Atrás quedaban tres horas de escucha, reflexión y diálogo, actitudes poco habituales en una sociedad más dada a la prisa, el ruido y la consigna. Con el resumen de Miguel Izu concluyó una jornada que nos regaló, como siempre, interesantes e enriquecedoras reflexiones.