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Los rostros de Amavir Mutilva: "No somos usuarios y trabajadores, somos familia"

Yolanda Ezpurra y Rosario Segura han sido homenajeadas en el acto de aniversario de la residencia

Los rostros de Amavir Mutilva: "No somos usuarios y trabajadores, somos familia"Iban Aguinaga

Un cuarto de siglo después de su apertura, este centro se ha convertido en mucho más que una residencia para personas mayores: es un hogar lleno de historias humanas, donde trabajadores y residentes han crecido juntos. En este 25 aniversario de Amavir Mutilva, dos voces destacan entre muchas: la de Yolanda Ezpurra, trabajadora social que ha dedicado 25 años de su vida profesional y personal al centro, y la de Rosario Segura, una usuaria de 99 años que llegó con reticencias pero hoy disfruta plenamente de su día a día en la residencia. Sus testimonios reflejan la esencia de Amavir: un lugar donde el cuidado se convierte en vínculo y cada etapa de la vida se acompaña con cariño, dignidad y cercanía.

"Diría que es mi segundo hogar, pero lo considero parte del primero"

Yolanda Ezpurratrabajadora social de 50 años– vivió en sus propias carnes el nacimiento de la residencia. Pero el centro también vio cómo ella creció en lo profesional y en lo personal. “Yo he vivido todo aquí: los compañeros y usuarios han conocido mi matrimonio, mi embarazo, mis partos... Es que yo he crecido aquí como persona. Diría que es mi segundo hogar, pero lo considero parte del primero”, aseguró emocionada.

A pesar de que este sea –así lo considera– el trabajo de su vida –porque tiene claro que se jubilará aquí–, al principio no parecía que fuera a decantarse por el servicio a personas mayores. “A mí me llamaba la atención tratar con personas con discapacidad, pero muchas carambolas me trajeron hasta aquí, que era uno de los primeros centros que se fundaron en Pamplona y la Comarca. Y me apeteció”.

Y le apasionó. Tanto que han pasado 25 años sin que se haya dado mucha cuenta. “Cada día es una aventura, cada residente es un regalo”, expresó. A pesar de sus muchos recuerdos –sobre todo, piensa mucho en los primeros meses de la residencia–, Yolanda guarda el recuerdo de todas las despedidas a los que ya no están. “La gente despide a sus familiares y amigos, pero aquí lo hacemos todo el rato. Y a mí el acompañamiento hasta el final me parece triste, pero bonito. Es un honor despedirte de alguien, a pesar de que sea algo crudo”, dijo. Porque el mimo y el cariño se adueñan de los espacios de la residencia y “ya no son usuarios, sino familiares”.

“Al principio, no quería venir, pero ahora estoy muy contenta aquí”

Al principio, Rosario Segurausuaria de Amavir Mutilva de 99 años de edad. “Si Dios quiere, cumpliré el 2 de octubre los 100”– no quería ingresar en el centro de día porque eso es “para viejos”. Sin embargo, debido a que su yerno cayó enfermo y su hija, Merche Ochoa, se vio sobresaturada, en marzo de 2023, Rosario probó suerte en la residencia Amavir Mutilva. “Estoy encantada. Nos juntamos la cuadrilla –somos cerca de 26–, leemos el periódico, vamos al gimnasio, nos dan de comer muy bien. Los que estamos aquí no podemos estar más contentos”, comentó.

Su hija le recordó que hace dos años no quería entrar en la residencia, pero “ahora está más contenta porque la gente le conoce, se habla con todos y echa la mañana”, dijo Merche. De hecho, es la mayor de los usuarios de Amavir y aseguró que por eso recibe un trato especial. “Además soy muy echada para adelante, así que les doy juego”, bromeó.