Expertas ven que el feminismo ha visibilizado una violencia sexual que antes era natural
Investigadoras como Miriam Alemán y Elisa García Mingo participan en una jornada organizada por la Fundación Ilundáin y UNED Pamplona en torno a la violencia sexual en la adolescencia
La Fundación Ilundain y UNED Pamplona celebraron este miércoles la primera de las dos jornadas en la sede del centro educativo a distancia dedicadas a reflexionar sobre las violencias sexuales, la violencia digital y la promoción de relaciones igualitarias entre jóvenes y adolescentes. La actividad, que se enmarca dentro de los Cursos de Verano de las Universidades de Navarra, reunió a personas expertas con amplia experiencia en investigación, intervención y sensibilización en torno a esta materia. Esta propuesta surge del compromiso del equipo profesional de la Fundación Ilundain por mejorar la intervención en este ámbito y reforzar la respuesta educativa y comunitaria frente a estas problemáticas.
Relacionadas
En la primera charla, la ponencia de Miriam Alemán Calatayud, licenciada en Filosofía por la UNED y titulada en Producción Cultural, con quince años de experiencia en la cooperativa Candela en prevención de violencias sexuales y machistas, abordó las violencias sexuales desde la experiencia directa con adolescentes, ofreciendo un marco para comprender qué son, cómo se manifiestan y cuáles son sus causas y consecuencias. En su intervención destacó la importancia de la formación integral de profesionales y la implicación de la comunidad educativa en la prevención y sensibilización frente a estas violencias.
Cuestionar el machismo
Alemán insistió a lo largo de su ponencia en una distinción clave: “La violencia sexual no es consecuencia de la sexualidad, sino del machismo. Es decir, para rebajar la violencia sexual no hay que empequeñecer la sexualidad, porque, si no, lo que hacemos es condenar la sexualidad de todas las chicas, hacerlas sentir en peligro y por tanto subir el volumen del terror sexual, lo que se convierte en una falsa prevención. Tratamos de meter miedo a las chicas y de que no salgan, de recortarles la libertad, pero esa hipervigilancia es insoportable. De hecho, la violencia sexual más habitual se produce en entornos familiares. Hay que recordarles a las chicas que pueden tener sexualidad sin que nunca te agredan”. Para combatir esa violencia, además de llamar a las cosas por su nombre –“hay un tipo de porno que es violencia sexual y hay que llamarlo como tal”–, Alemán abogó por la prevención a través de una educación sexual y por continuar con la cuarta ola que marca el feminismo y que “ha venido a señalar a violencias que estaban naturalizadas”. Así, poniendo como ejemplo, el piquito de Rubiales o las denuncias de abusos sobre Plácido Domingo, recordó que “estamos ante el fin de la naturalización. Se trata de cuestiones que estaban ahí debajo, que socialmente estaban aceptados esos comportamientos, pero eso no quiere decir que no fueran violencia. Todas las agresiones sexuales forman parte de un continuo. Hay una gradación en la gravedad de las conductas, se empieza por las bromas sexuales, los comentarios en grupo, los piropos... Se ejerce violencia para mantener el estatus de la desigualdad y el machismo”. La especialista recordó que por ejemplo una práctica como el sexpreading, la violencia sexual digital consistente en el envío de fotos, vídeos o texto de carácter sexual sin el consentimiento de la persona que aparece en las imágenes, lleva a un debate interesante. “No hay que confundir la práctica del sexting”, el hecho de mandar fotos íntimas a otra persona con el consentimiento de quien lo envía y quien lo recibe, con el sexpreading, que es la agresión digital, y que daña “la confianza, la intimidad y provoca un daño social, te hunde. Por eso, la culpa no puede ser del sexting, de las chavalas, ellas no pueden dejar de hacer cosas por ser víctimas de esa agresión. Si queremos que no vuelva a pasar, hay que transformarse y cambiar los valores y la mirada”. Y aquí deslizó Alemán otra idea interesante sobre un fenómeno observable en cifras y en cuya interpretación coincide con otras expertas: “El hecho de tener más denuncias no significa que haya más violencia sexual, significa que hay más detección e identificación. Hemos rebajado la línea de la naturalización”.
Violencia sexual digital
Elisa García Mingo, profesora contratada doctora en Sociología en la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora del proyecto DiViSAR sobre violencia sexual digital entre jóvenes, analizó también en UNED Pamplona la violencia sexual facilitada por la tecnología (VSFT). Su ponencia abordó una problemática compleja que se enfrenta a diario a nuevos desafíos y puso el foco sobre las prácticas de control permanente –online y offline– que se ejerce sobre la víctima (“es muy difícil desligar la violencia sexual de la digital, es un continuum”) y que incluso “hay nuevas formas de violencia que no sabemos identificar ni nombrar”. Lo diferencial además, advirtió, en la violencia sexual digital es que “después del ataque es cuando comienza el daño potencial”. García Mingo explicó como estas violencias se normalizan socialmente, son difíciles de detectar y pueden generar daños prolongados, y presentó herramientas conceptuales y metodológicas innovadoras para su prevención e intervención. Dejó claro que “muchos de los casos notorios de violencia sexual tienen una componente digital”.
Temas
Más en Sociedad
-
León XIV se niega a ser recreado mediante IA: "Si hay alguien que no debería ser representado por un avatar es el Papa"
-
Navarra, en riesgo extremo de incendios hasta última hora del sábado, cuando llegará un brusco cambio de tiempo
-
El juez del 'caso Errejón' cita a las partes para cotejar las conversaciones del exdiputado con un testigo
-
La gama eléctrica de Volkswagen transforma la forma de moverse por ciudad y carretera