Las entidades Antox, Lares y Universidad de Navarra han realizado una investigación sobre las adicciones en personas mayores de la Comunidad Foral, "un problema invisibilizado ligado a la soledad y la falta de apoyo afectivo". Según este trabajo, las adicciones en personas mayores son "un fenómeno real en Navarra poco visible que afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque estas últimas sufren un mayor estigma de género que influye a la hora de reconocer, afrontar y tratar estos problemas". Tanto los profesionales sociosanitarios como las propias personas mayores que han participado en el estudio coinciden en identificar el alcohol y el tabaco como las adicciones más prevalentes en hombres, y el consumo de medicamentos en mujeres.

Son las conclusiones del Proyecto Magna realizado entre Antox, con más de 40 años de experiencia en el ámbito de las adicciones; Lares Navarra, especializada en la atención integral a personas mayores, y la Universidad de Navarra, a través de sus facultades de Medicina, Enfermería, Farmacia y Comunicación. El proyecto cuenta con el apoyo de Programa Innova, un programa de Fundación Caja Navarra y Fundación La Caixa.

La investigación revela que la soledad es identificada por los mayores como el principal factor desencadenante. Asimismo, muestra la "despreocupación social" frente a este problema y aboga por "avanzar en sensibilización, investigación y desarrollo de protocolos de actuación", así como por "dotar de recursos específicos para la detección y el abordaje de las adicciones en la vejez".

Magna ha sido presentado en una rueda de prensa celebrada en Civican, y en la misma han tomado parte Elisa Arbizu, coordinadora de Magna; Blanca Martínez; psicóloga referente de Antox en la investigación y responsable de las capacitaciones al alumnado; Beatriz Lacabe, secretaría técnica de Lares Navarra; y Elena Gutiérrez, profesora de Comunicación Corporativa de la Universidad de Navarra. En palabras de José Ángel Andrés, Presidente de Fundación Caja Navarra, este proyecto coincide con “nuestra visión, misión y plan estratégico”. Hablamos de un proyecto “fuera de lo común” con el que queremos colaborar en la prevención de estas adicciones en personas mayores y en “sensibilizar a la ciudadanía” para contribuir al apoyo y “a crear un clima propicio” para que esas personas se integren “con una vida plena”.

Cuestionarios y grupos focales

El estudio ha dado voz tanto a las personas mayores como a profesionales sociosanitarios a través de cuestionarios y de grupos focales. Así, la muestra ha estado compuesta por 129 personas mayores institucionalizadas, con una media de edad de 82,5 años, de las cuales el 65,1% eran mujeres. Han tomado parte asimismo 25 familiares, 17 mujeres y 8 hombres. También han participado 34 profesionales sociosanitarios, en su mayoría mujeres (97%), con una edad media de 41,8 años.

En los grupos focales, las personas mayores describen las adicciones como "un problema socialmente silenciado, estrechamente ligado a factores emocionales como la soledad, el sentimiento de vacío y la falta de apoyo afectivo". Así, la falta de compañía, el aislamiento cotidiano y la ausencia de vínculos significativos son vividos como algo "terrible".

Sin embargo, los participantes todavía tienden a vincular las adicciones con la juventud. Esta asociación con "otros" contribuye a que no se identifiquen como parte de la población afectada ni en riesgo. Por eso las personas mayores han mostrado en el estudio "cierta dispersión e incluso dudas a la hora de reconocer la existencia de adicciones en su grupo de edad, ya que un 27,1% consideró que no son frecuentes y el mismo porcentaje que son poco frecuentes".

Esto contrasta con la percepción de los profesionales que les atienden, ya que el 50% de los profesionales sociosanitarios han apuntado que las adicciones en estos grupos de edad son muy frecuentes, el 41,2% las considera poco frecuentes y solo un 5,9% considera que no son frecuentes.

En cuanto a los factores de riesgo percibidos, también se observan diferencias notables entre ambos colectivos. La soledad es señalada por el 42,6% de las personas mayores como un factor determinante, mientras que sólo un 11,8% de los profesionales la identifica como tal. En cambio, los profesionales otorgan mayor importancia a los acontecimientos vitales estresantes (44,1%) que las propias personas mayores (22,5%).

En cuanto a las adicciones, los profesionales sociosanitarios y las propias personas mayores identifican el alcohol y el tabaco como las adicciones más prevalentes en hombres, y el consumo de medicamentos en mujeres. En concreto, en el caso de las mujeres, los profesionales otorgan un peso muy elevado al consumo de farmacológico (85,3%). Destaca el uso de tranquilizantes y somníferos, que alcanza niveles muy elevados, especialmente en mujeres, con mayor frecuencia, uso diario y duración que en hombres.

Elisa Arbizu, coordinadora del proyecto Magna, hoy en Civican con el resto de ponentes. Iban Aguinaga

Desaprobación social y moral del consumo en mujeres

Según el estudio, el género emerge como un factor clave en la percepción de las adicciones durante la vejez, al reproducir estereotipos que naturalizan conductas en los hombres y las sancionan, en mayor medida, cuando se trata de mujeres. "Se evidencia así una doble carga de estigmatización: mientras que el consumo masculino es interpretado como parte de una trayectoria vital 'esperada' especialmente respecto al alcohol y el tabaco, en las mujeres todo tipo de consumo genera mayor desaprobación social y moral", destacan los responsables de la investigación.

La mayoría de los profesionales sociosanitarios coinciden en que las adicciones tienen un impacto significativo en las personas mayores, tanto en su calidad de vida (79,4%) como en el bienestar de sus familias (88,2%).

Sin embargo la mitad de los profesionales, el 52,9%, percibe que la sociedad no se preocupa en absoluto por las adicciones en personas mayores, mientras que el 76,5% considera que no existe suficiente investigación sobre el tema.

En sintonía con esto, las propias personas mayores muestran una percepción igualmente pesimista sobre el tratamiento de estos problemas en su grupo de edad. El 40,3% cree que no están tratadas en absoluto y un 26,4% opina que se abordan solo de manera parcial.

Además, en la práctica asistencial se evidencian carencias "importantes". El 70,6% de las personas trabajadoras afirma desconocer la existencia de protocolos específicos de detección o abordaje, y la totalidad de los encuestados (100%) considera necesaria más formación en este ámbito.

De hecho, la formación de los profesionales y las campañas de sensibilización se identifican como las medidas preventivas más relevantes, a las que se suman propuestas como el apoyo emocional o los programas de ocio, orientados a mitigar factores de riesgo como la soledad y el aislamiento social.