¿Están preparadas las ciudades para resistir los efectos del cambio climático?
24.400 personas han perdido la vida este verano en 854 ciudades del continente europeo debido a las elevadas temperaturas, según datos de un estudio científico
Un verano de récord ha dejado una huella devastadora en Europa: unas 24.400 personas han muerto en 854 ciudades del continente por causas vinculadas al calor extremo, de las que al menos 16.500 pueden atribuirse directamente al cambio climático. El estudio, liderado por el Imperial College de Londres y la London School of Hygiene & Tropical Medicine, señala que hasta el 68% de las muertes por calor se deben al calentamiento inducido por la quema de combustibles fósiles y la deforestación.
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El aumento de la temperatura media en las ciudades europeas alcanzóentre 1,5 y 3,6 grados por encima de lo normal, generando olas de calor más intensas y prolongadas que en años anteriores. “"Este estudio demuestra por qué es tan urgente la necesidad de dejar de quemar petróleo, gas y carbón. Hoy, con tan solo 1,3 grados de calentamiento, miles de personas ya mueren a causa de fenómenos meteorológicos intensificados por el cambio climático. Pero este siglo vamos camino de experimentar hasta 3 grados, lo que traería a Europa un calor estival más intenso y mucho más mortal", subraya Friederike Otto, profesora de Ciencias del Clima en el Imperial College de Londres.
“Miles de personas ya mueren a causa de fenómenos meteorológicos intensificados por el cambio climático. Pero este siglo estamos camino de alcanzar hasta 3 grados, lo que traería a Europa un calor estival más intenso y mucho más mortal”.
Ciudades con más muertes
Italia, Alemania y Francia concentran, junto al Estado español, el mayor número de fallecimientos. En cifras absolutas, Italia ha registrado 4.597 muertes atribuibles al calor; el Estado, 2.841; Alemania, 1.477 y Francia 1.444. Otros países con un impacto significativo fueron Reino Unido (1.147), Rumanía (1.064), Grecia (808), Bulgaria (552) y Croacia (268).
Entre las ciudades más afectadas, Roma lidera con 835 muertes estimadas, seguida de Atenas (630), París (409), Madrid (387) y Londres (315). En Barcelona se han contabilizado 210 fallecimientos y en Berlín, 140. Madrid se ha convertido en la segunda capital europea con mayor proporción de muertes atribuibles al cambio climático (93%), solo por detrás de Estocolmo (97%), mientras Bratislava alcanza el 85%.
El trabajo también subraya que las personas mayores de 65 años son las más vulnerables al calor, y es que este colectivo representa el 85% de las muertes, algo de especial relevancia si se tiene en cuenta el envejecimiento de la población europea y que el continente es el que “más rápido” se calienta.
“Esto amenazará la vida de las personas mayores y sobrecargará los sistemas de salud. Se necesitan políticas para que las ciudades sean más resilientes al calor extremo”, afirman los investigadores del estudio.
Emergencia climática
“Estamos ante una emergencia climática; la gente se muere. Cualquier intervención urbana que no tenga en cuenta criterios climáticos es una oportunidad y vidas perdidas”, asegura Marta Olazabal, investigadora del BC3. “Intentamos poner parches, pero no están funcionando y la mortalidad y morbilidad por olas de calor sigue aumentando. Incluso con alertas tempranas, algunos grupos vulnerables permanecen desprotegidos”, añade.
Olazabal subraya la importancia de políticas locales basadas en la evidencia: “No basta con declarar planes de adaptación. Se deben evaluar los riesgos, priorizar la protección de los más vulnerables y garantizar que las medidas se implementen correctamente. Esto incluye infraestructuras verdes, refugios climáticos accesibles, rehabilitación de viviendas, eficiencia energética y planes de concienciación ciudadana”.
El 70% de la población europea vive en ciudades, que suelen tener una media de entre 4 y 6 grados más de temperatura que las zonas rurales. El impacto del cambio climático, por tanto, no es igual en todas las ciudades. “Cada ciudad tiene riesgos y grupos vulnerables distintos. Las ciudades costeras se enfrentan a subidas del nivel del mar y precipitaciones extremas. Las ciudades de interior, A olas de calor y frío. Incluso dentro de una misma ciudad existen ‘islas de calor’, zonas con más tráfico, menos infraestructura verde y edificación densa que intensifican el calor”, explica Marta Olazabal.
“Estamos ante una emergencia climática; cualquier intervención que ignore el clima supone vidas perdidas”
Adaptación insuficiente
Surge entonces una pregunta. ¿Están preparadas las ciudades para sobrevivir al clima extremo? Según un estudio publicado esta primavera en Nature Climate Change, con participación destacada del BC3, las ciudades europeas se están quedando atrás en la adaptación climática. Solo un 1% de los planes urbanos involucra a las comunidades más vulnerables, mientras que cerca de la mitad de las medidas se implementa sin evaluación previa.
Los gobiernos municipales de numerosas ciudades están llevando a cabo diferentes medidas para combatir las consecuencias del cambio climático. El problema, según Olazabal, es que “se trata de intervenciones de bajo coste y socialmente aceptables, pero que no resultan del todo efectivas”.
Un ejemplo son los refugios climáticos, lugares en los que protegerse del calor en los días más críticos. “Estos refugios pueden ser efectivos si se diseñan bien, pero a menudo no se estudia su accesibilidad ni si realmente protegen a los grupos que más lo necesitan, ya que muchos de ellos tienen complicado el acceso”, expone Marta Olazabal.
La investigadora de BC3 resalta la dimensión social del problema: “Es necesario reducir la vulnerabilidad socioeconómica, mejorar la edificación y asegurar que las políticas sean inclusivas y sostenibles”.
En una línea similar se manifiesta Ane Villaverde, profesora e investigadora de la EHU, experta en adaptación climática y olas de calor. “Las personas más vulnerables al calor suelen tener menos recursos económicos y viven en áreas peor urbanizadas. Las medidas que se implementen deben poner a estas personas en el centro”, subraya.
Incidencia en Euskal Herria
El fenómeno no es ajeno a nuestro territorio. Iruñea, Bilbao, Donostia o Gasteiz han visto cómo las olas de calor se vuelven más frecuentes y largas cada verano. “Estas ciudades están adoptando medidas para adaptarse al cambio climático, como mejorar los espacios verdes y los sistemas de alerta, pero todavía queda mucho por hacer”, reconoce Marta Olazabal.
Para Ane Villaverde es necesario realizar un enfoque integral y sitúa a Gasteiz como ejemplo a seguir. “Gasteiz ha sido una ciudad ambiciosa. Cuenta con amplias zonas verdes y con más árboles, lo que ofrece beneficios frente al calor, para la biodiversidad y para la salud”.
El contrapunto lo pone Bilbao, una ciudad en la que, a pesar de la transformación sufrida en las últimas décadas queda mucho por hacer en este sentido. “En Bilbao, sobre todo en el centro, hay un gran desafío, porque es un área muy densa que sufre mucho con el calor. Y ahí sí que se podría ser más ambicioso. Hay zonas verdes, pero muchas se limitan a césped, lo que no aporta beneficios frente al calor, las inundaciones ni mejora la calidad del aire. Cuando se reforma una calle o se gana espacio peatonal, habría que pensar desde el principio en qué árbol plantar, de qué tamaño, si va a dar sombra en verano… Creo que no se está haciendo con esa visión, y es una pena”, remarca Villaverde.
“Las medidas frente al calor deben poner a las personas más vulnerables en el centro”
Iruñea se protege frente al cambio climático
En Iruñea, la Comisión de Urbanismo ha aprobado recientemente una declaración para impulsar medidas de adaptación al cambio climático. El plan incluye la elaboración de un Plan Municipal de Prevención y Actuación frente al Calor Extremo, coordinado con los servicios sociales, sanitarios y de protección civil. También se prevé habilitar refugios climáticos en espacios públicos como bibliotecas, centros cívicos o polideportivos, ampliar las fuentes de agua potable y poner en marcha un Plan Local de Sombras en zonas escolares, sanitarias y de gran tránsito de personas.
Otras acciones contempladas son la creación de espacios de remojo seguros, campañas de sensibilización ciudadana sobre prevención frente al calor y la incorporación de criterios de adaptación climática en el urbanismo mediante soluciones basadas en la naturaleza.
París, ejemplo a seguir
Ane pone a París como ejemplo de buenas prácticas en la lucha contra el cambio climático: “En los últimos años se está transformando el centro de la ciudad para hacer frente a dos problemas: el calor y la contaminación. Están quitando espacio a los coches y transformando las calles en espacios verdes que funcionan mejor frente a las temperaturas extremas. Han plantado nuevos árboles, han creado zonas verdes con diferentes especies de vegetación, han ampliado los carriles bici… Y con todo ello han conseguido reducir de forma muy notable la contaminación”.
Sin embargo, para Marta Olazabal el principal problema no está en las grandes urbes sino en los núcleos de población más pequeños, tal y como manifiesta: “Me preocupa más la situación de pueblos y ciudades con menos recursos, donde la diversidad poblacional y la vulnerabilidad social aumentan. Cualquier acción climática debe considerar a estos grupos para ser efectiva”.
Medidas en edificios y viviendas
Ane Villaverde remarca que además de los planes urbanísticos es importante acondicionar los edificios y las viviendas. Una de las medidas más extendidas es el uso del aire acondicionado, algo que para la investigadora guipuzcoana resulta elitista. “Solo lo usarán quienes puedan pagarlo y además calienta la ciudad”.
La experta propone diseñar edificios con “una fachada más clara, y que las viviendas tengas persianas o toldos”. En este sentido recomienda bajar las persianas durante las horas más calurosas y dormir con la venta abierta, gestos sencillos que ayudan a refrescar la vivienda y combatir el calor.
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