Por ser rebelde e inconformista, la experiencia del diagnóstico de una “esquizofrenia paranoide” se convirtió en algo verdaderamente traumático para Cristina, paciente de salud mental y presente en la concentración del Día Mundial de la Salud Mental. “Cuando te diagnostican, pasas a formar parte del sistema. Un sistema cerrado. Pierdes tu libertad”, explicaba. “Entras en el bucle de las imposiciones, los ingresos involuntarios, las contenciones...”, enumeraba. Algo que, para ella, “como persona que denota alegría, carisma y ganas de vivir la vida, es muy traumático”.

Bajo su punto de vista, el modelo actual patologiza y medicaliza en exceso a las personas con la “salud mental deteriorada” –debido a que “todos podemos sufrir en algún momento una crisis”, a Cristina le gusta describir de esta manera esta situación–. “Yo quiero vivir mi vida de manera libre, sin imposiciones”, reclamaba, “y no con las 18 pastillas diarias que llegaron a recetarme durante una época de mi vida”. Por eso, ahora no toma medicación.

Además, Cristina demanda al sistema una interacción entre profesionales y pacientes “empática, de tú a tú”, en la que se desdibuje la línea jerárquica “que distingue al sanitario del paciente” y donde todo sea claro. “No pueden reducirse a decir ‘este es el problema que tienes y esto es lo que tienes que tomar’, necesitamos que nos den información jurídica y médica”, añadió.

Finalmente, Cristina quiso exponer la falta de libertad que sufren los pacientes ingresados. “Sales lo justo para tomar un café y dar un pequeño paseo. ¡Así te vas más deprimida de lo que entraste!”, relataba. Por este motivo, ella no termina de estar de acuerdo con cómo se han hecho las cosas hasta ahora. “El estigma y la forma de actuar alrededor del paradigma de una ‘esquizofrenia paranoide’ generan un ruido a nuestro alrededor que es contraproducente para nuestro bienestar”.