Circulaba por la Ronda Oeste de Pamplona en dirección a la autopista cuando de repente un chivato de color amarillo se activó en el panel del camión. Eran las 11.35 horas del 29 de octubre y el camionero se dirigía a la Ribera, pero a la vista del aviso, se desvió a un taller especializado en Cordovilla para que procedieran a analizar la avería. Dijo que no hubo nada que le llamara la atención y, por tanto, tampoco se fijó que de su tráiler caía un reguero de gasoil considerable.

El vehículo fue vertiendo combustible a lo largo de más de tres kilómetros, generando un grave riesgo para los usuarios de la carretera. De hecho, sobre las 11.45 horas, el conductor de una motocicleta Ducati que circulaba por el polígono industrial de Cordovilla, en dirección a la estación de ITV, no se percató de la existencia de combustible en la calzada, se resbaló y cayó al suelo. Como consecuencia, la moto sufrió daños y su conductor sufrió lesiones en el tobillo que el tuvieron 136 días con perjuicio de calidad de vida. Se le fracturó el maleolo y tuvieron que implantarle una placa con tornillos. La compañía aseguradora le indemnizó pero el camionero tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados.

La Fiscalía le acusaba de un delito contra la seguridad vial por crear un grave riesgo para la circulación en concurso con un delito de lesiones por imprudencia grave. Le pedían 17 meses de prisión pero la juez de lo Penal 1 terminó absolviéndole al entender que no había actuado de forma dolosa, es decir, que no era consciente de que su camión perdía gasoil y que por ello no detuvo el vehículo.

La sentencia recuerda que la discusión esencial del pleito residía en si el acusado era consciente del vertido de gasoil en la calzada y pese a saberlo continuó conduciendo, asumiendo por lo tanto, por lo menos un dolo eventual, que estaba produciendo un grave riesgo para la circulación, o si no fue consciente de ello hasta que llegó al taller. La jueza dice que “lo cierto es que la prueba practicada ha sido insuficiente para entender probado que el acusado era consciente de que estaba perdiendo gasoil en la vía”.

El acusado declaró que estaba realizando los repartos ordinarios y que, cuando se dirigía a Cintruénigo, al incorporarse a la autovía, se le encenció un piloto amarillo de aviso en la cabina, por lo que se fue directamente al taller, que estaba cerca del lugar donde se encontraba y que es el taller de referencia junto a la variante. El camión tenía 16 metros de largo y el procesado señaló que no supo en ningún momento que perdía gasoil, puesto que el aviso de avería no sabía con qué se correspondía. Explicó que el aviso rojo debe detener el vehículo y que el amarillo es un aviso que en principio no impide seguir circulando con normalidad hasta llegar a un local de reparación.

NO SE VEÍA DE DÓNDE CAÍA

El jefe de taller que recibió el tráiler declaró que cuando este llegó a las instalaciones se veía claramente caer el líquido, el gasoil, pero que no se veía de dónde caía. Así, levantaron la cabina para acceder al depósito, que queda a la derecha del conductor, y que este no podía verlo desde su localización. Asimismo, confirmó que una avería en el filtro de gasoil no tiene aviso automatizado y que el acusado no podía conocer la avería que tenía y expuso que la decisión de acudir inmediatamente al taller “era la más acorde y adecuada con la información que el sistema de alarma le suministraba”.

EL MOTORISTA NO PUDO VER LA MANCHA

Un agente de la Policía Foral que intervino en el atestado del accidente declaró que el reguero que dejaba el camión era claro, que era un vertido relevante que para el conductor debió ser evidente. Pero la jueza destaca también la declaración del motorista accidentado, que señaló que se dirigía a pasar la ITV y “en una de las curvas notó el suelo resbaladizo, que tuvo que frenar para ir más despacio pero la moto no frenaba ni la pudo enderezar, por lo que se cayó. Afirmó de manera clara y taxativa que él no había visto sustancia alguna en el suelo, que el gasoil casi no se veía porque el color del suelo era parecido, y que solo se notaba al frenar o girar”.

De esta forma la jueza dice que “tal afirmación es ciertamente relevante para valorar el grado de conocimiento que podía tener el ahora acusado, dado que si quien llevaba una moto, casi al ras de la calzada, no llegó a ver el gasoil en la vía, resulta difícil que pudiera verlo el camionero por los retrovisores de un tráiler de 16 metros de largo”.

Por ello, la sentencia finaliza que tales extremos “llevan a considerar acreditado que el acusado no fue consciente del vertido, o por lo menos que persiste una duda más que razonable sobre ello”. Estos indicios, añade la jueza, “no se ven desvirtuados por la manifestación del agente de la Policía Foral que dijo que cuando su compañero habló con el acusado ese mismo día le dijo que durante el camino hacia el taller varias personas le habían hecho señales de que iba perdiendo gasoil. Tal conversación fue negada por el acusado desde su declaración en la Policía Foral y lo cierto es que no ha podido corroborarse que se produjera de esa manera”, sentenció la jueza.