La acababa de violar y, consciente del estado de trauma en el que había dejado a la joven, volvió a la habitación y abrió lentamente la puerta con un cuchillo en la mano. La chica, de apenas 22 años, estaba llamando a una prima suya para alertarla de lo que le acababa de ocurrir. Al ver que el agresor entraba de nuevo en el dormitorio, y tras escuchar que su prima le decía que le grabara, la joven colgó la llamada y enfocó al violador. Ella lloraba muy afectada, mientras el violador le pedía perdón, de rodillas, pero sin soltar el cuchillo. A continuación, la joven salió desesperada a la calle, en una localidad de la Comarca de Pamplona, para intentar acudir a una comisaría.

En esos momentos se encontró a una patrulla que pasaba por la zona, a quienes hizo gestos para que se detuvieran. A pesar de la dificultad para explicarse por no conocer apenas el castellano, les dijo que habían intentado violarla y les enseñó el vídeo grabado. Los agentes acudieron al portal al que les guió la víctima, que lloraba con desconsuelo. De hecho, fue trasladada a la comisaría de la Policía Foral y allí sufrió una importante crisis de ansiedad que provocó que perdiera el conocimiento en dos ocasiones y se la llevaran a un centro médico.

En la posterior exploración en el hospital, además del malestar psicológico intenso que presentaba, se observaron varias lesiones en su zona genital y en el cuello. Los hechos han sido juzgados en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra, que ha condenado al agresor por un delito de violación a diez años de prisión. Además, le imponen una orden de alejamiento durante 15 años, otros 6 años de libertad vigilada y una indemnización de 12.000 euros en favor de la víctima por los daños morales causados. El condenado es un hombre de 60 años, de origen suramericano y vecino de la Comarca de Pamplona. Residía con su mujer en el domicilio y en dicho piso convivió la víctima durante cuatro meses, en una habitación de alquiler. La joven se encargaba de pasear a los perros del matrimonio y podía hacer uso de las zonas comunes de la vivienda.

Un acoso que culminó en la agresión

Los hechos se iniciaron a partir de octubre de 2021 después de que el acusado regresara de unas vacaciones con su mujer en su país de origen. La sentencia recalca que por aquellas fechas el acusado empezó a acosarla en el domicilio, aprovechando que se encontraba a solas. Le efectuaba tocamientos y frotaba sus genitales contra ella. La víctima le decía no quiero y, para evitarlo, se encerraba en su habitación para no verlo.

Ya en noviembre de 2021, el procesado le efectuó tocamientos cuando se encontraba en el cuarto de estar. El acusado le manifestó que quería acostarse con ella y la chica le mostró su negativa. Sin embargo, al día siguiente, cuando ella fue a cucharse y volvía a su habitación, el acusado entró de repente en el cuarto. Aprovechó para hacerlo que su mujer se había ido a trabajar. Entonces, se abalanzó sobre la víctima, intentó desnudarla y la empezó a besar. Mientras, la joven se resistía con todas sus fuerzas. Finalmente, el acusado la violó durante unos segundos eternos hasta que ella empezó a chillar y él paró y salió del dormitorio. A continuación, ocurrió lo ya relatado: la llamada de auxilio a su prima, el vídeo grabando al acusado y la petición de ayuda desesperada a la Policía.

La Audiencia destaca en su sentencia que la declaración de la joven demuestra la ausencia de consentimiento y "despeja toda duda en relación a que no existía ningún móvil espurio que pudiera justificar la denuncia frente al acusado". Pero además, el tribunal resalta que la declaración del propio acusado "integra un elemento corroborador de la violación". En su declaración, alegó en su descargo que fue la joven la que entró en su habitación, le pidió arroz y se fue a la cocina. Luego regresó con unas tostadas y que ella "se fue metiendo en la cama por el lugar donde duerme su mujer, le empezó a tocar y él se excitó". Viene a justificar que fue la víctima quien consintió la relación y que la escena del cuchillo fue "porque él se lo puso en el cuello y le pidió perdón porque al empujarla de la cama le hizo daño". Igualmente, la amenazaba con que "si le contaba algo a su mujer le haría daño".

Sin embargo, la Audiencia no otorga ninguna credibilidad al testimonio del agresor. Recuerda que ante la Policía él negó cualquier relación sexual y luego rectificó su versión, reconociendo contactos sexuales pero consentidos, "lo que aparece plenamente justificado por el resultado de la prueba pericial de ADN practicada".

La Sala manifiesta que "la versión fáctica exculpatoria relatada por el acusado aparece total y absolutamente desvirtuada por las pruebas practicadas, reveladoras de que los hechos ocurrieron tal y como ha relatado la víctima. El vídeo demuestra una versión absolutamente incompatible con la tesis sostenida por la defensa del acusado".

Además, el estado psicológico de la joven apreciado por los testigos en los momentos posteriores y por el médico forense revelan que "los actos sexuales ejecutados por el acusado lo fueron sin consentimiento de la víctima, empleando violencia frente a ella, que se opuso en todo momento y que se tradujeron en una intensa afectación psicológica inmediata en la misma".