El vecino de Pamplona Rolando Díaz de Cerio Hernández, de 56 años y trabajador de Volkswagen Navarra, descansa junto a su esposa en una habitación del Hospital Universitario de Navarra (HUN) tras la cornada que sufrió el sábado en el festejo taurino de Los Arcos, de donde es natural.

¿Cómo se encuentra?

Bien, con tranquilidad, esperando lo que digan los médicos.

¿Qué pasó?

Estaba en el vallado, haciendo lo que se podía porque había mucha gente. Vino el toro y desarmó el vallado, lo tiró para arriba, salió fuera y me cogió.

¿Usted dónde estaba?

Estaba en la barrera, al lado de casa de mi madre. Habíamos ido a pasar el día, a comer y a ver el encierro.

¿Sospechaba que algo así le podía ocurrir?

La verdad es que no. En 56 años no me había pasado y no esperaba que me pasara. Cuando era joven sí salía a la plaza, ahora ya no.

¿Es muy aficionado a los festejos taurinos?

Aficionado a ver sí, a participar no. Donde hay un encierro, allá vamos. Solemos ir a otros pueblos, por ejemplo a Carcastillo y esa zona.

Cuando vio que el novillo desmontaba el vallado, ¿qué pensó hacer?

Cuando vi que venía el toro con el vallado en los cuernos, no me dio tiempo a mucho. Intenté meterme detrás del vallado, entre las dos barreras, pero no me dio tiempo a refugiarme.

¿Le dolió?

No, no me dolió nada. Antes de la cornada me pegó un varetazo en el muslo izquierdo, que ese pensaba que me había clavado, porque me quemó. Pero ese no me hizo nada, y la cornada fue después, en el glúteo. Ahí no sentí nada.

¿Se hace largo ese momento?

No, todo pasó enseguida. Me pinchó y me levantó dos veces, y cuando me dejó, que caí de pie, me subí a la barrera. Sin esa protección, habría sido peor. En cuanto se despistó, eché el pie al suelo y me fui al puesto de la DYA, donde me atendieron antes de llevarme al hospital de Estella. Como vivimos en Pamplona, después me trajeron aquí y me operaron.

Ahora a recuperarse, ¿con la idea de volver a ver más encierros?

Sí claro, ya pensando en las fiestas de agosto.