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Fallece el menor electrocutado el pasado fin de semana en Usurbil

El menor estaba ingresado en el Hospital de Cruces por las graves quemaduras que sufría

Fallece el menor electrocutado el pasado fin de semana en UsurbilPEDRO MARTÍNEZ

El menor que resultó gravemente herido electrocutado al subirse a una torre de alta tensión situada en Usurbil ha fallecido, ha confirmado el Ayuntamiento de la localidad gipuzkoana.

El niño, de 11 años de edad, murió anoche en el vizcaíno Hospital de Cruces, donde permanecía ingresado por las graves quemaduras que sufrió.

En un comunicado, el Ayuntamiento de Usurbil ha lamentado la noticia, que su alcaldesa, Agurtzane Solaberrieta Mesa, ha calificado como un "duro golpe, una gran desgracia". La alcaldesa ha subrayado que es "urgente" tomar medidas para que no se vuelvan a repetir sucesos como este y que el Ayuntamiento está en "contacto permanente" con la Ertzaintza para realizar un trabajo conjunto en este sentido.

Relato del angustioso rescate

El suceso ocurrió sobre las seis de la tarde del sábado de la pasada semana, cuando dos menores, uno de ellos el niño fallecido, resultaron electrocutados al subirse a una torre de alta tensión situada en la zona de Errota Berri, en Usurbil.

La rápida actuación de una trabajadora de un comercio cercano y de un cliente fueron fundamentales para rescatar al menor. "Todo pasó muy rápido. Hubo fuegos artificiales, se fue la luz y vi cómo un niño caía desplomado de la plataforma", relataba a este periódico la mujer, muy afectada por unos hechos que ocurrieron en el polígono industrial Osinalde.

El joven, junto a varios familiares y amigos de su misma edad, estaba jugando en el cauce del río Oria mientras su padre se encontraba en la celebración de una boda en un restaurante cercano. En un momento, el chico, junto a su prima, de 15 años, ascendió a una torre de alta tensión, lo que le provocó una descarga eléctrica. "Hubo un chispazo enorme y salí corriendo pidiendo ayuda mientras la niña bajaba de la torre con el pelo quemado", cuenta la trabajadora, que se acercó a la torre sin saber muy bien cómo actuar.

"Un niño mayor, que era el hermano del que estaba arriba, subió a la torre, pero se prendió un pequeño incendio en el chico que iba cada vez a más y que no conseguía apagar", señala la mujer que, entonces, decidió subir a ayudar. "Tenía miedo por si me pasaba a mí algo, pero como veía que al hermano no le había pasado nada y las llamas iban a peor, lo hice", relata.

En ese momento, el menor electrocutado recobró el sentido, al tiempo que las llamas comenzaban a cubrirle todo el cuerpo. "Empezó a quemarse a lo bonzo y se convirtió en una bola de fuego. Intentamos apagarle las llamas, pero no podíamos. Tenía una impotencia enorme. Incluso se me pasó por la cabeza empujarlo abajo para que le apagaran", indica. Un cliente que se encontraba en el comercio y que también había salido al exterior subió a la torre para tratar de ayudarles. "Entre todos conseguimos quitarle la ropa al niño y le apagamos las llamas con la camiseta y con las manos. Fue algo espantoso", rememora la mujer, explicando que, una vez que consiguieron extinguir el fuego, le pidieron al hermano del menor que esperara abajo.

"No sabíamos si bajar con él o quedarnos arriba hasta que vinieran los bomberos", apunta.

Una hora de espera

El cliente que había subido con ella le convenció para que fueran prudentes y esperaran en la plataforma con el niño a los servicios de emergencia mientras el padre y el resto de sus familiares se congregaban abajo, lo que llevó en un primer momento a la impresión de que uno de ellos también había subido. "Ese rato fue el peor porque tuvimos que estar esperando una hora a que se lo pudieran llevar los bomberos", cuenta. A pesar de que los bomberos se desplazaron al lugar de los hechos en pocos minutos, debieron de esperar la confirmación de que la red eléctrica estaba apagada antes de proceder al rescate. "Se pusieron a nuestra altura con una grúa y nos iban diciendo qué hacer, pero el niño no paraba de quejarse y decirnos que le dolía mucho. Incluso nos dijo que le dijéramos a su padre que le quería mucho", indica la mujer, que trató de calmar al niño asegurándole que ya había pasado todo y que se pondría bien. "Fue durísimo esperar ahí con él. El olor era horrible y estábamos en una postura muy mala. Es el peor recuerdo que tengo", confiesa.

Casi una hora después de los hechos, el técnico de Iberdrola hizo acto de aparición y comprobó que la corriente eléctrica estaba apagada. "Tocó todo y tuvimos mucho miedo por si pasaba cualquier cosa, pero, al final, dijo que estaba todo apagado y pudieron subir los bomberos", indica.

Operarios esta mañana junto la torre de alta tensión donde ocurrió el grave suceso.

Así, los servicios de emergencia pudieron estabilizar al niño y llevarlo a una ambulancia para que fuera atendido, de igual modo que hicieron con la otra joven electrocutada. La trabajadora y el cliente, por su parte, fueron derivados a Urgencias, donde les administraron unos geles en las manos y les colocaron unas vendas en las heridas, aunque no revisten de gravedad. "Estoy bien. Es más la imagen de esos instantes de agobio y de todo lo que ocurrió ahí arriba", apunta la mujer.

"Ha sido una negligencia brutal. Está en un sitio de paso, con un camino al lado y el río. No entiendo que estuviera así", añade, explicando que en el momento de los hechos la plataforma se encontraba mojada tras haber llovido por la tarde. "Fue un horror. Está siendo muy duro recuperarse de ello", indicaba.

Las torres de alta tensión deben pasar una inspección cada tres años

Las torres de alta tensión, como la de Usurbil, deben pasar una inspección técnica cada tres años, independientemente de que la línea sea de propiedad de una empresa eléctrica o de un particular, como en este caso. Además, la normativa vigente contempla sanciones de hasta 100 millones de euros para infracciones muy graves.

Según el Real Decreto 223/2008, de 15 de febrero, en el que se aprueba el Reglamento sobre condiciones técnicas y garantías de seguridad en líneas eléctricas de alta tensión, estas infraestructuras deben contar con revisiones periódicas cada tres años para garantizar que se cumplen las medidas de seguridad. En caso de que la propiedad sea de una empresa de transporte o distribución de energía eléctrica, las revisiones las podrán realizar las propias entidades, mientras que, en el caso de un particular, la revisión la debe realizar un organismo de control siempre que la tensión nominal de la línea sea mayor de 30 kV, una cuantía que todo apunta superaba la torre de alta tensión situada en el polígono Osinalde.

En caso de no cumplir con las medidas de seguridad, las infracciones son sancionables de acuerdo a la Ley de Industria y la legislación autonómica. Para infracciones muy graves la normativa contempla sanciones de hasta 100 millones de euros.

Medidas de seguridad

Según se especifica en el decreto, los apoyos eléctricos situados en lugares de acceso público y donde la presencia de personas ajenas a la instalación es frecuente, como en el caso de la torre a la que subieron los dos menores, deberán contar con medidas oportunas para dificultar su escalamiento hasta una altura mínima de 2,5 metros. Además, se establece como preceptivo la señalización de riesgo eléctrico en los apoyos situados en zonas frecuentadas.

En caso de querer instalar una torre que no va a ser cedida a la red de distribución, hay que cumplir lo estipulado tanto en el decreto como en la normativa autonómica. No obstante, estas instalaciones no requieren de autorización, aunque para su puesta en servicio es necesario presentar la documentación exigida (proyecto de la línea, certificado de empresa instaladora, certificado de dirección técnica y contrato de mantenimiento) y pasar las inspecciones y verificaciones iniciales.