La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado de conformidad a dos hombres de origen pakistaní, responsables de un establecimiento de venta de kebab, por cometer agresiones sexuales en forma de tocamientos sobre distintos menores, así como proponerles sexo y enviarles imágenes de connotación sexual por redes sociales. Los hechos se produjeron en 2023 y las víctimas fueron tres menores de edad –dos varones y una mujer– y sobre un hombre de 40 años.

El primero de los acusados es un hombre de 33 años al que le imponen dos años y medio de prisión por dos delitos de corrupción de menores y uno de amenazas. Tendrá que pagar 3.000 euros a cada menor víctima y 600 al varón adulto. Sin embargo, no ingresará en prisión a condición de que abone la responsabilidad civil (de la que ya ha pagado 4.500 euros antes del juicio), no delinca en dos años y realice 182 días de trabajos comunitarios. Le imponen 11 años de alejamiento respecto a los dos menores. Por otro lado, el segundo acusado, de 34 años, se le condena a una pena de 2.160 euros, a indemnizar a la menor con 2.500 euros y a una orden de alejamiento de 300 metros durante cuatro años de la víctima. Este acusado acosó y hostigó durante meses a una menor que pasaba por su local de camino hacia su instituto.

Proposiciones

La sentencia considera probado que en junio de 2023, y durante los meses anteriores, ambos encausados buscaban cercanía con un grupo de amigos que solía transitar su establecimiento y a los que en diversas ocasiones les realizaron proposiciones de carácter sexual, así como tocamientos inconsentidos que molestaron y perturbaron a los menores. De hecho, en ocasiones les llegaron a ofrecer dinero a cambio de mantener relaciones con ellos, a sabiendas de la minoría de edad de estos jóvenes. En concreto, el varón de 33 años se aproximó en diversas ocasiones hacia dos menores –que, en ese entonces tenían 15 y 16 años– a los que les realizaba tocamientos.

En lo que respecta al menor de 15 años, el encausado se acercó el 15 de junio de 2023 –hacia las 19.35 horas– hacia el joven que se encontraba en un banco próximo al establecimiento y le acarició distintas partes. Tras esto, el menor le empujó con intención de quitárselo de encima. Esto se repitió a lo largo de tres semanas. Posteriormente, una tercera persona le facilitó el número de teléfono del menor, de manera que el encausado le enviaba fotografías de bananas y cebollas. Y en una ocasión le ofreció 20 euros a cambio de que le acompañara a su casa para “follar”. Las víctimas rechazaron todos los mensajes y los denunciaron.

Por otro lado y de manera similar, entre marzo y junio de ese mismo año, el encausado se acercaba con frecuencia a otro menor de edad, que solía estar en las inmediaciones del establecimiento, y le trataba de acariciar diferentes partes del cuerpo con el rechazo del menor. En alguna ocasión le propuso sexo tanto a él como a sus amigos con frases obscenas. También le envió la foto de unos genitales de hombre. En mayo de 2023, el encausado agarró al joven de las caderas y recibió un empujón de su parte, así que con intención de amedrentarle, el acusado sacó una navaja y se la colocó en el cuello al menor hasta que otro joven le empujó y le liberó.

Finalmente, queda probado que en abril de 2023, un hombre –que en ese entonces tenía 38 años– se encontraba en el establecimiento jugando a la máquina tragaperras cuando el encausado se acercó por detrás y le susurró “qué culo” en la oreja izquierda. Después de que se enfrentara a él, se marchó. No obstante, quince minutos después, el varón se dirigió al baño para orinar y el encausado le tocó su nalga con la mano derecha.

El segundo condenado

En lo que se refiere al segundo procesado –el hombre de 34 años–, la resolución narra que entre los meses de marzo y mayo de 2023 buscaba la cercanía constante de una menor de edad, de 17 años. De esta forma, todas las mañanas, hacia las 8.15 horas, cuando la joven se dirigía hacia el instituto, él la observaba desde su establecimiento comercial y se dirigía a ella haciéndole diversas preguntas y manifestaciones –a dónde iba, cómo se llamaba, le expresaba que era muy guapa y diferente, le preguntaba si tenía novio, etc–.

Ella le respondía que no quería hablar con él y que era menor; sin embargo, el encausado insistía y continuaba con dicha actitud. Y esta circunstancia se repetía también a las 14.30 horas, momento en el que ella regresaba a su casa. Como consecuencia de esto, la joven terminó pidiéndole a una amiga suya que le acompañara a su casa y dejó de salir si no era en compañía de su padre o algún otro familiar porque le producía ansiedad. Pero él continuaba enviándole solicitudes de seguimiento a través de Instagram, le llamaba y le preguntaba a sus amigos por ella.