Cuando en 2018 los responsables de la Itzulia encargaron a Haimar Zubeldia el diseño de la primera etapa, el exciclista usurbildarra, entonces recién retirado, quiso apostar por un trazado eminentemente costero. “Sería bonito recorrer las carreteras guipuzcoanas que bordean el mar”, pensó. Dicho y hecho. El único condicionante previo residía en la salida y en la meta, que debían ubicarse en Zarautz.

A partir de ahí, Zubeldia ideó una nerviosa jornada de 162 kilómetros que implicó transitar Jaizkibel (subido desde Hondarribia), el alto de Ventas de Orio pasado Igeldo (subido desde Donostia) y el tramo de la N-634 que da acceso a Getaria junto al Cantábrico, antes de subir Garate para asomar al océano desde las alturas. Transcurridos cinco años, el trayecto entre Amorebieta y Baiona con el que el Tour 2023 abandonará Hegoalde hoy lunes, 3 de julio, recuerda, y mucho además, a aquella idea original del excorredor guipuzcoano.

Zubeldia subraya ahora que la ronda gala significa “una gran exposición”. Y por ello entiende perfectamente que los encargados de diseñar las etapas vascas hayan apostado por un trazado similar al que él mismo ideó hace cinco años. “Se trata de enseñar todo lo que tenemos... Si te fijas, en las tres etapas vascas no se repite prácticamente ninguna carretera. Está bien pensado porque hay que aprovechar todas esas horas de retransmisión. Y la costa, además de bonita, es algo muy nuestro”, agrega el usurbildarra, quien a partir de ahí establece distinciones entre la Zarautz-Zarautz de 2018 y la Amorebieta-Baiona de 2023. “En mi caso, como incluí la subida al muro de Elkano en los kilómetros finales, tuve que introducir algo de dureza previa ascendiendo a Garate y Aia. Si no, habría llegado un grupo demasiado numeroso a esa pista del tramo decisivo, que era muy estrecha”.

El día “más tranquilo”

El exciclista guipuzcoano contrapone al diseño de aquella etapa los trazados algo más conservadores de este próximo Tour. “Creo que los organizadores franceses son plenamente conscientes de los recorridos que se pueden hacer aquí. Pidieron etapas con nuestra esencia, con la esencia de la Itzulia, pero sin pasarnos tampoco, porque hablamos de los primeros días de una vuelta de tres semanas. Así, veo que los dos primeros días buscan principalmente que los finales sean movidos, con la subida de Bilbao o con Jaizkibel en Donostia. Un Van der Poel o un Van Aert podría vestirse tranquilamente con el primer amarillo. Y en la segunda etapa pienso que se dará una llegada más numerosa, aunque después de una selección previa”. Zubeldia no prevé diferencias entre los grandes favoritos. Ni en Hegoalde ni en la jornada costera con final en Baiona.

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Las imágenes de la segunda etapa del Tour en Euskadi: de Gasteiz a Donostia Alex Larretxi/EFE

“Para mí, este tercer día sí que será algo parecido a una transición, una especie de entrega de testigo después del arranque en Euskadi. La etapa tendrá un desarrollo más estándar, con una escapada controlada por el pelotón. Después de dos jornadas potentes para empezar, los esprinters se verán ante su primera oportunidad en la prueba, y pienso que sus equipos mantendrán a la fuga atada en corto. De esos tres primeros días de Tour, creo que este será el más tranquilo”, reflexiona Zubeldia. Cabe subrayar, en este sentido, que el pelotón deberá coronar Trabakua, Milloi (ambos puertos en tierras vizcainas) Itziar y Ventas de Orio, situándose esta última cima a unos 85 kilómetros de la línea de meta. No habrá más dificultades montañosas en el recorrido, pues se evitará la carretera de Jaizkibel, ya transitada la víspera.

Ni Corniche ni Eibar

No, los kilómetros finales de la etapa no resultarán especialmente exigentes, debido a la mencionada circunstancia con Jaizkibel y también al hecho de que no pueda incluirse en el recorrido la carretera de la Corniche que une bordeando el mar Hendaia y Donibane Lohitzune por Sokoa. Se trata de un trayecto repleto de toboganes y muy expuesto al viento que podría haber dificultado el último tramo de la jornada. Sin embargo, el riesgo de desprendimientos es una amenaza constante en los bellos acantilados de la zona, habiendo provocado más de un cierre en los últimos meses. Los arcenes de esta calzada se llenarían de público para asistir al paso del pelotón y de la caravana publicitaria previa, lo que multiplicaría los citados peligros. Así, la organización del Tour no ha podido incluir en el menú del día un tramo que sí pretendía programar en un principio.

Más allá del quebradero de cabeza que esto haya podido suponer, la resolución del asunto no significa polémica alguna. Media un problema de seguridad y cualquier precaución es poca. Mientras, sí ha generado un mayor debate el hecho de que Eibar no haya sido incluido entre los puntos de paso del Tour. Ninguna de las tres etapas vascas transita la villa armera, tampoco la tercera, que de hecho evita su núcleo urbano para buscar la costa directamente desde Amorebieta, rumbo a Urdaibai. Eibar, cuna del ciclismo euskaldun y epicentro de la Itzulia, nuestra prueba de referencia, merecía posiblemente un guiño que no se ha terminado produciendo.