Unas 20.000 toneladas de emisiones de CO2 al año, 350.000 metros cuadrados adicionales que calentar e iluminar y cientos de vehículos para trasladar a más de 3.000 personas y la renuncia a un ahorro de 114 millones de euros: son las cifras del viaje mensual de la Eurocámara a Francia para sus plenos, un gasto e impacto ambiental que la crisis energética vuelve a poner en cuestión.

El debate sobre la conveniencia de mantener esta sede resurge a menudo entre los miles de eurodiputados, asistentes, personal parlamentario, intérpretes y periodistas que viajan doce veces al año a Estrasburgo para cuatro días de trabajo en la sesión plenaria de la institución, la única función legislativa del Parlamento Europeo que se lleva a cabo en Francia.

El resto del tiempo, los eurodiputados llevan a cabo su labor entre comisiones parlamentarias y reuniones de grupo en Bruselas, una división de funciones en marcha desde principios de los 90 y que ahora muchos diputados rechazan por la huella ecológica y coste económico del desplazamiento mensual.

Un informe del Tribunal de Cuentas Europeo de 2014 cifraba en 114 millones de euros el ahorro anual si se trasladase la actividad de Estrasburgo a Bruselas de forma permanente, mientras que un cálculo de la secretaría general del Parlamento apunta a que la suspensión de los viajes a Francia durante 2020 por la pandemia contribuyó al ahorro de más de 26 millones de euros.

Otro estudio de 2007, comisionado por el grupo parlamentario de los Verdes, apuntaba a que el esquema de dos sedes es responsable de un mínimo de 18.901 toneladas de emisiones anuales de dióxido de carbono al año.

Los propios tratados de la Unión Europea recogen que la Eurocámara debe celebrar doce sesiones plenarias al año en la ciudad francesa, símbolo de la amistad francoalemana tras las guerras mundiales.

Una carta del eurodiputado alemán de los Verdes Daniel Freund a la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, ha recuperado el debate sobre este desplazamiento al pedir que la Eurocámara “lidere con el ejemplo” y suspenda los viajes mensuales a Estrasburgo “mientras dure la crisis” actual para ahorrar costes y reducir el consumo energético.

“Mientras algunos ciudadanos europeos prevén no poder calentar sus casas este invierno, el Parlamento está calentando, iluminando y operando dos complejos de edificios al mismo tiempo. Ahora mismo debemos aprovechar todas las posibilidades para ahorrar energía y reducir nuestra dependencia de los recursos rusos”, escribe Freund en la misiva, enviada a tres semanas del primer viaje a Estrasburgo el 12 de septiembre.

Francia, frontalmente opuesta

Pese a que muchos eurodiputados son favorables a cuestionar el esquema de la sede doble en el pasado, cualquier iniciativa en este sentido se encuentra con la inevitable oposición de Francia, que se niega a perder la sede de una institución europea, con el prestigio y la actividad económica que conlleva para Estrasburgo.

La primera respuesta es precisamente de un eurodiputado francés del partido de Emmanuel Macron, Pierre Karleskind, que le dice a su colega alemán que “está completamente de acuerdo con él”, solo que el viaje que debería suspenderse es el de ir a Bruselas. l

Cuota de carbono europea

Regulación de los vuelos privados

Propuesta. El ministro francés de Transportes, Clément Beaune, quiere abrir el debate en la UE sobre la regulación de los vuelos privados y sugiere la posibilidad de que se fijen “cuotas de carbono a escala europea”. Beaune dio a entender que cuando se superaran las cuotas atribuidas a esa actividad, se impondría un gravamen por las emisiones de dióxido de carbono. Reiteró la idea que había lanzado en la prensa el fin de semana de que habría que limitar la utilización de los jet privados pero con mesura. “Se trata de abrir este debate a nivel europeo de forma responsable y evitando las medidas e ideas demagógicas como la prohibición”, señaló Beaune.

En corto

Tratados

Modificación. Un cambio permanente para llevar a Bruselas toda la actividad de Estrasburgo requiere desempolvar los Tratados de la Unión Europea para una reforma que requeriría la unanimidad de todos los Estados miembros, incluida la reticente Francia, por lo que es todavía muy improbable que se pueda llevar a cabo.

Precedente

Pandemia. Un portavoz de Metsola aseguró que la Eurocámara “seguirá operando en cumplimiento de los Tratados” y descartó que la situación de crisis energética actual sea comparable a la que obligó al Parlamento a relegar sus sesiones a Bruselas durante 2020 y 2021 en plena pandemia, “con confinamientos, restricciones de viaje y teletrabajo obligatorio en toda Europa”.

Medidas

reducción del consumo. Entre las medidas de ajuste figuran ajustes de la calefacción y el aire acondicionado en los edificios parlamentarios para ahorrar y cambios en la iluminación, calefacción, ventilación y aire acondicionado de los edificios fuera de las horas de oficina y cuando no se están usando. La Eurocámara también está explorando cómo reducir las emisiones de carbono derivadas de los viajes a Estrasburgo, que ya bajaron un 65% entre 2021 y 2020, asegura el portavoz.