Seguro que más de una vez nos hemos sorprendido a nosotros mismos o a otras personas hablando solos. No suele estar bien visto y tenemos la percepción de que no se trata de algo normal. Existe aún el estigma y la creencia social de que hablar solo es un síntoma de locura.

Es habitual que hagamos reflexiones en voz alta, que repasemos la lista de la compra e incluso que expresemos a viva voz nuestro malestar en alguna situación de enfado.

Tampoco es raro vernos en el coche dando voces ante algún contratiempo del tráfico o frente a la televisión discutiendo al árbitro de turno por una decisión que perjudica a nuestro equipo.

Pues bien, los expertos vienen a decirnos que hablar solos, lejos de ser un síntoma de locura, es un signo de inteligencia y en psicología se le denomina habla autodirigida o habla privada.

A través de nuestro pensamiento, estamos continuamente hablando con nosotros mismos. Cuando a esta voz interior le das volumen, te ayuda a recuperar recuerdos, a concentrarte con más facilidad, a tener más seguridad y a fortalecer tu inteligencia y tu creatividad.

Siete beneficios de hablar solo

1- Potencia la memoria. Los expertos dicen que hablar en voz alta mejora la memorización. De hecho, se dice que no hay mejor manera de aprender algo que intentando explicárselo a otra persona, y qué mejor que a nosotros mismos.

2- Estrategia de motivación. Cuando estamos ante situaciones que se nos plantean como desafío, podemos hablar solos para darnos ánimos y que seamos más productivos. Incluso, si cuando lo hacemos usamos la segunda o la tercera persona (tú, él o ella) en vez de la primera persona (yo), algunos psicólogos aseguran que existe una respuesta positiva mayor al activarse los recuerdos de apoyo que hemos recibido en situaciones pasadas donde nos hemos sentido desmotivados.

3- Favorece el refuerzo de objetivos. Hablar en voz alta exponiendo nuestros objetivos nos ayuda a clarificar nuestras metas y a fortalecer su recuerdo.

4- Guía de actuación. Hablar en voz alta con nosotros mismos mientras hacemos actividades que requieran una pauta de comportamientos nos ayudará a interiorizar estos pasos y a aprender con mayor rapidez.

5- Refuerzo positivo. Felicitarse a uno mismo por el trabajo bien hecho es muy beneficioso para la autoestima. Reconocer los propios éxitos y reforzarlos en voz alta puede ser muy recomendable en épocas de mucha exigencia o desafíos, tanto personales como laborales o académicos.

6- Ayuda a reflexionar mejor. Varios estudios han demostrado que cuantas más dificultades encontramos en aquello que tenemos que resolver, más recurrimos al uso del lenguaje en voz alta como estrategia para resolverlo de una manera más fácil.

7- Favorece el desarrollo de la inteligencia. Si por hablar solo resulta que eres una persona más organizada, resuelves los problemas de una forma más efectiva, recuerdas las cosas con más facilidad y controlas mejor tus emociones y sentimientos, además de fortalecer tu ánimo frente a las dificultades de la vida, entonces estarás dando una respuesta mucho más inteligente, tanto física como emocionalmente.

¿Cuándo deja de ser saludable hablar solo?

No podemos negar que hay casos en los que hablar solo deja de ser saludable y puede ser síntoma de una enfermedad mental grave. Sin embargo, en estas ocasiones la persona suele experimentar muchos otros síntomas que revelan la existencia de un desorden psiquiátrico.

Se trata de los llamados soliloquios que se suelen presentar en trastornos psicóticos (como por ejemplo la esquizofrenia) y son repercusión y respuesta a las alucinaciones auditivas que pueden aparecer en estas patologías. Por lo tanto, en este caso la persona habla o contesta con o a esas voces, y por ello se considera patológico.

De la misma manera, otro caso en el que hablar solo resulta nocivo es en aquellas situaciones en las que la persona la utiliza para menospreciarse o transmitirse mensajes negativos que pueden derivar en estados de ansiedad y depresión.

Por lo tanto, hablar con uno mismo no tiene por qué ser considerado algo anormal, una patología o un trastorno mental, siempre y cuando no vaya acompañado de otros síntomas y no interfiera en el funcionamiento normal de la persona.