EL pasado septiembre sabíamos que el enésimo problema de Facebook se traducía en la pérdida de los datos de hasta 50 millones de perfiles en Facebook. Como la energía, los datos no se destruyen, sino que se transforman. Las investigaciones que se realizaron, no determinaron con claridad con qué intención fueron sustraídos. Una de las singularidades que tiene la era digital es su capacidad de clonar cualquier activo expresado digitalmente. Por ello, no sabemos aún dónde pueden estar y cuánto han podido ser usados para actuar en nombre del usuario real. Aparentemente, tampoco se han obtenido ni contraseñas ni tarjetas de crédito.

Veis que he introducido términos de incertidumbre como sin claridad o aparentemente. Básicamente porque conocer todo eso implicaría tener detalle de lo que se llama la dark web (que podemos traducir como web oscura). Para entender este concepto, aclaremos una cosa: se calcula que casi el 90% del contenido de la red no es accesible a través de buscadores ordinarios. Bien porque tienen contraseñas (nuestro repositorio de fotos), porque hay que pagar por verlo (un periódico) o bien porque está deliberadamente oculto. Es lo que se denomina la deep web. Aquí se engloba toda la información a la que no se puede acceder públicamente y que está intencionalmente oculta a los motores de búsqueda, con direcciones IP enmascaradas y accesibles sólo con navegadores especiales. De ahí el término de web oscura.

En esta parte de la red, hay varios mercados especializados en la compra y venta de perfiles con datos personales. La compañía británica Experian, con el fin de poner algo de contexto a por qué nuestros datos personales valen tanto, realizó durante 2017 una investigación en tres de los principales mercados ahí presentes: Dream Market, Wall St Market y Berlusconi Market. El objetivo era tratar de comprar perfiles y datos personales para ponerles precio.

Supongo que habrán escuchado el tan cacareado discurso sobre lo valiosos que son tus datos personales. Algunos incluso los han comparado con el oro o el petróleo. La mala noticia que tengo es que quizás no sea un activo tan preciado como para todas las molestias que en ocasiones nos tomamos. La primera conclusión de la investigación es que un perfil global de cualquier persona se vende por unas 750 libras. Estos datos pueden llegar a incluir desde perfiles en redes sociales, pasando por datos en tarjetas de crédito, hasta usuarios de compra en mercados.

Así, estos datos personales, se descomponen en diferentes grupos. El perfil financiero, es, naturalmente, uno de los más codiciados. Ahí, tus datos de PayPal son los más caros: se pagan hasta 258 libras por tu cuenta de PayPal, frente a los 75 de media que se pagan por la tarjeta de crédito o débito. Acceso a tu cuenta de Amazon o eBay, apenas vale unas 10 libras. Será bastante más barato porque para estas plataformas trazar quién es el que ha accedido de manera fraudulenta, será relativamente fácil. Tu perfil en AirBnB está sobre las 11 libras y el de Uber a unas 5. No es que les interese el perfil de manera explícita, pero sí implícita: conocer tus hábitos para dormir o moverte en ciudad, tienen interés siempre. El perfil de Netflix son 8 libras. El de Spotify 3.

Saquen sus propias conclusiones. Tu perfil de Facebook, de media, apenas son 3 libras. Sin embargo, el de Instagram, casi 5. Acceso a los datos de tu operador de telecomunicaciones, unas 15 libras. Al del email, 2.5.

Lo que queda claro es que todo lo que hacemos tiene un precio. Algunos más que otros. Y la enorme diferencia de precio entre lo que se paga, y lo que se puede llegar a obtener, hace que se trate de un mercado muy atractivo para la delincuencia.

Desde luego que la ciberseguridad es uno de los mayores retos que tenemos por delante en estos años. También saber cuánto vale lo que somos y hacemos.