En el momento de la compra Facebook aseguró que no utilizarían los datos recopilados por WhatsApp para fusionarlos con los que ya recopilaba, para ganar más dinero, y que abogaría por la privacidad de los usuarios, a la que se dirigía la compañía antes de la adquisición. Al poco tiempo, Brian Acton, cofundador de WhatsApp, al ver la dirección en la que Facebook estaba llevando a WhatsApp y al comprobar que no estaban preocupados por la privacidad de sus usuarios, abandonó Facebook e invirtió 50 millones de dólares en la aplicación Signal, para seguir trabajando en aplicaciones de mensajería que fuesen privadas para sus usuarios.

En 2016 WhatsApp añadió la función de cifrado de extremo a extremo desarrollada por Signal gracias a una colaboración que hicieron, y en ese momento Facebook dejó en manos de los usuarios la posibilidad de que los datos recopilados por WhatsApp fuesen utilizados por Facebook. Era algo opcional.

Ahora, en este último cambio que se retrasó hasta mayo por el revuelo causado, Facebook obliga a los usuarios de WhatsApp a aceptar los nuevos términos de uso y la nueva política de privacidad, que implica la obligación de compartir los datos recopilados por WhatsApp con Facebook, terminando el contrato con quien no lo acepte, es decir, que quien no acepte estos cambios no podrá seguir usando la app.

Aunque es cierto que estas modificaciones de momento no se aplican en la Unión Europea, en la política de privacidad de WhatsApp se especifica claramente que los datos que recopila de sus usuarios son compartidos con las empresas de Facebook, aunque no lo haga con Facebook específicamente. No es lo mismo, pero tampoco es tan diferente.

Facebook no puede ver los mensajes que se envían a través de WhatsApp, ni los audios o vídeos gracias al cifrado de extremo a extremo, pero WhatsApp recopila un montón de información relacionada con los usuarios y con el uso que hacen de este servicio: número de teléfono, e-mail, los contactos, información de pago si utilizamos las funciones que WhatsApp ofrece para realizar pagos o enviar dinero a otras personas, nivel de batería del teléfono, tipo del teléfono, lenguaje que utilizamos, zona horaria, interacción con el producto (durante cuánto tiempo al día lo utilizamos, a qué contactos mandamos mensajes, a qué horas, a qué hora mandamos el primer mensaje por la mañana, a qué hora mandamos el último mensaje por la noche, a qué hora nos hemos conectado por última vez, a qué hora nos hemos conectado por primera vez€), la compañía de teléfono que tenemos contratada, el nivel de cobertura que tenemos, la localización de los usuarios€

El modelo de negocio de Facebook se centra en los anuncios, y por eso recopila toda la información que puede de sus usuarios, para tener el mejor modelo predictivo y saber así a quién tienen que enseñar anuncios concretos para que haya más posibilidades de que compren el producto, servicio o idea promocionados. Este modelo de negocio hace que sea imposible que una aplicación garantice la privacidad de los usuarios, porque su objetivo es ganar dinero con sus datos.

Signal, por el contrario, es una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo garantizar la privacidad de los usuarios, y que en gran medida se financia a través de donaciones. Por eso Signal solo recopila el número de teléfono y va a ser siempre mucho más privada que cualquier aplicación que tenga como modelo de negocio los anuncios, o dicho de otra forma, los datos de los usuarios.