El libro Animales ejemplares, de Juan Ignacio Pérez (texto) y Yolanda González (ilustraciones) ejemplifica en cada uno de sus capítulos algún aspecto del funcionamiento de los animales. En la obra se describe, por ejemplo, cómo mantienen un balance equilibrado de agua y de sales; cómo hacen uso de diferentes materiales orgánicos para alimentarse y disponer así de la energía para funcionar y los materiales estructurales necesarios para crecer y proliferar; o los mecanismos que ayudan a muchas especies a tolerar temperaturas extremas. Estas historias permiten comprobar también que los considerados irracionales cuentan con capacidades cognitivas que hace bien poco tiempo no podíamos ni llegar a sospechar. El que fuera rector de la UPV/EHU habla también a lo largo de la charla de la pandemia que asola al planeta y que tiene mucha relación con el mundo animal.

¿Cómo surgieron las 40 historias que conforman Animales ejemplares

Yo las escribía en mi blog en euskera y castellano. Hace tres o cuatro años, la editorial de Pamplona Next Door, especializada en divulgación científica y temas de salud, me hizo la propuesta de hacer un libro con ilustraciones sobre este tema, y me interesó mucho.

¿Un libro apto para todos los públicos, incluso para los que somos ignorantes de la vida animal y sus costumbres?

Sí. Es un libro científico en el sentido de que a través de la ciencia es como se abordan los temas, pero a la vez es un libro de divulgación. La ilustradora es magnífica, Yolanda González, y los textos los he preparado con mucho cuidado para que puedan ser aptos para mucha gente; no sé si es para todo el mundo, aunque estoy convencido de que puede llegar a públicos muy amplios.

A veces el lenguaje que se usa en temas científicos no está al alcance de la mayoría de la gente.

He tratado de sustituir los tecnicismos por un lenguaje de uso común. Que sea un libro divulgativo no quiere decir que no se pueda entender.

¿Qué le motivó a usted a meterse en la vida de los animales y sus costumbres?

Que no veía este tipo de historias en ningún otro lugar. No encontraba una colección de historias como las que yo tenía en la cabeza. Enseño esas cosas en clase, en la universidad, pero no es lo mismo enseñar esto a estudiantes de Biología que contárselo a todo el mundo. Esa es la razón por la que acepté la propuesta de la editorial navarra. Es un trabajo muy cuidado, están detalladas las fuentes, he introducido elementos literarios, poemas y textos en los que se alude a los animales.

¿Qué peso tienen las ilustraciones?

Son muy importantes. Estas ilustraciones no cumplen solo una función decorativa, sino que tienen una función narrativa. Yolanda González leía previamente el capítulo para el que tenía que hacer las ilustraciones, hacía varios bocetos y nos los enviaba al editor y a mí. Los comentábamos y los discutíamos, hasta que llegábamos a un acuerdo. Ella interiorizaba cada historia y la ilustración aporta contenido a lo que yo he escrito.

¿Con qué tipo de animales se topará el lector cuando pase las páginas de este libro?

Hay 80 especies distintas, Todas las que nos podemos imaginar. Hay desde medusas hasta seres humanos, pasando por gusanos de diferentes tipos, hormigas, distintas especies de peces€

Pues entre los peces los hay muy raros.

Eso ocurre en todas las especies. Están las más conocidas por nosotros y otras de las que sabemos poco. Es cierto que hay peces muy raros, hay unos que se llaman peces hielo que no tienen hemoglobina, no tienen glóbulos rojos. Entre los reptiles está la tortuga laúd, una de ellas apareció varada y muerta en Sopela (Bizkaia). En el libro te encontrarás con salamandras, ranas, sapos€ Y hay muchas aves; creo que es de lo que más hay.

Llama mucho la atención el gusano zombi.

Ja, ja, ja€ Realmente no son zombis en el sentido que entendemos este término, pero se les llama así. Son unos gusanos que se alimentan de huesos de ballena.

Su libro enseña cómo los animales se enfrentan a los retos.

Las historias que escribo muestran cómo las especies consiguen salir airosas de ciertas situaciones muy extremas. Para que nos hagamos una idea, una de las especies que aparece en el libro es el pingüino emperador. Vive en la Antártida, en una zona donde soplan vientos huracanados a temperaturas entre 50 y 70 grados bajo cero. No es nada fácil vivir allí y tienen que afrontar unos retos terribles. Hay aves que sobrevuelan el Himalaya, también las hay que superan esta cota y llegan hasta los 11.000 metros de altitud. Son alturas en las que casi no hay aire en el que sostenerse, ni oxígeno que respirar. Hay cachalotes que se sumergen hasta 3.000 metros de profundidad cuando van a cazar calamares gigantes.

¿Cuánto sabemos a nivel general del mundo animal?

Poco. Yo también sé poco y llevo toda la vida dedicándome a él. La ignorancia es infinita. Lo que desconocemos es infinito y lo que conocemos es una parte mínima de lo que hay. Esto que digo vale para mí, que he vivido investigando biología animal y enseñándola a mis alumnos. Tenemos volúmenes de conocimiento muy pequeños en comparación con todo lo que se puede conocer.

Curiosidades€

Curiosidades no. A veces, se toman estos temas de los que habla el libro y muchos otros que no aparecen como cuestiones anecdóticas y no lo son. Muchas de estas cosas nos ayudan a entender el mundo en el que vivimos. Nosotros somos animales y en la medida en la que lo somos, compartimos muchos rasgos con otras especies. Es conveniente tener cierto conocimiento de la lógica que impera en el mundo animal y en la naturaleza en general.

¿Iría mejor el mundo si tuviéramos más conocimientos sobre el comportamiento de la vida animal respecto a la naturaleza?

Es difícil de saber. Yo sostengo que el conocimiento en general nos ayuda a vivir, y también en este caso el conocimiento del mundo natural. Creo que si lo conociéramos mejor lo valoraríamos más y, por lo tanto, lo cuidaríamos más y tendríamos un mundo mejor.

Dicen que la crisis sanitaria que se ha comido un año de nuestras vidas viene motivada por no haber respetado la naturaleza.

Es difícil valorar eso, aunque sí que parece que hay una relación entre lo que ha ocurrido y la alteración de los ecosistemas. Cada vez hay más datos que apuntan a que según vamos deteriorando ecosistemas aumenta el paso de agentes patógenos. Ahora nos ocupa este coronavirus desde lo que eran especies reservorio, los murciélagos en este caso. En los lugares en los que los reservorios se cuidan más y hay más diversidad, estas transacciones se dan con menor frecuencia.

¿Se hubiera podido evitar la pandemia?

Eso no lo podemos saber. En este caso estamos hablando de un fenómeno que tiene mucho que ver con la cultura china, con la manera en la que se relacionan los chinos con los animales. Hay datos que señalan que el deterioro de los entornos facilita la transmisión de patógenos de otras especies animales a los seres humanos.

Fue rector de la UPV/EHU durante una parte de la primera década de este siglo. ¿Cree que ha cambiado mucho la universidad?

Fui rector desde abril de 2004 hasta principios de 2009. Y sí, la universidad ha cambiado mucho, ha evolucionado; básicamente, lo que ha ocurrido es que ha mejorado. Ahora la edad media del profesorado, aunque ha entrado gente joven, es más alta. Yo fui rector con 44 años. Los que llegaron después han sido rectores con más edad. También ha cambiado en que ahora hay muchísimos profesores euskaldunes en comparación con los que había en mi época de rector. Entre los cambios está el proceso de Bolonia, hay nuevas titulaciones y se hace más investigación. En líneas generales, ha cambiado a mejor.

¿El virus que estamos sufriendo puede llegar a acabar con la humanidad?

Hay estudios muy serios en Oxford sobre el fin de la humanidad. El mundo se puede acabar por un asteroide, por una guerra nuclear o por una pandemia, pero en serio, yo soy optimista al respecto de la situación que estamos viviendo.

¿Pone más en valor a los científicos y sus advertencias?

A la postre, sí. La solución va a venir de la mano de vacunas y de fármacos. Si no tenemos vacunas o fármacos, esto se convierte en una escabechina.

¿Con más inversión en ciencia le iría mejor a España?

No estoy seguro, pero con más cultura científica por parte de la gente, sí. Más que resolverse este problema, se habría abordado de una forma más racional. Muchas de las posturas negacionistas tienen que ver con la falta de cultura científica, y no solo por parte de la sociedad, también de los mandatarios, que a veces dicen algunas cosas que luego generan mucha desconfianza.

También muchos desconfían de la vacuna porque se ha elaborado de una forma exprés, cuando generalmente se suelen emplear diez años en ponerlas en circulación.

Se han aplicado técnicas que ya estaban probadas en animales, y también había mucha prisa. Si en este caso se hubieran tardado diez años, no habría servido la vacuna de gran cosa, porque para entonces ya habría habido inmunidad de rebaño, pero a costa de la vida de muchas más personas.

La gripe española duró dos años€

Esta pandemia sin la vacuna duraría más por la protección que usamos. La gripe española, al no tener vacunas, acabó llegando a toda la población susceptible y tuvo efectos devastadores. Se calcula que al menos murieron 50 millones de personas.

Habla usted de población susceptible, ¿hay personas que pueden no contagiarse a pesar de estar expuestas?

Probablemente haya organismos que no se vayan a contagiar, personas no susceptibles de contagiarse y en las que el virus no penetre. Pero tampoco es algo que sepamos con seguridad. Hay diferencias genéticas que tienen mucho que ver con la incidencia en unas personas y en otras. Todavía hay muchísimas cosas que no sabemos sobre el virus que está circulando.

PERSONAL

Edad: 60 años.

Lugar de nacimiento: Salamanca.

Formación: Licenciado en Biología. Tiene la cátedra de Fisiología.

Trayectoria: Da clases de Fisiología en la facultad de Ciencias en la Universidad del País Vasco. Fue rector de la UPV desde abril de 2004 hasta principios de 2009. Forma parte del Consejo de Coordinación Universitaria y del Consejo Científico y Tecnológico. Es también coordinador de la cátedra de cultura científica. Es miembro de Jakiunde (Academia de las Ciencias, de las Artes y de las Letras Vascas). Se ha dedicado a la investigación, sobre todo orientada a la fisiología de los animales marinos.