En su obra, Orange reflexiona sobre la infancia y el origen de la personalidad, mientras policías y criminales recorren los lugares más sombríos de Valencia, la ciudad donde nunca se pone el sol. Toda la vida de Ignacio Durán, un metódico médico de familia, gira en torno a su hijo Samuel, de apenas unos meses. Por ello su mundo se viene abajo cuando el bebé desaparece de su cuna mientras el padre se queda dormido después de cenar una pizza que le ha servido un mensajero. Angustiado y perplejo por el increíble secuestro en su propio domicilio, en pleno centro de Valencia, de lo que más quiere, Durán da aviso a la Policía, que inicia de inmediato una frenética búsqueda, ya que las primeras horas suelen ser decisivas para resolver los casos de desapariciones.

¿Por qué cree que el género thriller

Porque son novelas que van muy unidas al gusto por el cine, por las series, y a la vez combinan el ritmo de la televisión y de las series, el ritmo más frenético de las imágenes con la literatura que nos hace volar hacia otros lugares, a otras historias a través de la imaginación. Creo que los thrillers te dan una mezcla de todo; las sensaciones intensas, fuertes y vertiginosas que te pueden ofrecer otros medios como la televisión, y a la vez lo que te dan los libros, ese viaje interior. Esto es algo de lo que ofrecen los thrillers para que tengan tantos adeptos.

Tenemos una guerra en ciernes, la lacra de tantas mujeres asesinadas, inmigrantes que se mueren en las pateras, una pandemia... ¿La sociedad necesita aún más adrenalina para estar en tensión?

Creo que los thrillers, y los libros en general, son otro tipo de adrenalina y de tensión. Lo suyo es algo ficticio que se vive como una experiencia más bien lúdica. Es decir, soy consciente de que voy a vivir sensaciones intensas, pero desde el sofá de mi casa, con mi mundo alrededor estable, tranquilo, sin que nadie vaya a sufrir daño ni dolor reales. Son una experiencia lúdica, entretenimiento. En cambio, las pandemias que has nombrado y los gravísimos problemas sociales que nos rodean se viven como un auténtico drama, que es lo que es porque sabes que son algo real, así que los veo como cosas distintas. Estas novelas son la manera de vivir sensaciones intensas, sí, pero desde la seguridad y el convencimiento de que no te va a pasar nada.

Al escribir, ¿dónde busca la inspiración: en los medios, en la dura realidad de la vida o en lo que le han contado?

Mi mente, y la de muchos escritores, siempre tiene una especie de radar que está en continuo funcionamiento, absorbiendo datos. A veces puede ser un medio de comunicación, una novela, una película, pero las fuentes de inspiración están en todo aquello que percibes y que te rodea. Algo te inspira cuando reconoces que sientes la necesidad de hablar de ese algo, porque te interesa mucho y quieres contar cosas sobre ese tema. Es difícil concretar un punto exacto de inspiración, porque estás en continuo proceso de absorción y te van envolviendo las cosas que quieres contar.

Al elegir personajes, ¿son inventados, estereotipos, fidedignos o prototipos?

Para mí, los personajes son uno de los puntos más fuertes de la novela, porque han sido elegidos con mucho mimo y mucha profundidad para que los lectores reconozcan algún rasgo estereotipado. Esto a veces es bueno para que se orienten sobre el desarrollo de la trama y sobre las piezas que hay encima del tablero. Pero por otro lado hay que darles realismo y una originalidad que los haga atractivos. Porque si a los lectores les das lo ya han visto mil veces no tienen estímulos. Pienso que lo mejor es la dosis justa de estereotipo mínima para que los lectores se orienten mejor en la novela, pero dotándoles de vida propia y de una diferenciación total.

Estamos inundados por la cultura estadounidense, por lo que podríamos pensar que los bajos fondos que relata en su novela solo se dan en otros países. ¿Nuestras ciudades también son caladeros para novelas como la suya?

Sí, desde luego. En España se comenten, eso sí, a una escala inferior, crímenes similares a los de otros países. Los datos son estremecedores. En la década entre 2010 y 2020 se registraron algo más de 219.000 denuncias por desapariciones en España, y de ese total 4.685 permanecen activas, la mayoría de menores de edad. Esta es la parte más dramática de la novela, y son cosas que no se suelen hacer públicas.

¿Por qué?

No lo sé muy bien. Tal vez porque como es algo que no se termina de entender quizás podría causar alarma social, pero desgraciadamente la cifra de desaparecidos sin resolver se va engrosando cada año. Y se comenten crímenes que no se resuelven y que están ahí; por desgracia, forman parte de nuestra vida.

¿Son frecuentes los secuestros de niños en nuestro entorno?

En la imaginación y en los miedos de los padres y madres sí que son frecuentes. Cuando un padre pierde de vista a su hijo dos segundos lo primero que piensa es que se lo han llevado. Por fortuna, no es algo que se escuche todos los días. En la cabeza de los padres sí es frecuente que te puedan secuestrar a un hijo; por ello, pienso que sí que interesa como gancho, como trama de una novela, porque es un pensamiento que te tiene en vilo y a la mínima salta el resorte. Esta novela sirve para desatar todos los demonios y también para que haya un espacio para la redención y la descarga de adrenalina.

Al investigar para su libro, ¿ha encontrado que las tramas delictivas que se dedican al secuestro son abundantes?

Diría que en nuestro entorno, no. Por suerte, y lo comento en el libro, muchos de los denominados secuestros son de gente que se va de casa, una sustracción por parte de un progenitor o un hecho con la finalidad de pedir un rescate económico. Pero tramas criminales que tengan otros fines mucho peores que estos son infrecuentes en España. Sin embargo, tampoco sabemos el desenlace de todos los casos, y por eso no podemos afirmar con rotundidad qué pasa con estas personas desaparecidas.

Sorprende la imagen que da en su libro de Valencia. Frente al sol y la paella, usted se refiere a la ciudad canalla, peligrosa...

Vivo en Valencia desde que nací, y he tenido la suerte de conocer sus bondades, pero también algunas maldades. Valencia es una ciudad que tiene muchísimas caras que he querido transmitir. Está la cara turística, la cara fea, la noble, la histórica€ En todas las grandes ciudades es casi inevitable que haya zonas con más recursos y otras más desfavorecidas, sobre todo con el índice de paro que tenemos. No tendría que ser así, pero lo es. La precariedad que hay en ciertas zonas trae consigo conflictos sociales de diferente índole. Es lo que he querido transmitir en la novela, que no todo lo que reluce es oro.

¿La inspectora Bru de su novela Romperás la noche con un grito

Diría que ante todo es una persona que lo da todo, que ha empeñado su vida para ayudar a los demás, para hacer el bien, pero que ese altruismo tan grande, esa necesidad de comprometerse con su trabajo, ha hecho que su vida privada se vaya quedando cada vez más hueca, vacía. Esto es algo que cuando vas cumpliendo años y miras a tu alrededor compruebas que es más frecuente de lo que parece. Hay mucha gente que cuando cae la noche se encuentra vacía. La inspectora Bru representa ese prototipo con muchos matices, con una personalidad potente pero que no solo lucha contra el crimen, sino contra ella misma, porque el resultado es cada vez menos feliz.

En su obra, además de narrar acontecimientos, plantea dilemas morales. ¿Pueden ayudarnos a formar una sociedad más justa?

Podría ser. Ojalá, porque creo que la mayor parte del tiempo actuamos en modo piloto automático, sin pensar. Aquí entrarían en juego los prejuicios, que utilizamos por comodidad, por pereza, por vicio o por automatismo. Me encantaría que cuando alguien leyera mi libro después reflexionara sobre la opinión que tiene de la gente que está a su alrededor. Puede que si cambiase su forma de enjuiciar a los demás, o al menos ciertos actos, tal vez tendríamos un mundo más bondadoso, más justo, y sobre todo más humano.

PERSONAL

Nacimiento: Valencia, 1982.

Formación: Diplomado en Fisioterapia y licenciado en Comunicación Audiovisual. Actualmente compagina su actividad profesional con su gran pasión, la escritura.

Obra: Con La chica del semáforo y el hombre de la noche se convirtió en un auténtico fenómeno entre los lectores. Su última obra es Romperás la noche con un grito (Ed. Planeta).