Audi se ha tomado su tiempo para dar el salto a la electrificación, pero cuando lo ha hecho se ha implicado a fondo. El e-tron que ahora asoma a las calles es solo el primero de una serie de productos con impulsión eléctrica, total o parcial, que la marca de los aros va a poner en escena en los próximos meses. El debutante es un vehículo eléctrico -procura 408 CV y augura 400 km de autonomía-, pero ante todo es un genuino SUV con el ADN de la familia. Así que incorpora todos los adelantos de la tecnología contemporánea, además de los refinamientos inherentes a un automóvil de su categoría y precio (cuesta al menos 82.440 euros).

El e-tron viene a reclamar su cuota de mercado en la incipiente categoría de los SUV Premium con motorización eléctrica. En ella militan tres competidores, uno real (Jaguar i-Pace), otro virtual (Tesla Model X) y un tercero no nato (Mercedes-Benz EQC). Al igual que sus rivales, Audi ha eludido la tentación de distinguir con un diseño singular su primera incursión en el ámbito de la electrificación. En consecuencia, el debutante mantiene una coherencia estética que lo asocia inequívocamente al resto de su familia.

Luce, eso sí, detalles que denotan su especial naturaleza. Es el caso de la parrilla frontal en tono gris metálico, cuyas lamas se abren y cierran en función del flujo de aire requerido para refrigerar el vano motor delantero. Otros rasgos particulares del modelo son la lógica ausencia de salidas de escape, las taloneras en tono gris a la altura de las baterías y la firma lumínica.

Entre las señas de identidad exclusivas destacan, asimismo, los retrovisores virtuales, que sustituyen los tradicionales espejos exteriores por un juego de micro-cámaras y pantallas en las contrapuertas. Esta novedosa tecnología afina la aerodinámica y favorece la visibilidad en condiciones ambientales extremas, pero exige al usuario una adaptación y un desembolso considerables: cuesta 1.810 euros en las versiones que no lo incluyen de serie.

Aunque por hechura el e-tron se aproxima más al Q8, por tamaño encaja entre el Q5 y el Q7. Mide 4,90 metros de largo, 1,94 de ancho y 1,62 de alto. Se trata, por consiguiente, de un SUV imponente cuyo porte se suaviza con rasgos como la cintura envolvente y el techo rebajado, que confieren cierta esbeltez al conjunto. Los 2,93 metros de separación entre ejes sustentan una cabina de cinco holgadas plazas con un hueco de almacenaje a su espalda de 600 litros.

El diseño interior, acorde al elevado estándar de calidad de la marca, se ve realzado por el aporte de múltiples recursos puestos a disposición del modelo. El e-tron cuenta con hasta cinco pantallas táctiles a bordo: a las del Audi Virtual Cockpit de serie, la versión plus agrega una tercera con información sobre el sistema eléctrico; a ellas se pueden añadir las dos de retrovisión situadas en las puertas. Otro detalle peculiar del puesto de mandos es el original pero aparatoso selector del cambio, cuyo manejo poco intuitivo requiere algo de práctica.

Lo primero que llama la atención al tomar contacto con el e-tron es la enorme agilidad con la que se mueve. Más aún teniendo en cuenta se trata de una máquina de notable envergadura con casi dos toneladas y media de peso en orden de marcha; 700 de esos 2.490 kilos corresponden a las baterías que alimentan sus motores. Pues bien, este mastodonte es capaz de progresar de 0 a 100 km/h en 5,7 segundos; la velocidad punta se ha limitado electrónicamente a 200 km/h. Consigue esa vivacidad gracias a la contribución de un sistema de impulsión integrado por dos bloques, uno por cada eje. Su potencia conjunta asciende a 408 CV, mientras que el par máximo se cifra en 664 Nm.

En condiciones normales, el coche se mueve propulsado únicamente por el motor del eje posterior. Si desciende la adherencia o quien maneja el coche solicita una reacción más enérgica, el sistema quattro de tracción integral electrónica se encarga de distribuir la energía entre todas las ruedas para garantizar un avance preciso y decidido.

Además de ágil, el e-tron es sorprendentemente estable para su tonelaje. La explicación se encuentra en el perspicaz reparto de pesos, que ubica las baterías ocupando el piso de la cabina para rebajar el centro de gravedad del coche. El aplomo en sus evoluciones también obedece a la acción combinada del sistema Drive Select y de la suspensión adaptativa. El primero permite elegir entre siete modalidades de respuesta (auto, comfort, dynamic, efficiency, individual, allroad y offroad); esa decisión condiciona la unión al suelo, que se adapta al criterio de selección adecuando el tacto de amortiguación e incluso la altura del vehículo (más baja en autopista).

El e-tron se puede conducir con el sosiego que requiere un familiar y con el entusiasmo que suscita un purasangre. Sometido a esas o a cualquier otra circunstancia, el nuevo SUV de Audi se comporta siempre con una mezcla de exquisita docilidad y generosa condescendencia ante una eventual falta de acierto o destreza del piloto. Eso sí, una conducción tranquila permite acercarse a los más de 400 kilómetros de autonomía real que Audi promete con una sola carga de la batería. Dicho alcance se consigue, en gran medida, gracias a la contribución del eficaz sistema de recuperación de la energía que instala el modelo. El SUV eléctrico de Audi la obtiene bien por inercia, en las retenciones al levantar el pie del acelerador, o bien cuando se pisa el freno. En ese instante, los motores eléctricos comienzan a actuar como generadores, transformando la energía cinética que se libera en electricidad.

Audi dota al e-tron de abundantes recursos. Además, brinda la posibilidad de activar online, a través de una aplicación, determinadas dotaciones complementarias con carácter provisional. Así, por ejemplo, un cliente puede ahorrar dinero contratando solo para la temporada invernal la función Matrix LED con control inteligente de la luz de carretera, puesto que los proyectores LED que su coche equipa de serie ya vienen preparados para ofrecer esa prestación adicional.