Hay rincones en el paisaje que permanecen en un discreto segundo plano, escondidos de la vista en sendas y vericuetos alejados de los camino más trillados. O simplemente están un poco más allá.

Ahora que la primavera va mediada y es más fácil asegurar el tiempo para un paseo, para una excursión, un objetivo puede ser una salida para conocer la sierra de Madrid. No todo van a ser museos y cañas con tapas.

A apenas una hora de la capital madrileña se pueden realizar diferentes excursiones adaptadas a todo tipo de edades. Algunas de ellas permiten conocer saltos de agua y cascadas que las lluvias y los deshielos primaverales hacen lucir en todo su esplendor.

Estos cuatro puntos ofrecen la posibilidad de poner a punto unas piernas que han decidido dar por terminado un confinamiento urbano y respirar aire libre a pleno pulmón en una primavera liberadora.

1. La cascada del Purgatorio

Esta cascada se encuentra en el cauce de arroyo del Aguilón, que alguno también llaman de Navahondilla, y que aguas abajo se une y hace crecer el río Lozoya. Este ruta es una de las más populares de la zona, el valle del Paular, en el municipio de Rascafría.

El punto de salida es el puente del Perdón, construido durante la primera mitad del siglo XVIII para salvar las aguas del río Lozoya junto al monasterio de Santa María del Paular. Tras un tranquilo y fácil recorrido entre pinos, sauces y avellanos, se llega a la Majada Grande, cuyos cortados anticipan el entorno en el que reina la cascada del Purgatorio con sus 10 metros de altura.

La distancia total es de unos 11,8 kilómetros y se tarda en recorrer unas 3,35 horas. No hay que olvidar que el camino es lineal, por lo que habrá que volver por el mismo camino. Apenas hay un desnivel de 264 metros, por lo que es una ruta apta para toda la familia.

2. Cascada del Hervidero

Otra de las rutas más conocidas es la que lleva hasta la cascada del Hervidero, que la forman dos chorreras, dos caídas de agua que se precipitan formando una gran poza en el río Guadalix.

La ruta comienza en la laguna de los Patos, un área recreativa situada a las afueras de la localidad de San Agustín de Guadalix. A partir de ahí hay que seguir una senda que va por el lado izquierdo del río al que se llega cruzando un puente. Pese a que no hay señalización no tiene pérdida.

A mitad de trayecto, los paseantes pueden desviarse momentáneamente para asomarse a la pequeña cascada del Charco del Aliso, así como observar diferentes infraestructuras hidráulicas como el acueducto de La Retuerta.

El recorrido completo, que es apto para toda la familia, tiene aproximadamente 5,5 kilómetros de ida y vuelta por un terreno llano que se recorre en unas dos horas.

3. Chorrera de San Mamés

Situada en plena sierra de Guadarrama, la chorrera de San Mamés nace del arroyo de Pinilla, uno de los afluentes del río Lozoya y lo conviete en el arroyo del Chorro.

Para llegar hasta ella hay que comenzar la caminata en la iglesia de San Mamés, una joya arquitectónica de la Sierra Norte que data del siglo XII. Desde aquí se va dirección a la Quesería Santo Mamés.

En el siguiente tramo el camino va subiendo de manera notable y tras pasar la ladera de la loma de las Tejoneras se accede al pequeño valle que forma el arroyo del Chorro. Una vez atravesado un frondoso pinar se llega a un sendero que conduce directamente a esta espectacular cascada, un salto de agua de unos 30 metros que hace cambiar de nombre al arroyo y acaba en una especie de tobogán que proyecta el agua.

La duración total del trayecto es de unas 3 horas y la distancia de ida y vuelta de unos 7 kilómetros.

4. Chorrera de Mojonavalle

La chorrera de Mojonavalle es una cascada de 30 metros que forma el nacimiento de las aguas del arroyo del Sestil del Maíllo y que está rodeada de unos espectaculares abedules.

La ruta comienza en el puerto de Canencia donde se puede dejar el coche. Esta discurre por senderos y pistas forestales. Durante el paseo, además de los pinos silvestres y los tejos, ambas especies naturales de esta sierra, se podrá contemplar y disfrutar de otras especies arbóreas introducidas, como el abeto Douglas. Este entorno es el que da el verdadero valor de este salto, ya que no tiene demasiada agua fuera de temporada.

El recorrido de ida es de unos 5 kilómetros que no entrañan grandes complicaciones, por lo que puede completarse en alrededor de hora y media.