Escasamente conocida entre nosotros y, por lo tanto, en absoluto recordada, Lee Israel fue una reconocida autora de biografías que en los años 60 y 70 cosechó notables ventas y un indiscutido prestigio. Fue autora de semblantes como los dedicados a Katherine Hepburn, una inmersión emocional que buceó en la legendaria historia de amor entre la actriz de La fiera de mi niña y Spencer Tracy. De hecho, para conseguir ese material de primera mano que dio un atractivo especial a su biografía de Hepburn, Israel salió de su zona de confort en Brooklyn para entrevistar en California a Tracy, meses antes de su fallecimiento. Posteriormente la biografía de Tallulah Bankhead la convirtió en una escritora de moda, algo que dio paso al best seller cuando su retrato de Dorothy Kilgallen se vendió masivamente. El éxito y el dinero se cortaron bruscamente cuando se cruzó en su camino Estée Lauder. Israel llevaba dos décadas de profesión y el alcohol y la presión la pusieron contra las cuerdas. Sus desavenencias con la empresaria de cosméticos la transformó en una perdedora. Así, la propia Lauder autoeditó sus memorias y el trabajo de Israel, su prestigio y sus créditos desaparecieron por completo.

Lo que narra este filme, que forma parte del pelotón de comparsas notables que cada año convocan los Oscar, gira en torno a la propia autobiografía de Lee Israel. Ella, que se ganaba la vida desvelando los secretos ajenos, se agarró a esta autoconfesión y en ella se proyectaron algunos detalles muy sugerentes sobre el oficio del escritor y, también, sobre la época en la que transcurre el relato, ese umbral alocado que fue del final de los 80 al comienzo de los 90. Los años del sida, el No de Chile a Pinochet, la caída del muro de Berlín y el final de la llamada Guerra Fría.

Para Lee Israel esos años, marcados por un alcoholismo rampante y una soledad sobrecogedora solo rota por un compinche de barra y lingotazo, le llevaron a una situación límite. La escritora agotada y sin disciplina, demasiado alcohol y ninguna paciencia, ideó una huida hacia adelante. Animada por su capacidad para adentrarse en biografías ajenas, el azar puso en sus manos una fuente de ingresos inesperada. Decidió explotar y timar la mitomanía del coleccionismo de recuerdos y la especulación que ese tráfico de huellas ajenas reportaba a quienes comercian con reliquias de famosos.

Durante unos años, Lee Israel, interpretada con una mezcla de devoción y convicción por Melissa McCarthy, fabricó falsas huellas de míticos escritores y personajes, eran fakes que abundaban en los prejuicios y conjeturas que sus supuestos autores parecían confesar en cartas privadas o en oportunas notas que la escritora encontraba. Aquellos documentos pagaron las facturas y las botellas de Lee Israel hasta que el FBI se ocupó de ella. Su autobiografía contando todo esto permitió que los últimos años de vida de Israel, murió en 2014 con 75 años de edad, al menos no fueran tan penosos.

De eso va y en eso se basa ¿Podrás perdonarme algún día?, un biopic coreografiado por Marielle Heller, actriz, escritora y realizadora. Su debut con El diario de una adolescente da paso aquí a reafirmar lo que en su primer largo se entreveía. Sabe el oficio y no pierde el tiempo. Si en su anterior película hablaba del siempre complicado paso de la infancia a la adolescencia, aquí se perciben las huellas del ocaso, el comienzo de un final asumido con humor negro y una ausencia total de concesiones a lo innecesario. No levantará pasiones, especialmente porque la figura de Israel nos queda muy lejos, pero ofrece en sus intersticios detalles sutiles sobre la complejidad del ser humano y sus contradicciones.

¿PODRÁS PERDONARME ALGÚN DÍA? (CAN YOU EVER FORGIVE ME?)

Dirección: Marielle Heller. Guión: Nicole Holofcener y Jeff Whitty. Intérpretes: Melissa McCarthy, Richard E. Grant, Julie Ann Emery y Jane Curtin. País: EEUU. 2018. Duración: 107 minutos.