Que Carlos III no es Isabel II lo saben hasta en el corazón más popular de la República francesa. Y que su reinado pinta mucho a época de transición, pues también. Porque aunque se haya hecho sangre por la obviedad del comentario, mucha razón guardan aquellos corresponsales y contertulios que califican los años futuros de vida que Charles tiene por delante como “una gobernanza mucho más breve que la de su madre”. Es una evidencia, por supuesto, pero para nada se puede dejar la misma impronta en 20 o 25 años (tirando por lo muy alto) ejerciendo la corona, que durante los 70 años que ha permanecido su madre al frente. Jubileo de Platino incluido.

Y todo ello, además, impregnado de distintas polémicas que han acompañado desde antaño la vida de Charles Philip Arthur George. Que van más allá de aquellos años oscuros que compartió junto a Diana de Gales. Porque Carlos, de carácter incontenible y bocachanclas, ha provocado más de un escándalo con el Parlamento de Londres o el mismísimo número 10 de Downing Street, la residencia oficial del primer ministro del Reino Unido. ¿El motivo? Sus inclinaciones políticas. Esa mala costumbre de haber pronunciado en varias ocasiones, y en público, sus opiniones o preferencias, cuando se presupone que el Jefe del Estado debe guardar siempre un posicionamiento neutral. Pues bien, él se lo ha saltado sin contemplaciones.

También, y este asunto le perseguirá para siempre, su matrimonio en segundas nupcias con Camilla Parker-Bowles (su amor de toda la vida y hoy reina consorte) sigue sin estar bien visto por el anglicanismo. Algo que en cualquier otro país occidental no tendría mayor trascendencia (para ello existe la división entre Iglesia y Estado), pero que (curiosamente) en el Reino Unido sí, ya que el rey o la reina también ejerce como cabeza visible de dicha Iglesia, por encima incluso del Arzobispo de Canterbury. Por ello, y con el objetivo de limar asperezas, quiso resaltar en su primer discurso como rey las siguientes palabras: “Mi fe está profundamente arraigada en la Iglesia de Inglaterra”. Solo el paso del tiempo dirá si no es postureo.