Cada vez que paso por delante de la sección de lácteos echo una mirada furtiva a los yogures de marca que compraba antes de la inflación. Se han puesto en precios de marca Louis Vouitton. Un 80% más caros del recuerdo que tengo, así que eso que leo de que los lácteos han subido un 23% será en Neptuno.

Los que compro ahora son más baratos incluso que estos que ahora no compro antes de la inflación y aunque no conocía la marca nos saben buenísimos. Lo hago con varias marcas y la verdad es que solo así puedes resistir no salir de allá con decenas de euros menos cada vez que vas a hacer una compra completamente normal, sin exceso alguno.

Además de no gastarte esos euros –me niego a llamarle ahorrar, porque en realidad gasto más que hace un año por menos compra– he descubierto algunas marcas muy dignas y también me he reafirmado en que parte de la estupidez que tenemos a la hora de empecinarnos con ciertas marcas se puede quitar relativamente fácil si buscas con un poco de tiempo buenos sustitutos.

El caso es que los comunistas comeniños del Gobierno de España querían topar la cesta de la compra o al menos varios productos como se habían topado otros ítems de la economía antes intocables, pero esto chocó con la negativa del PSOE.

Tras retirar esta propuesta, lo que plantean es bonificar precios de hasta unos 20 productos, los más habituales, una bonificación de casi el 15%, al estilo de lo que se hizo con los carburantes, puesto que la bajada del IVA apenas está teniendo efectos en los precios finales o si los está teniendo son mínimos comparado con la sangría que supone hacer la compra. Esto también está chocando con el PSOE, que por ahora no le ve sentido y pregunta de dónde van a salir los más o menos 5.000 millones que podría costar la medida, algo menos de lo que costó bonificar los carburantes, tuvieras el nivel de renta que tuvieras. Que no hay clases dicen, tú.