Una de las cosas que más me llama la atención de esto de la política –pongamos la política municipal de Pamplona, por ejemplo– es que no se ponen de acuerdo en absolutamente nada. Todos somos conscientes de que con la cantidad de asuntos y proyectos que surgen al cabo de una legislatura, con la cantidad de temas que se tratan, es estadísticamente imposible que esto sea realmente así, que a la oposición nunca le guste cómo actúa alcaldía y que a alcaldía no le guste cómo actúa oposición.

Es matemáticamente inviable. El ejemplo lo tenemos muy claro en Pamplona, donde la última refriega tiene que ver con la posible permuta del Civican -de Fundación Caja Navarra- de Pio XII por el Civivox del Ensanche-Salesianos. Esto es, que Civican pase a Salesianos, donde iba a ir el Civivox del Ensanche, con entrada libre y acceso a todos los ciudadanos, y que Civican pase a ser el Civivox de San Juan, más una cantidad de dinero para el ayuntamiento para atender a otros cinco Civivox municipales, entre ellos uno en Maristas para el Ensanche, con lo que el Ensanche tendría Civivox y Civican.

Pues nada, no hay manera de que esto le guste a Ibarrola y UPN. Pero es que pasa en todo: Sarasate, Caídos, presupuestos, recogida de basuras, Beloso, Chupinazo, barrios... En todo. Y, ojo, también pasaba cuando gobernaba Ibarrola o Maya, que la oposición no veía bien ni una sola de las ideas de los gestores. El caso es que estos apalancamientos siempre tan alejados y tan casi de base y de partida no suelen aportar nada bueno a la ciudad, que es a lo que normalmente se tendrían que dedicar, más allá de a mostrar cada día que son partidos políticos diferentes. Los ciudadanos, que sufragamos con nuestros impuestos todos estos proyectos y que reclamamos agilidad para abordar las cuestiones más urgentes e importantes, me da que agradeceríamos que de vez en cuando se pusiesen de acuerdo en algo.