¿Cómo afronta Lucía Martínez Virto el 8-M?

–Los 8-M deben ser días reivindicativos tanto para hombres como para mujeres. Debe ser una fecha que sirva para que la sociedad tome consciencia de los avances y reconozca a todas las pioneras que han situado las desigualdades entre hombres y mujeres en la agenda pública, pero, sobre todo, para recordar todo lo que queda por conseguir. También es un día importante desde el punto de vista de la alianza social, que se visibiliza en las concentraciones. Es fundamental juntarnos y reivindicar.

La pena es que el feminismo llega a este día muy dividido...

–Dentro del feminismo se está viviendo un tiempo muy difícil, hay una profunda fractura y eso es muy duro desde el punto de visto de la capacidad que tenemos de hacer presión. Es clave que nos olvidemos de muchas cuestiones y pongamos el foco en el objetivo de este día: poner sobre la mesa todas las desigualdades que existen entre hombres y mujeres y todas las brechas que lastran la autonomía de las mujeres.

¿Cuáles son los principales retos en el camino hacia la igualdad?

–Son muchos pero igual se podrían englobar en tres. Uno tiene que ver con situar los cuidados en el centro. Sin los cuidados no hay desarrollo económico y social. Los cuidados también son afectos, sin ellos no sobrevivimos. Si no los ponemos en el centro de nuestras vidas difícilmente vamos a romper con todas las desigualdades que implica. Todo lo que tiene que ver con la precarización de las profesiones que se dedican a los cuidados.

En la pandemia reconocimos lo esencial de estos trabajos pero no hemos hecho nada por dotarlos de unas condiciones laborales dignas. Luego están los cuidados informales, que están ligados al segundo reto: la corresponsabilidad. O los hombres asumen con valentía y responsabilidad lo que tiene que ver con cuidar o sino difícilmente las mujeres nos podremos quitar esa mochila que nos lastra en la promoción laboral y en la autonomía. Las encuestas son fulminantes. Las mujeres invertimos en cuidados un 47% más de tiempo que los hombres. Y obvio el tiempo que dedicamos a cuidados propios es mínimo y eso tiene consecuencias en nuestra salud. Otro dato impactante es que el 28% de las mujeres que desea tener hijos dice no tenerlos por razones de conciliación. Los cuidados a veces parecen incompatibles con el mercado productivo.

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¿Cuál es el tercer gran desafío?

–Sí, las desigualdades del mercado del trabajo. Aquí hay que hablar de la segregación horizontal, que tiene que ver con cómo los sectores más feminizados tienen un nivel de precariedad laboral mayor que otros más masculinizados;y la segregación vertical, es decir, la promoción. Hay dos conceptos que ayudan a entender esta segregación: el techo de cristal, más conocido, y el sticky floor (suelo pegagoso). Todas las dificultades que impiden a las mujeres abandonar los puestos más precarios del mercado.

Al menos estas cuestiones están en la agenda pública.

–Están más presentes en la agenda pública porque hemos logrado identificar lo que pasa. Debemos reconocer a las Ciencias Sociales y, sobre todo, a los estudios feministas todo lo que han aportado para dimensionar esas brechas, para detectarlas y conceptualizar esos procesos de desigualdad. Sin ese trabajo académico no hubiéramos podido avanzar en el actual marco normativo. Ese conocimiento ha permitido a quien elabora las leyes y hace políticas a tomar decisiones basadas en evidencias. En Navarra, las mujeres cobran un 18,8% menos que los varones, porcentaje que llega al 21,6% en algunos sectores como servicios. Además, el 28% de las mujeres activas tienen un empleo parcial frente a 6,2% de ellos. Y si les preguntan por qué tienen, el 20% te dice por cuidar a los hijos y sólo el 9% de ellos lo dice. El impacto de los cuidados provoca que tengamos el doble de empleo parcial. Esto tiene unos lastres en la autonomía económica del presente pero también del futuro.

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8M: la lucha de 8 mujeres por la igualdad Itxaso Mitxitorena

Y esto, ¿por qué ocurre? ¿Priorizamos los cuidados a la profesión? ¿Lo hacemos porque cobramos menos?

–Cada familia toma una decisión en base a sus circunstancias. Hay elementos de roles de género, hay otros de maternidad y lactancia pero luego también hay elementos que tienen que ver con lo que ganan las mujeres y los hombres, en donde salimos perdiendo.

Lleva 11 años dando clase, ¿cómo ve a las nuevas generaciones?

–No hay ningún estudio que concluya que la juventud es más machista que otros colectivos ni que lo es más que antes. Pero sí hay elementos que nos alertan, pues vivimos en un entorno de más incertidumbre y con una exposición pública que antes no teníamos. El tema de las redes sociales, las influencers... cómo las niñas y adolescentes se vinculan a referentes que marcan cómo se construyen sus identidades. Es muy preocupante. También que el acceso a la pornografía, que plantea fuertes desigualdades, sea tan accesible en edades tan jóvenes es peligrosísimo. En lo que sí veo avances es en una mayor toma de conciencia que nos hace estar más alerta para detectar y sancionar algunos comportamientos, incluso,micromachistas.

Es directora del área de Igualdad, ¿qué retos tiene la UPNA?

–En la Universidad, como en todos los ámbitos, también están presentes las desigualdades. La primera tarea que hemos hecho ha sido la de identificar esas brechas (desigualdades por grados, promoción en la carrera profesional, producción académica...) para tomar decisiones e implementar acciones dentro del II Plan de Igualdad. En el marco de la docencia hemos ofertado el Máster de Igualdad, impulsado dos experiencias piloto para incorporar la perspectiva de género en Medicina y Magisterio y ideado acciones para trabajar la segregación de género en los grados, es decir, visibilizar referentes mujeres en grados STEM y referentes hombres en grados más feminizados. También incorporamos la perspectiva de género en investigación y aplicamos la reducción de horas de clase a personas con menores de 2 años a cargo para que no reduzcan su dedicación a investigar y avanzar en la carrera académica. El objetivo es reducir la brecha en liderazgo y producción científica. Solo el 24% de las catedráticas es mujer.