Con 6 años se manejaba con la pala. Más tarde se lanzó a jugar a mano. Naroa Iturain Arrastia (Iruña, 7/01/1992) ha crecido entre frontones, primero como pelotari y más tarde como técnica y árbitra también. Sus méritos del pasado año en este último campo, dirigiendo incluso un España-Francia de paleta cuero en el Mundial de Biarritz, le han hecho valedora recientemente del Galardón Deportivo del Gobierno Foral a mejor jueza-árbitra. Un premio que esta técnica de sistemas informáticos navarra, con licencia en la Federación Aragonesa –reside en Zaragoza–, espera que contribuya a visibilizar más la pelota donde el protagonismo de la mujer cada vez es mayor, si bien aún queda camino por recorrer y más cuando se habla de arbitraje.

¿Qué supuso para usted recibir el galardón?

–Para mí es un reconocimiento a esa labor que se hace en la sombra. Los árbitros normalmente son dos personas que están en el borde de la cancha, velando para que todo transcurra correctamente, pero no se les ve tanto como al propio pelotari o a un técnico. Además, no solemos ser noticia y si lo acabamos siendo es para mal. Así que es un espaldarazo a ese trabajo diario y a esas funciones que no se ven, y que lo mejor es que pasen desapercibidas.

¿Cree que reconocimientos así pueden dar más visibilidad a la mujer en el deporte y, en este caso concreto, en la pelota?

–De los tres aspirantes que había, una era yo y los otros dos, chicos –estaba nominada junto a Ion Bustamante (balonmano) y David Urdánoz (fútbol sala)–. Por porcentaje, se lo podía llevar uno de ellos. No fue el caso. Yo no me esperaba que nadie me propusiera como mejor árbitra de Navarra. Me pilló por sorpresa. Y ganarlo te lleva a pensar que puede que sí te conozcan o que haya gente a la que le tira este deporte, claro. Yo espero que sirva para visibilizar la pelota por un lado y sobre todo la pelota femenina en todos sus ámbitos.

Empezó jugando a pelota, ¿qué le llevó a dar el salto al arbitraje?

–Cuando estaba en el club Aldatze, que ya desapareció, no teníamos árbitros. Me pegué mucho tiempo, unos dos o tres años, preguntando cuándo se iba a sacar algún curso de arbitraje por la Federación Navarra, al menos para hacerlo y dirigir así un partido con un mínimo de conocimiento y seriedad. Pero no salió. En Aragón lo iban a ofrecer, por entonces ya tenía vinculación con esa federación, y decidí apuntarme con la intención de sacarme el título territorial y esperar luego dos años para arbitrar a nivel nacional. Me metí en el embolado y me gustó. Cuando me saqué el nacional fui a Campeonatos de España y me propusieron participar en el Mundial sub-22 de Vallelado (Segovia) y a raíz de esto y de otras finales me dijeron para ir a Biarritz. Mi historia con el arbitraje viene, en definitiva, del hecho de no tener árbitros y querer alguno para dirigir con más seriedad.

9

8M: la lucha de 8 mujeres por la igualdad Itxaso Mitxitorena

En el Mundial de Biarritz arbitró una final entre Españay Francia. ¿Cómo fue la experiencia?

–En un principio me propusieron la final del mano parejas entre España y México. Estaba feliz, era lo mío. Pero luego me dijeron que tenía que estar en la final de paleta cuero entre España y Francia. Los nervios me empezaron a subir y conforme se acercaba y se jugaba, también las pulsaciones. Son finales duras. Había muchos ojos sobre tus decisiones, una tensión tremenda, pero bien.

¿Alguna vez ha recibido algún comentario mientras ejercía su labor por el hecho de ser mujer?

–Hacia mí no he escuchado nunca nada. Sí que he estado en la grada, viendo a alguna compañera, y en el momento de quitarse el casco oír que le decían: ‘¡Pero si es una mujer!’. No se tiene que valorar si se trata de un hombre o de una mujer, sino si lo ha hecho bien o no. Sí que es cierto que cuando el arbitraje es mixto y hay que protestar algo, siempre se dirigen más hacia la mujer. Por inercia. No sé si piensan que va a saber menos, que va a ser más débil, que se va a dejar manejar más fácilmente o qué. Y no. Actuamos igual. Pero no he recibido un mal gesto por ser mujer.

El número de licencias femeninas en la pelota aumenta, hay territorios que así lo atestiguan, pero parece que no se da la misma circunstancia en cuanto al arbitraje...

–La situación del arbitraje, ahora mismo, es precaria tanto en chicas como en chicos. Este año nos hemos dado cuenta de que hay un 55% menos de licencias nacionales que el pasado año. Y en cuanto a mujeres, son contadas. En Aragón estamos cuatro árbitras y podemos ser la Comunidad con un mayor número. Hay otras regiones que no tienen o que tienen una. Es verdad que las niñas juegan. Valencia y Canarias tienen un boom tremendo con el frontenis o la paleta. Pero el salto al arbitraje no lo suelen dar muchas.

¿Y eso? En pelota femenina sí que se ha avanzado en los últimos años.

–Sí, cada vez hay más torneos. Creo que 2016 fue un año que marcó un antes y un después en la pelota a mano. Nos juntamos cerca de 60 chicas jugando en el frontón de Casa de los Navarros de Barcelona y eso supuso un boom. Nos dimos cuenta que no estábamos solas y que a lo mejor no éramos tan bichos raros como creíamos. Desde entonces sí que se le ha dado un empuje a la modalidad de mano. En el tema de la pala, aquí siempre se ha jugado. Cuando llegábamos a los 12 o 13 años la frase que escuchábamos todas era ‘se te van a estropear las manos, pásate a la pala’. Pero ahora, cuando una niña llega a esa edad, tiene la opción de seguir en mano. En ese sentido, se han dado muchos pasos. Sin embargo, el salto al arbitraje cuesta. Tienen que estar muy convencidas de que ellas pueden hacerlo, que son capaces de arbitrar y que nadie les va a decir nada. Que son la máxima autoridad. Ese miedo, ese encontrarte con alguna situación, hace que se dude. Pero yo les animaría a que den el paso. Si empiezan en las competiciones femeninas seguramente se sientan más a gusto y les apetezca sacarse el título.

En su opinión, ¿qué pasos habría que dar para alcanzar una igualdad más real en su campo?

–Es una carrera de fondo. Encontrar una igualdad en el arbitraje es muy complicado en estos momentos. Esto no es ninguna crítica, pero tenemos unas instituciones antiguas, la gente que está en las federaciones ya tiene un recorrido, lleva muchos años dirigiendo y lo que más han visto son hombres. En el momento de decidir a quién se pone en un partido, se tiende a elegir a un árbitro que lleva muchísimos años y se conoce. Las mujeres, para llegar a ese punto, empezamos de cero. Estamos por debajo incluso. Tenemos que dar pasos muy pequeños para que por lo menos nos vean. Si más chicas se sacaran el título de árbitro, ya no el nacional, sino el territorial, poco a poco las veríamos más en el frontón. Esas niñas que empiezan a jugar verían que les arbitra una mujer y si llega un momento en el que no quieren o no pueden seguir jugando, verían que existe otro rol en el frontón. La visibilización también ayuda. Creo recordar que en el Mundial de Biarritz cuatro de las principales finales las dirigimos mujeres. El que haya presencia femenina en los grandes campeonatos o desde pequeñas las niñas vean que hay árbitras es importante.