En las consultas de la Red de Salud Mental hay más mujeres que hombres y esto tiene varias explicaciones, entre ellas, la educación y la concepción de que los varones tienen que ser fuertes y no mostrar debilidad. “A los hombres nos cuesta más ir a una consulta de salud mental por motivos culturales y educativos, aunque es algo que está cambiando”, explica Antonio García Casal, psicólogo clínico del centro de salud mental infanto-juvenil de Sarriguren, que apunta que las nuevas generaciones son más sensibles con la salud mental: “Hasta los 19 años los problemas de salud mental son más frecuentes en los hombres y a partir de los 20 años en las mujeres, con crecimiento progresivo de la diferencia”.

Pero existen más causas que los motivos culturales o educativos. Según detalla García, se ha encontrado un sesgo de género en algunos diagnósticos que ha llevado a que se diagnostiquen más trastornos en un género u otro, o que el mismo síntoma se etiquete de manera diferente si lo padece un hombre o una mujer. “También existen factores biológicos que explicarían parte de esta diferencia, pero que en general tienen menor peso que los culturales, económicos y sociales”, comenta.

Sobre la situación actual de la salud mental, cree que “ha empeorado la percepción que la población tiene sobre su salud mental”, algo que no necesariamente significa que esa salud mental ha empeorado, sino que se tiene una mayor sensibilidad hacia ella. “Esta sensación puede deberse a una mayor conciencia de la salud mental como un área a cuidar, a un mayor permiso social para expresar el malestar y a una mayor visibilidad de este tema al disminuir el estigma que pesa sobre él”, valora. En este sentido, insiste en que “es importante contextualizar las cifras”: “Si uno lee un titular que reza El 10,4% de la población declara haber sufrido ansiedad alguna vez en su vida, puede parecer exagerado, pero es lo esperable, la prevalencia de los trastornos asociados a la ansiedad en la población general es esa. Al final, hay un nivel de sufrimiento psíquico inherente a las vicisitudes de la vida, que es esperable que aparezca y que se puede resolver con los propios recursos y cuando es necesario ayuda externa, tenemos tratamientos psicológicos y farmacológicos cada vez más eficaces”.

El desafío de las redes

En cuanto a la salud mental de los jóvenes y de la infancia, García reconoce que ha aumentado “la demanda pero también la conciencia sobre las necesidades de salud mental en esta etapa evolutiva, pero no necesariamente ha tenido un impacto en las derivaciones a salud mental”. “Yo diría que los jóvenes no están más tristes ni más crispados que hace diez años, sino que lo expresan de manera diferente y tienen otros desafíos”, subraya. En este sentido, alerta del “efecto negativo” del uso continuado de móviles en la infancia y la adolescencia: “Nuestro cerebro no está lo suficientemente maduro como para gestionar la cantidad de estímulos provenientes de los dispositivos móviles y es más propenso a desarrollar conductas adictivas. Los desafíos de las redes sociales, la exposición constante, el temor a perderse algo, la vulnerabilidad de la autoestima a los likes y comentarios… Es fundamental que los adultos estemos presentes y disponibles para nuestros niños, niñas y adolescentes, les acompañemos, les pongamos límites y les cuidemos”.

Sin embargo, destaca que en un artículo publicado en Pediatrics el año pasado identifica los factores de riesgo que más afectan a la salud mental: “la pobreza y la exclusión social, los episodios traumáticos y la ausencia de adultos que establezcan un vínculo sano y estable con el niño”.

Un nuevo centro infanto-juvenil

Pero más allá de las familias, a juicio de García, la Administración también tiene una responsabilidad crucial en el ámbito de la salud mental y en la Comunidad Foral reclama un centro infanto-juvenil propio. “Navarra, que se caracteriza por tener un sistema sanitario de vanguardia, va a la cola en lo que respecta a la salud mental de niños, niñas y adolescentes, ni siquiera tenemos un local propio para el Centro de Salud Mental Infanto-Juvenil, que funciona en un local prestado y en otro no dotado de las condiciones de accesibilidad necesarias”, denuncia y emplaza al nuevo Gobierno foral a “dotar de presupuesto la construcción de un Centro de Salud Mental integral para la infancia y la adolescencia”.