BILBAO. "Sí, reconozco todo", ha respondido Aguilar al ser preguntado por el fiscal si reconocía los asesinatos de ambas mujeres al inicio del juicio que ha comenzado hoy en la Audiencia de Bizkaia.

El falso saholín ha respondido "sí" a medida que el representante del ministerio público le iba interrogando sobre si los días 1 y 2 de junio de 2013 llevó a ambas mujeres al gimnasio que regentaba en Bilbao y las mató.

Aguilar, profesor de artes marciales, ha admitido que en primer lugar, el 1 de junio, asesinó a Jenny Rebollo, de 40 años, a la que ha dicho que no conocía y a la que agredió con puñetazos y patadas hasta causarle la muerte, tras lo cual diseccionó el cadáver y se deshizo de él.

Ha reconocido que al día siguiente llevó al mismo gimnasio a Maureen Ada Otuya, de 29 años, a la que maniató en un habitáculo del local y la estranguló con una cuerda.

Fue por esta mujer por la que se conocieron los hechos, ya que, en un momento determinado, Ada Otuya logró salir hasta la puerta del gimnasio que daba a la calle para pedir socorro, aunque la puerta estaba cerrada y Aguilar llevó de nuevo a la joven nigeriana al interior del local.

Sin embargo, la escena fue presenciada por una testigo, que llamó a la Ertzaintza.

Los agentes lograron entrar en el gimnasio, ubicado en la céntrica calle General Concha, y encontraron en el citado habitáculo a Aguilar, con el torso desnudo y las manos ensangrentadas, junto a Ada Otuya, herida y con ataduras en las manos, los pies y el cuello.

La mujer ingresó en estado de coma en el hospital bilbaíno de Basurto, donde falleció el 5 de junio.

Tras contestar afirmativamente a las preguntas que le iba haciendo el fiscal, Aguilar se ha negado a contestar las preguntas que han planteado los abogados de las acusaciones particulares, ejercidas por las familias de ambas mujeres.

Al comienzo del juicio, la abogada defensora de Aguilar ha leído un escrito en el que el acusado reconocía la autoría de los hechos como "dos asesinatos con alevosía" y comunicaba que tiene intención de indemnizar a las familias de las víctimas con la liquidación de sus bienes, ahora embargados.

Una vez que ha reconocido los hechos, el juicio se centrará en demostrar si Aguilar mató además con "ensañamiento" a Ada Otuya, lo que reclama la acusación particular pero que no ha sido admitido por el procesado.

La Fiscalía ha calificado los hechos como dos asesinatos con alevosía y ha pedido 20 años de cárcel para el acusado por cada uno de ellos.

HECHOS

En su escrito de calificación, el fiscal señala que, sobre las 3.20 horas del 25 de mayo de 2013, Juan Carlos Aguilar se encontraba en el interior de su vehículo, un Mitsubishi, en la calle General Concha de Bilbao cuando apareció Jenny Rebollo.

Rebollo iba acompañada de un hombre que la estaba importunando y, como ésta conocía al 'falso Shaolín', accedió a subirse al vehículo, y ambos se dirigieron al gimnasio que éste regentaba, ubicado en la calle Máximo Aguirre.

Una vez en el local y sin que se haya podido determinar la hora exacta, el acusado, que había maniatado a la mujer, la agredió hasta ocasionarle la muerte, sin que se haya determinado la causa del fallecimento porque los días siguientes el acusado descuartizó el cadáver para deshacerse de él.

En este todo caso, la acusación mantiene que el procesado actuó "de manera súbita, imprevista e inesperada, sin dar posibilidad alguna de defensa o de huida", y con el ánimo de acabar con la vida de la víctima.

Respecto al crimen de Maureen Ada Otuya, ocurrido después del Jenny Sofía Rebollo, los escritos de acusación relatan que, sobre las 6.00 horas del 2 de junio de 2013, el acusado contactó en las inmediaciones de un bar de la calle General Concha de Bilbao con la víctima.

Posteriormente, Juan Carlos Aguilar la llevó al gimnasio y, "actuando de manera súbita, imprevista e inesperada, sin dar posibilidad alguna de defensa o huida" de la joven, "le inmovilizó por brazos y cuello", y la golpeó brutalmente en la cabeza y en el abdomen. Finalmente, con el objetivo de "poner fin a la vida" de Otuya, la estranguló con una soga.

En ese momento, la Ertzaintza, alertada por vecinos, accedió al gimnasio y detuvo a Aguilar. La víctima ingresó en el hospital en estado de coma y falleció el 5 de junio como consecuencia de una "encefalopatía anóxica secundaria a una asfixia por estrangulación".

JENNY, EN "ESTADO DE EMBRIAGUEZ"

Clara Campoamor recuerda, en su escrito, que, sobre la una menos cuarto de la madrugada el 25 de mayo de 2013, el acusado y Yenny Rebollo acudieron juntos al bar 'Los Bilbainos' de la calle Autonomía, encontrándose la mujer "en un profundo estado de embriaguez, no así el acusado que estaba totalmente sobrio". Al negarse la camarera del bar a servir las bebidas alcohólicas que el acusado pidió a la vista del evidente estado de Jenny, ambos abandonaron el establecimiento.

Sobre las 3.20 de ese mismo día se encontraron, de nuevo, víctima y acusado en las inmediaciones de la calle General Concha. La víctima se encontraba en compañía de una tercera persona que la estaba incomodando, motivo por el cual accedió a subir al vehículo del procesado, "confiada en la aparente amistad con el acusado, que, además le había ofrecido ya en su momento un puesto de trabajo en el gimnasio".

La acusación popular indica que el procesado condujo a la mujer al gimnasio. Una vez allí, según asegura, éste la maniató con las manos a la espalda, "y aprovechándose del estado de embriaguez de la víctima, así como de su absoluta incapacidad para defenderse", la agredió "hasta ocasionarle la muerte".

Además, destaca que, entre las 3.57 y las 9.06 horas, el acusado se fotografió "junto con el cuerpo desnudo de la víctima, en posturas obscenas, recreándose en sus perversiones".

Clara Campoamor defiende que en días posteriores, antes de la agresión a Ada Otuya, para ocultar el crimen, "el acusado procedió a trocear y diseccionar el cuerpo de la víctima de manera discreta, pero meticulosa, y con sorprendente precisión".

Asimismo, relata que, posteriormente, se fue deshaciendo "de los pedazos arrojando algunos a la Ría de Bilbao y otros a la basura". "Con el fin de dificultar la investigación de los hechos, amputó las últimas falanges de los dedos índices de las manos", asevera.

A BUSCAR "UNA NUEVA VICTIMA"

La acusación popular narra que, en la madrugada del día 2 de junio de 2013, "con el ánimo premeditado de volver a saciar sus instintos asesinos, el acusado salió con su vehículo en busca de una nueva una víctima, encontrándola en Maureen Ada Otuya, una mujer de raza negra que ejercía la prostitución en la zona de alterne cercana al gimnasio del acusado, poco antes ya lo había intentado con otra mujer también de raza negra", que había rechazado irse con él.

Entonces, la llevó al gimnasio y, "tras mantener relaciones sexuales con ella, y valiéndose de su superioridad física, redujo a la víctima y la retuvo contra su voluntad durante varias horas".