- Todo se inició cuando, con 7 años, comenzó a tocar una guitarra que su padre, Paulino Itoiz, tenía por casa. Él le enseñó los primeros acordes, luego continuó un poco más con Andrés Castaneda y a los 13 ya comenzó a autoformarse. El flamenco llegó un poco más tarde, influenciado por Sabicas y por Mario Escudero, pero ya nunca le abandonó y de su mano, pero sobre todo de la de su talento viajó por todo el mundo, convirtiéndose hasta el ciudadano de Japón, tocando junto a grandes del género y, con el tiempo, enseñando a otros, que ayer, se enteraron de su muerte, no tenían más que palabras de agradecimiento por su saber artístico y por su bondad y humanidad. Así fue, en un primer resumen veloz, la vida del guitarrista Carlos Itoiz Aguirre, que falleció el pasado lunes, a las 23.45 horas, en el Hospital San Juan de Dios de Pamplona, a los 87 años.

Casado a principios de los 70 con la cantante Teresa Solchaga, que el pasado 28 de marzo grabó un emocionante vídeo cantando Toda una vida para hacer más llevadera a su compañero la recta final, ambos tuvieron en 1975 a su única hija, Maite, cantante de ópera y de rock sinfónico, unida, a su vez, a John Kelly, personal y artísticamente (Elfenthal). Ella fue la encargada de informar ayer de la partida de su padre, momento a partir del cual comenzaron a sucederse mensajes de condolencia en el perfil de Carlos Itoiz en Facebook. Palabras que llegaron de otros músicos, muchos de ellos flamencos, así como de alumnos y de amigos de la familia. Y muchos sugirieron la importancia de hacerle un homenaje en cuanto sea posible.

Carlos Itoiz Aguirre nació en el nº 4 de la emblemática calle de Santo Domingo de Pamplona el 10 de agosto de 1932. Después de hacer sus primero pinitos con la guitarra que tenía en casa, decidió especializarse en flamenco influenciado por su paisano Sabicas, con el que mantenía correspondencia, y por el también pamplonés Mario Escudero. Al principio trabajó en una gestoría y fue propuesto para el Premio Nacional de Mecanografía, pero él ya había decidido que utizaría su habilidad con las manos para ser guitarrista. Antes de los 18 ya era conocido y empezó a girar, actuando en prestigiosas salas de Europa y Asia, en solitario, con bailaores como Paco de Ronda, Cristina Hoyos o Antonio, con cantaores como Angelillo y con otros guitarristas como el Niño Ricardo y Enrique de Melchor. Hasta los 70 no hubo pausa en sus giras mundiales, y en esa época también compartió escenario con Charles Aznavour, Juliette Greco, Shirley Bassey, Raphael o Luis Mariano. Sin embargo, su miedo a volar ganó enteros y esos viajes pararon.

A principios de esa década se casó con la cantante Tere Solchaga, ganadora del Festival del Duero en 1968, y comenzó su etapa como concertista de recital, sobre todo en Francia, y como profesor. Por sus clases han pasado algunos de los mejores músicos navarros de los últimos tiempos, y no solo de flamenco o de jazz, casos de Javier Colina o Javier Ruz, sino también componentes de bandas como Barricada, Marea o Tahúres Zurdos y miembros de The Kelly Family.

Como intérprete, grabó varios discos en solitario y sus composiciones estaban marcadas por el jazz, la técnica del flamenco y armonías de la música brasileña. Y grabó también con Mikel Laboa, del que fue amigo hasta su muerte. Su forma de tocar la guitarra era muy personal, algo en lo que tuvo mucho que ver Sabicas, al que admiraba profundamente por haber sido un innovador en el arte de la guitarra flamenca, que logró elevar a la categoría de instrumento solista. En 2012, con motivo del centenario del nacimiento del músico de la Mañueta, Itoiz participó en un recital en su honor en Pamplona. Y en 2018. el homenaje le llegó a él de manos del Flamenco On Fire.

Carlos Itoiz siguió componiendo y practicando innumerables horas hasta hace pocos años, cuando su salud se deterioró notablemente.

Entre las reacciones recogidas ayer ante la muerte de Itoiz, Urko Ocaña, guitarrista flamenco (Zorongo), señaló que Itoiz "fue quien enseñó guitarra flamenca a una generación de guitarristas navarros, de los cuales algunos continuaron enseñando a otras generaciones o empredieron sus propios proyectos artísticos". Por lo tanto, "ayudó a que la guitarra flamenca en Pamplona se mantuviera viva en una época en la que, bien por cuestión cultural, política o social, apenas se desarrollaba flamenco en la ciudad". Y cuenta que, por ejemplo, Itoiz enseñó a su padre, Paco Ocaña, la canción Zorongo gitano, que luego aplicó a uno de sus espectáculos teatrales, y que fue el germen del grupo Zorongo.

En redes también transmitieron su pesar profesionales de la música navarra como el promotor Rudy Goroskieta, el luthier Patxi Atozki, además de jóvenes talentos del flamenco como tato Rondalosa y Enrique Merino Gómez, entre otros.

Habla Maite Itoiz. "Carlos llevaba unos años con un deterioro cognitivo (...) Eso sí, tocaba la guitarra todos los días. Últimamente había pegado un bajonazo, le resultaba complicado sujetar sus nervios, ya no le apetecía tocar. No hubo más remedio que ingresarlo el 12 en San Juan de Dios para reajustarle la medicación y lograr estabilizarlo. Pero, por incomprensible que parezca, tras 26 días ingresado, falleció. Sabemos que era un paciente complicado, pero, sin duda, el tremendo caos causado por el coronavirus pasó factura. Una factura demasiado alta. Como no queremos martirizarnos, ahora nos centramos en todos los mensajes de apoyo que están llegando desde todo el mundo. Es en estos momentos cuando te das cuenta de lo lejos y lo profundo que ha podido llegar un ser humano en los corazones de la gente. No es de extrañar dada la peculiar personalidad de Carlos y todo lo que ha logrado alcanzar en su largo viaje por este mundo. La semilla que ha plantado en cientos de alumnos ha dado paso a un precioso florecimiento del que a buen seguro, estará muy orgulloso. De todas formas, los que lo conocíais bien, sabréis que ahora estaría agachando la cabeza o escondido detrás de un bafle esperando a que acabaran los aplausos. Ese era Carlos. Un gran maestro que sólo quería disfrutar de la tranquilidad, la música, los paseos, la buena comida de Tere, su mujer, y sobre todo, de su guitarra".

"No me atrae la fama, estoy a gusto en casa tocando con gente que conozco, improvisando, disfrutando con el instrumento"