El cisma de UPN sacude recuerdos traumáticos de la historia del partido, que vivió su seísmo más profundo a mediados de los noventa con la salida de Juan Cruz Alli de la formación, su dimisión como presidente del Gobierno de Navarra, y la presentación de su nuevo proyecto político. Tres movimientos concentrados un intenso 11 de abril de 1995.

La segunda crisis interna acaecida en estos últimos lustros se produjo en 2008, con la quiebra de la alianza de UPN con el PP tras romper parcialmente los primeros la disciplina del Grupo Popular en el Congreso, un quiebro que se llevó consigo la cabeza del diputado Santiago Cervera, contrario a incumplir una alianza con los populares, que repartía a unos o a otros la iniciativa política según el terreno de juego fuese Navarra o Madrid.

El tercer episodio llegó en 2013, en un momento de claro desgaste de Barcina, en el Congreso por la presidencia del partido donde la entonces líder de UPN revalidó en el cargo con un resultado muy justo frente al aspirante Alberto Catalán.

Fueron tres episodios muy diferentes entre sí, pero con algunos elementos interconectados. Como si a Unión del Pueblo Navarro cada ciertos años se le atragante su propia inercia.

Lo cierto es que desde 1995, y la escisión de CDN, en las principales confrontaciones internas en UPN (entre Sanz y Cervera, entre Barcina y Catalán y ahora entre Esparza, Adanero y Sayas) nadie ha dado la batalla por un ideario más abierto al vasquismo en Navarra. Esa disputa solo la ejerció Juan Cruz Alli, tuvo la intensidad que tuvo, y duró lo que duró.

En cualquier caso las crisis previas en UPN conectan elementos del presente y del pasado.

El primer vector está en la relación del partido con socialistas y populares, sometida a una recurrente ciclotimia. UPN abraza con pasión a la derecha, pero quiere mantener amarrados a los socialistas. La factura de tal perturbación acaba comportando penitencias con unos y con otros. Traumatismos derivados de su incoherencia y de la incapacidad de ajustar su posición. Lejos de poder gobernar en Navarra, por la experiencia multiplicada de los socialistas, el derechismo de UPN ha espoleado a lo largo de la historia a un sector del partido refractario a pisar el freno, que recurrentemente acaba incomodando o desafiando al otro.

La segunda constante apunta a la lógica: las batallas internas asoman cuando el liderazgo del partido está desgastado o se percibe que ha tocado techo. Pasó frente a Aizpún, Sanz y Barcina, y esta vez le ha tocado a Esparza. El único al que la crisis le ha estallado con UPN fuera del poder.

El tercer vector constata que las crisis explotan en un momento concreto, más o menos inesperado, si bien dichos estallidos suelen ser la consecuencia de un mar de fondo de malestar previo.

El cuarto y último vector tal vez es el más evidente: toda crisis interna provoca una cruda batalla del relato, con argumentos de uno y otro lado, razones y sinrazones a gusto del consumidor, de los afiliados y de la ciudadanía en general.

1995: UPN SE ROMPE, SURGE CDN

Ha pasado más de un cuarto de siglo, pero el seísmo fue tan fuerte que hoy se convierte en un antecedente obligado para observar los riesgos a los que se enfrenta en estos momentos Unión del Pueblo Navarro si no detiene la hemorragia de su actual crisis. La escisión que sufrió UPN dibujaba la ruptura de un sector más aperturista y centrado del partido enfrentado al hegemónico.

En enero de 1995, el congreso de UPN había ratificado a Miguel Sanz como candidato a la presidencia en detrimento de Alli. Días después Alli se posicionó "frente a un navarrismo lleno de fobias y actitudes negativas". Aquel febrero, Alli destituyó a Sanz como vicepresidente del Gobierno y consejero de Administración Local y Ordenación del Territorio, aunque siguió al frente de Presidencia e Interior. Alli declaró que no formaría un partido político nuevo; no faltaban ni dos meses para presentarlo, bajo la oferta, dijo, de "una navarridad abierta".

Sanz dijo entonces no temer los resultados que pudiera conseguir CDN en las inminentes elecciones en una respuesta de manual de crisis. UPN acabó acusando el golpe desencadenado mes y medio antes de las elecciones forales de aquel año. Fue la primera fuerza en las urnas, con 17 escaños, pero el CDN obtuvo 10. Como el PSN sacó 11, IU 5, HB otros 5 y EA 2 , el resultado fue la salida de UPN del Gobierno, mientras el tripartito conformado por PSN, CDN, EA con elapoyo de IU alcanzó el Gobierno de Navarra.

Las acusaciones sobre Alli fueron descarnadas por parte de Sanz: "La conclusión es que ha estado durante muchos años en un partido con el que no se identificaba en absoluto. El señor Alli donde debe estar es en donde está ahora, en el partido de Alli", dijo Sanz a este periódico en octubre de aquel año, acusándole de "tránsfuga", de llevar "un año trabajando en el nuevo partido", y de "venganza". Y a los acompañantes en su nuevo proyecto de "peleles".

2008: RUPTURA CON EL PP, MARCHA DE CERVERA

El pacto entre UPN y PP consistía en que el PP se diluía en Navarra y UPN apoyaba al PP en Madrid. Sanz, invocando una cláusula del acuerdo, apostó por acordar enmiendas a los Presupuestos de Zapatero.

El diputado Carlos Salvador siguió las instrucciones, pero Cervera se negó y no respetó el dictamen del consejo político aprobado con un 91% de los votos. "He votado en conciencia y he hecho lo que creía que iba a ayudar a salvar el pacto con el PP", manifestó a este periódico, apuntando que no pensaba renunciar a su acta de diputado.

El PP suspendió el pacto con UPN. A Cervera UPN le suspendió cautelarmente de militancia. "Desde el PP se ha tratado de eliminar mi liderazgo dentro de UPN", dijo Miguel Sanz. La crisis acabó con el ingreso de Cervera en las filas de un PP que, a partir de ese momento, se presentaría en Navarra en solitario. Así, hasta la conformación de Navarra Suma en 2019.

2013: CATALÁN NO DOBLEGA A BARCINA

Fue 2013 un año complicado para Yolanda Barcina y para UPN . En un mes el partido tuvo que hacer frente a un congreso muy delicado y a una moción de censura. Ambos se resolvieron con una ajustada victoria de Barcina, pero el desgaste fue notorio.

El Gobierno de Navarra transitaba en minoría tras la salida del PSN en 2012. Esa ruptura, más la crisis de las dietas de Caja Navarra, habían minado su imagen y liderazgo. Según Barcina, no había diferencias ideológicas entre su sector y el del vicepresidente Catalán, en un partido dividido en dos mitades sobre cómo encarar su futuro. Pero tras ser reelegida presidenta reconoció que el partido pasaba por una "convulsión interna", con días "especialmente duros" previos al Congreso.

Veinte meses más tarde de aquel cónclave donde ya se vislumbraron las dudas de si el partido se encontraba en el canto del cisne de su larga etapa en el poder, en noviembre de 2014 Barcina anunció que no repetiría como candidata, y tres semanas más tarde el Consejo Político eligió por un 61% de los votos a Javier Esparza como cabeza de cartel frente a Alberto Catalán.

Venían tiempos nuevos para el conjunto de la política navarra, que se le iban a hacer muy cuesta arriba a Esparza, pues tropezó en los comicios de 2015 y volvió a topar con la aritmética en 2019 en su intento de hacerse con la presidencia del Gobierno de Navarra.

2022: ESPARZA, EL FRENTE INTERNO Y UN JUEVES NEGRO

Tras las elecciones de 2015, en las que UPN dejó el poder pese a ser la lista más votada, Esparza fue elegido presidente de UPN en sustitución de Barcina, al imponerse con un 57% de los votos en una Asamblea extraordinaria, a Amelia Salanueva, que cosechó el 38% de los respaldos y a María Kutz, que solo reunió el 4% de los apoyos.

En 2016 Esparza se afianzó en la presidencia sin rivales y cosechó el 83% de los apoyos. Cuatro años después, revalidó en la presidencia en el Congreso del partido en el que le presentó batalla Sergio Sayas. Esparza alcanzó el 58,29% de los votos frente al 41,71 de su rival. La concurrencia de Sayas y su porcentaje dejaron un aviso interno. El debate más puntiagudo fue sobre la eficacia de la coalición Navarra Suma, pero no se adivinaron grandes diferencias ideológicas.

Veinte meses desde aquel Congreso, la opa hostil de Sayas, con todos los focos informativos dentro y fuera de Navarra concentrados en UPN, llegó como las cigüeñas, el 3 de febrero, día de San Blas. Un jueves negro que no olvidará el presidente de UPN. El golpe sufrido por Esparza, seco y doble, tiene doble relevancia al venir coprotagonizado por Carlos García Adanero, histórico del partido, el hombre que obtuvo más apoyos en la ejecutiva de Esparza aquella veraniega jornada congresual de 2020.

Hoy unos hablan de falta de disciplina, y otros de falta de comunicación. Lo evidente es que ha estallado la preocupación en UPN sobre cómo acometer esta crisis y con qué consecuencias derivadas, pensando en las próximas elecciones forales de 2023.

A Esparza le queda una bala, y tal vez después de este revés, con la pólvora más mojada. La gastará sorteando el fuego amigo, el más duro de dirimir, y el más ingrato. El que suele marcar una trayectoria política.