Desde la primera vez que le conocí, en 2019, cuando hizo la primera denuncia en este periódico, se declaraba partidario de demandar al colegio de los Reparadores de Puente por los abusos que sufrió allí y el daño que le causaron.

-Sí, porque además es un daño que yo de niño no entendía y solo lo hice cuando pasaron los años y me fui dando cuenta de lo que ocurrió. Y siempre pensé que, por haber sufrido aquello, merecía yo y todos los que hemos pasado por esto, una compensación económica. Porque es la única forma de que a esta gente le duela lo que hicieron, que se sientan mal, y siempre he pensado que una indemnización les iba a purgar y a escocer. Y mientras, el daño va a seguir conmigo toda la vida.

Y antes de llegar incluso a la vía judicial, usted se lo expuso así a la propia congregación.

-El Superior Provincial, José Luis Munilla, se reunió en una única ocasión con tres exalumnos de Reparadores que denunciamos este tema. Fuimos Mikel Eziolatza, José Luis Pérez y yo. En aquella reunión, yo dije en todo momento lo que pretendía y lo que hizo fue mandarme callar. Pusieron en duda mi relato y el de mis compañeros desde el principio. Por un lado decía que iban a ofrecer ayuda y por otro respondía así. Es increíble. Hubo incluso amenazas por teléfono de que igual era el denunciado era yo, de que no les chantajeara, me llegaron a decir que tuviera cuidado. Pedí que tuviera un poco de humildad pero lo que hizo fue poner en duda todo, decir que no tenían ni idea de lo que ocurría entonces y seguir dando largas. Por eso, finalmente pensé que solo una demanda judicial les podía hacer pupa, porque bastaba de palabras bonitas que no llegaban a ninguna parte.

Cuando en el juicio recordó los abusos sufridos, también rememoró que al día siguiente adoptó una postura de rebeldía hacia el colegio.

-Así como mi compañero Mikel fue al despacho del director, Marcelino Carrera, a decirle lo que había pasado, yo me puse a la contra de los sacerdotes, de los hermanos, de todos los que estaban en aquel colegio.

¿Cuándo asimiló lo ocurrido?

-Sabía desde el principio que aquello había sido algo malo, pero lo vas madurando y gestionando conforme va pasando el tiempo. Al principio sabes que no está bien, pero no está madurado. Cuando lo fui asimilando lo tuve en secreto, con todo el mundo, con mi familia, me sentí avergonzado. Fue finalmente cuando empecé a ver los testimonios de compañeros en el periódico, cuando gestiono la idea de hacerlo público y de pensar que les iba a incomodar si yo reclamaba algo. Pero se ha demostrado que en la Justicia no se puede confiar tampoco.

Entonces pasó 40 años mudo.

-No se lo había contado a nadie. No se lo conté ni a mi madre, y lo hice a raíz de aparecer en DIARIO DE NOTICIAS por primera vez en 2019. Pero hasta entonces no lo sabía nadie de mi familia, ni mis hijas ni nietas lo saben. Tenía algo sucio dentro de mí, me daba vergüenza contarlo, y me sigue dando pudor.

Y luego se da la circunstancia de que su madre incluso testifica en el juicio en un informe pericial.

-Sí, así fue. Mi madre incluso tuvo que declarar ante una psicóloga que envió al juzgado y que le entrevistó a ella y a mi. Recuerdo que lo primer que me dijo esa especialista y que me dejó muy sorprendido, es que que ningún compañero del gabinete quería llevar mi caso. Me lo dijo así. Como que nadie quería mojarse en un caso así. Me quedé cortado, pero ya entonces pensé qué cobardía hay para abordar este tema.

Usted mismo relató su vida y sus circunstancias a la psicóloga, que recoge que padece un trastorno con varias causas que incluso motivó que tuviera una invalidez absoluta. Pero siempre relaciona parte de ello con lo que pasó en el colegio.

-En mi vida ha habido dos o tres hechos que han marcado mi personalidad y uno sin duda fue el de los abusos en el colegio. Ese fue un hecho determinante. Aquello marcó mi vida. Fue un punto de origen. E imaginate cómo me marcó que incluso ya de adulto, hace diez años, cuando seguía sin contárselo a nadie, me hice apóstata, porque no soporto las mentiras de la Iglesia, es un negocio y un cuento chino. Cuando fui abusado, yo ya era un chico movido, pero entonces saltó la chispa. Y me pegaban y me castigaban, hasta que acabé el tercer año en Reparadores y me fui de allí.

¿Cómo vivió el proceso judicial y el hecho de que una sentencia no le reconozca daño a indemnizar?

-No se puede confiar en las instituciones, porque detrás hay seres humanos que se equivocan como esta jueza. Ella no pone en duda la veracidad de mis hechos, pero sí que dice que no se puede demostrar que aquello tenga relación con el daño que sufro. Se posiciona del lado fuerte y yo me moriré con mi verdad, estoy totalmente desencantado de la Justicia. Iba como inocente, con la verdad por delante, y he perdido. Aunque no me hubiera afectado psicológicamente, que sí que lo hizo, hubo unos daños a un menor por unos hechos que eran delitos graves. Que se ponga eso en duda es vergonzoso y creo que la Iglesia está en deuda y debe pagar por lo que me hicieron