El presidente estadounidense, Donald Trump, mostró este viernes su disposición a trabajar con otros países, entre ellos China, para lograr la vacuna del coronavirus, y volvió a apuntar para "final de año" como fecha probable. "Estamos trabajando bajo la asunción de que tendremos, en un futuro relativamente próximo una vacuna", dijo Trump en una rueda de prensa en la Casa Blanca junto con el equipo encargado de liderar la tarea.

El mandatario estuvo acompañado por Moncef Slaoui, exejecutivo del sector farmacéutico, quien será el jefe de la "Operación a Velocidad UltraRápida", como ha bautizado la iniciativa.

Asimismo, también estuvieron junto a Trump, el secretario de Salud, Alex Azar; el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y los doctores Deborah Birx y Anthony Fauci, que lideran el grupo de trabajo de la Casa Blanca contra el virus.

Trump reiteró que el origen del coronavirus estuvo en China y responsabilizó a ese país por no haber hecho más para frenar la expansión de la pandemia. No obstante, en un poco habitual gesto de cooperación internacional dado su agresivo nacionalismo, subrayó el esfuerzo global actualmente en marcha.

"Estamos trabajando conjuntamente con diferentes países y, de nuevo, no tenemos ego, no tenemos ego. Quien lo logre, perfecto. Trabajaremos con ellos y ellos trabajaran con nosotros", dijo.

Al ser preguntado si lo mismo ocurriría con China debido a las crecientes tensiones entre las dos grandes potenciales mundiales, el mandatario se mostró a favor. "Diría que la respuesta sería sí", respondió.

CRISIS ECONÓMICA

Estados Unidos sigue siendo el foco central de la pandemia, con más de 86.000 fallecidos y más de 1,4 millones de casos positivos por COVID-19. Además del terrible saldo mortal, el país encara una aguda crisis económica debido a la parálisis de la actividad económica, algo que ha generado choques en la Casa Blanca ante la insistencia de Trump por levantar las restricciones y los llamados de los expertos médicos a la prudencia.

"La gente quiere regresar" a sus actividades, insistió, aunque reconoció que el regreso implicaría nuevas condiciones ante la amenaza persistente del virus.

Más de la mitad de los estados de EE.UU. han iniciado la reapertura parcial de la economía y una retirada gradual de las restricciones de movilidad, pero todavía se enfrentan a los miedos de los ciudadanos que no consideran que el virus esté controlado.

Los demócratas de la Cámara Baja han propuesto un nuevo plan de estímulo fiscal valorado en otros 3 billones de dólares, que incluye enviar a los estadounidenses una segunda ronda de cheques de estímulo, más generosa que la anterior, y que en algunos casos puede ascender a 6.000 dólares por familia.

El plan se espera que sea aprobado que esta tarde en la Cámara de Representantes, dado que los demócratas, que la impulsan, tienen la mayoría, pero los republicanos, que controlan el Senado, y el propio Trump ya han mostrado su oposición, por lo que se quedará como elemento de negociación. "El nuevo programa de estímulo podría salir adelante, pero tendrá que ser del modo adecuado", sostuvo el mandatario en una nueva muestra de rechazo a la propuesta demócrata.

El nuevo paquete contempla un billón de dólares para los Gobiernos estatales, locales y autoridades tribales, así como para el sistema sanitario, y establece un "Fondo de Héroes" de 200.000 millones de dólares para reforzar los salarios de los trabajadores esenciales. La gravedad del impacto del virus es de una de magnitud sin precedentes recientes, de acuerdo a los primeros indicadores macroeconómicos que se han ido conociendo.

El primer cálculo de evolución del producto interior bruto (PIB) del primer trimestre del año registró una contracción del 4,8 %, pero se espera que las cifras del segundo trimestre sean mucho más dramáticas, y el desempleo en el país se disparó en abril hasta alcanzar una tasa del 14,7 %, cifra no vista desde hace 70 años, como consecuencia de la oleada de despidos.