“Reconstruiremos Notre Dame todos juntos”, aseguró Emmanel Macron, el presidente de Francia, la noche del lunes, horas después de que un incendio arrasase con la cubierta y la aguja de la emblemática catedral de París. Cuatro expertos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra analizan las posibles causas del fuego y la reconstrucción.

Se trata de un proceso que tardará años, mantiene Joaquín Torres, profesor del departamento de Construcción, Instalaciones y Estructuras, quien afirma que lo que hay que hacer es “evaluar el alcance de los daños y asegurar las partes más vulnerables del edificio, para evitar que haya un derrumbe”, teniendo en cuenta que posee una “magnitud considerable” y unas técnicas de construcción “singulares”.

De hecho, la catedral tiene muchos “añadidos” hechos desde el inicio de su construcción, en 1163, como “la intervención de Jean-Baptiste-Antoine Lassus en el siglo XIX, cuando se hizo la restitución de la aguja caída”, apunta María Angélica Martínez, profesora del departamento de Teoría, Proyectos y Urbanismo, que dice que hay un “debate abierto” sobre qué catedral hay que reconstruir, si la que se tenía en 2019 o la que ostenta un estilo que se remonta a etapas pasadas.

detección de incendios No obstante, todos los expertos coinciden en que la reconstrucción de Notre Dame, además de mantener su esencia, debe incluir técnicas modernas como un sistema de detección de incendios, sobre todo en zonas no visibles, como la bajocubierta. “El problema no es el material, sino el tiempo de respuesta”, sostiene José Manuel Cabrero, director del departamento de Construcción, Instalaciones y Estructuras. “Es evidente que el plan de emergencia ha fallado”, defiende Torres.

Por su parte, Juan Echeverría, profesor del departamento de Construcción, Instalaciones y Estructuras coincide en que, “si se hubieran dado cuenta antes, el fuego se hubiera controlado. Lo que ha ocurrido demuestra que los incendios pasan”, asevera Echeverría, que mantiene que una posible causa del fuego podría haber sido el calor “producido por la maquinaria, como un soplete, que habrá quemado algo y se habría extendido”. No obstante, se trata de un incendio “difícil”, ya que semejante estructura requiere “mucha energía”, añade Cabrero.

Por ello, era importante llevar a cabo una estrategia para que el fuego no se extendiera, porque era una “amenaza real”, dice Echeverría, quien señala que, si bien la actuación fue “tardía”, es cierto que el empleo de hidroaviones “podría haber derrumbado las bóvedas”. En esto, Cabrero asevera que el hecho de que la piedra de la catedral esté mojada podría haber supuesto un problema, porque su “peso adicional” también hubiera podido ocasionar un desplome. Además, la extinción del incendio es una labor que se tiene que hacer “con calma”, dado que, si hay una parte “muy fría y otra muy caliente”, la tensión que se genera puede “romper el edificio”. Cuando hay obras de arte en juego, “debe haber sistemas que extingan el fuego no actuando contra la llama, sino evitando la propagación de oxígeno”, advierte Cabrero. Afortunadamente, la estructura gótica de nervios de piedra permanece “relativamente estable”, aunque alguna bóveda se ha caído “por el impacto de la aguja”, describe Torres.

Respecto a la reconstrucción, comenta que hay que “evitar un falso histórico”, poniendo en valor las diferentes técnicas que se han desarrollado a lo largo de estos ocho siglos, algunas de las cuales “se han perdido”, al igual que ocurre con los materiales empleados, con los que hay que ser “riguroso”.

lo mejor, la madera En referencia al material, Cabrero apunta que, en estos monumentos, la madera es el elemento más compatible. “Aunque es combustible, es predecible y desempeña la labor de unir al edificio, frente al acero, que se desploma si supera los 400º, y el hormigón, que es más impredecible y puede provocar microexplosiones”, aduce. Añade además que la madera es un material “ligero, económico y sostenible”, y Torres argulle que se comporta “bien ante el fuego”, y se deforma “menos” que el acero.

Para este, no se trata solo de llevar a cabo una restauración de los bienes inmuebles, sino de “poner en valor las cosas que sean reconocidas como bien patrimonial”, por lo que hay que actuar “en beneficio de su integridad”. Según Martínez, este aspecto también depende de “la sensibilidad de cada pueblo”, porque es un edificio con “mucho simbolismo” que puede experimentar una inmediata pérdida.

El patrimonio “siempre está en peligro”, afirma, por ejemplo en Irak o en Siria, donde “Estado Islámico ha derruido ciudades como Palmira”, y no se trata de un accidente “natural. Cuando se destruye algo así es irremplazable, y tiene que ser sustituido por algo nuevo”, dice.

En España, la experta señala que el ejemplo de restauración más cercano es el de la Alhambra de Granada, que el año pasado concluyó la reconstrucción de sus pinturas. “Los edificios tienen muchos usos, se deterioran, y si se quiere que con el paso de los años estén ahí hay que preservarlos”, concluye.