pamplona- Luis Ugalde (Bergara, 1938) se trasladó a Venezuela con 18 años. Durante dos décadas fue rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y en la actualidad es director del Centro de Reflexión y Planificación Educativa de Caracas, uno de los más prestigiosos centros de investigación educativa del país. Perteneciente a la Compañía de Jesús, el padre Ugalde es uno de los intelectuales más implicados en la búsqueda de soluciones para la actual situación venezolana.

Acaba de terminar una nueva ronda de negociaciones entre Gobierno y oposición con la mediación de Noruega. ¿Cree que es posible el diálogo en estos momentos?

-Creo que los diálogos de verdad ocurren cuando ambas partes creen que no pueden eliminar al otro. Mientras el gobierno crea que puede eliminar a la oposición y la oposición crea que puede eliminar al gobierno, el diálogo es una farsa, hacen una comedia para ganar tiempo y en eso ha estado el gobierno. En El Salvador o en Colombia se dialogó y se llegó a un acuerdo cuando la guerrilla y el gobierno se convencieron de que no podían eliminar al otro. ¿Qué está pasando en Venezuela? Que durante mucho tiempo el gobierno pensaba que podía marear a la oposición y perpetuarse en el poder e hizo una elección tramposa, muy anticonstitucional y lo hizo para un periodo nuevo de 2019 a 2025. El Gobierno pensaba: la población está desanimada, la oposición está desprestigiada, tenemos la fuerza armada y aunque hemos perdido la popularidad, porque el gobierno no tiene más del 13% de apoyo según las últimas encuestas, tenemos la fuerza y no nos van a sacar. Pero sorprendentemente, la Asamblea Nacional logró reunir a los cinco partidos fundamentales y elegir una directiva negociada con Guaidó y en cinco días cambió el panorama. Guaidó arrancó con más de 75% de popularidad y en enero cambió la situación. Ahora hay mucha gente que en público no lo dice, pero en privado sí lo hace, militares de alta graduación, ministros, exministros, que dicen: este régimen no tiene futuro. Y el país sabe que el modelo económico no tiene futuro, no hay comida, no hay medicinas, no hay trabajo, hay cortes de luz, de agua, no hay transporte, ahora sin gasolina... en un país productor de petróleo, teóricamente con las mayores reservas del mundo, no hay gasolina.

Dice que el Gobierno cuenta apenas con el 13% del apoyo, sin embargo, sus manifestaciones también son multitudinarias.

-Porque pasan lista. En Venezuela hay cuatro millones de sueldos que vienen del gobierno, duplicaron el número de funcionarios. Si no van pierden el trabajo o pierden la Caja Clap, una especie de racionamiento. El régimen no tiene futuro, pero puede prolongar la agonía. Ahí vuelvo al tema de la negociación, si hay un cambio político, como el régimen está muy contaminado de delincuencia, porque han robado de una manera increíble y porque hay muchos militares implicados en el narcotráfico, ¿adónde van? ¿A la cárcel? En esas condiciones no van a negociar. ¿Qué hace falta entonces? Activar al máximo posible la presión pero al mismo tiempo convencerles de que les conviene negociar, que les va a ir mucho peor, que la situación va a empeorar y que va a haber un estallido social.

¿Por qué cree que Guaidó no ha sido detenido?

-Yo creo que no se atreven porque Estados Unidos les debió de decir: ustedes le tocan el pelo y les caemos. Es la única explicación que yo le encuentro. Entonces están jugando al desgaste. El vicepresidente de la Asamblea Nacional está en la cárcel y la familia está pidiendo certificado de que está bien, porque no pueden verlo. Y tiene inmunidad parlamentaria. En el gobierno no son tan tontos y los militares tampoco, saben que esto no puede durar. La popularidad de Maduro está en el 13% y Guaidó, aunque el fervor primero baja, está por arriba del 50%. En unas elecciones limpias, si Guaidó fuera, ganaría de calle.

En Noruega, la oposición ha hablado de elecciones.

-Es imprescindible la celebración de elecciones transparentes y eso lo entienden hasta los rusos y los chinos, tiene que restablecerse la constitución si queremos paz, hay que reconciliar al país. No puede ser que se vayan unos y vengan otros y ya está, esa no es la salida. Reconstruir el país significa que te guste o no tienes que reconciliarte con el otro, es un renacer del país. Y no es solo asunto de elecciones. Los europeos dijeron: en un mes hacemos elecciones. No se pueden hacer elecciones en un mes, hay que habilitar a los inhabilitados, hay que rehacer en CNE, un nuevo registro electoral, porque está trampeado, hay un montón de muertos que votan. Los técnicos dicen que, con optimismo, se podrían convocar en seis meses. No puede haber elecciones antes de diciembre y no puede haber nuevo gobierno hasta febrero del siguiente. ¿Y quién va a dirigir el proceso? Esa es una cuestión. La otra es que no puedes decirle a la gente que vamos a hacer elecciones y que será el gobierno el que verá qué hace con la inflación de diez millones por ciento de este año. Te dirían que estás loco. El pueblo no puede seguir de aquí a febrero en este desastre y empezar a mejorar ya significa ayuda humanitaria al mismo tiempo inversiones, una reactivación económica. ¿Y Maduro qué es lo que dice? Que puede haber elecciones de lo que quieran, pero que él está elegido hasta 2025. ¿Se puede hacer la transición con Maduro? Para mí, ni quiere ni puede.

¿Por qué?

-No quiere hacer elecciones limpias, pero lo más grave es la parte económica. Ellos han defendido que esta es la gran revolución, y no quiere ni puede cambiar el modelo económico. Primero está la parte dogmática, que la economía es estatal o no lo es. No puede salir mañana y decir: toda esta economía que era la salvación de la humanidad no sirve y reconozco que hay esta inflación. La reconstrucción de Venezuela es imposible sin un apoyo muy fuerte del mundo, una especie de Plan Marshall, inversión. Venezuela necesita refinanciar la deuda externa. La deuda era 25.000 millones de dólares, hoy es 150.000 millones, lo que quiere decir que en tiempos de bonanza gastaron todo y se endeudaron. Y no hay posibilidad de pagarlo, no hay más remedio que refinanciar la deuda y conseguir unos años de gracia. Hay mucho dinero venezolano fuera, pero ni siquiera los simpatizantes del gobierno van a invertir dinero en esta situación, si no cambiamos el modelo, si no ofrecemos garantías a la iniciativa privada.

Dice que Maduro tiene que irse antes de la celebración de las elecciones, ¿quién debería dirigir entonces la transición?

-La salida lógica es que haya elecciones transparentes. Pero para que haya elecciones tiene que haber un gobierno de transición y para que haya transición se tiene que ir Maduro mejor hoy que mañana. Otra cuestión importante es que el país es hoy dictadura militar y los militares son los que mandan. Como Maduro no tiene ascendiente entre los militares, ni lo respetan, entonces qué hace, corromperlos. En este momento más de la mitad de las gobernaciones son de militares, las presidencias de todas las instituciones públicas están en manos de generales. Hay más generales en Venezuela que toda la OTAN junta, hay más de 1.000 generales.

Guaidó llamó a los militares a sumarse a la oposición, pero no movieron ficha.

-La oposición se precipitó, Guaidó ha hecho muy buen papel, pero estas prisas de él o de Leopoldo López, habría que ver de quién, llevan a meteduras de pata, la desesperación es mala consejera.

¿Qué haría falta para que movieran ficha?

-Hablar con ellos, pero es muy difícil, hay un miedo enorme en la fuerza armada. La inmensa mayoría de los militares están descontentos con el régimen, en los cuarteles falta comida. No son tontos, ellos saben que esto no tiene futuro. Con los militares hay que hablar y decirles que en la transición tienen que estar, que mantengan el ministerio de Defensa. Eso a la oposición le parece una gran traición, como les parecería una traición a los seguidores de Mandela que nombrara vicepresidente del Gobierno al gran adversario, pero así fue. No hay otra.

¿Está la sociedad civil preparada para mantener el pulso en la calle?

-Mucha gente sí. Hay que deshacer las ilusiones del gobierno y de la oposición. La ilusión de la oposición es sacar al gobierno, meterlos presos y ya está, eso no es así, la reconstrucción es una tarea tremenda. Y del lado del gobierno lo mismo, piensan que dividiendo la oposición, desanimarán a la gente. La desesperación por la situación es tal que cualquier día puede ocurrir lo que ocurrió en el 89, el caracazo, y entonces, ¿cómo encauzas un estallido de esos si no tiene una conducción política, líderes reconocidos? Hasta enero estaban convencidos de que no había peligro, pero eso cambió.