Trípoli - Al menos 40 migrantes murieron y más de 80 resultaron heridas en un bombardeo de las tropas bajo el mando del mariscal Jalifa Hafter en la localidad de Tajura, en el sur de Trípoli, informó una fuente médica del gobierno. Según la fuente, el ataque perpetró al caer la noche por cazabombarderos F-16. “Los equipos de socorro se encuentran trabajando en el lugar del ataque. Hay decenas de víctimas”, explicó un portavoz de la operación Volcán de la ira, lanzada por el GNA para contrarrestar la ofensiva de Hafter contra la capital.

Desde el 4 de abril se suceden los combates en las áreas rurales del sur de Trípoli, en una espiral de violencia que ya ha causado 600 muertos, más de 5.000 heridos y obligado a más 30.000 familias a abandonar sus hogares y a convertirse en desplazados internos. Los enfrentamientos armados también han afectado gravemente a miles de migrantes, en su mayoría subsaharaianos, que se encuentran en los alrededores de la capital a la espera de poder viajar de forma irregular a Europa o que han sido recluidos en centros de detención tras haber fracasado en el intento. Según varios responsables del GNA, Hafter intensificó los bombardeos en respuesta a la pérdida hace varios días de la ciudad de Gharyan, a unos 100 kilómetros de Trípoli y base usada por sus tropas para el asedio de la capital Libia.

dos gobiernos Desde 2015 tiene dos gobiernos, unos sostenido por la ONU en Trípoli, que apenas domina la capital y algunas pequeñas poblaciones del oeste del país, y otro tutelado por el mariscal Hafter que controla el resto del territorio y la mayor parte de los recursos petroleros. De la división se benefician diversos grupos dedicados al tráfico ilegal de armas, combustible y personas, que son el verdadero motor de su destruida economía. En este contexto, la playas del oeste de Libia se han convertido en el principal trampolín para la inmigración irregular a través de la ruta del Mediterráneo central, una de las más mortíferas del mundo. Organismos y representantes de la ONU, entre ellos la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, condenaron ayer lo ocurrido: “Este ataque, según las circunstancias precisas en las que se ha producido, puede constituir un crimen de guerra”, señaló Bachelet en un comunicado, una idea que fue secundada también por el enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salame. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió una investigación “completa e independiente” del ataque. Guterres ha expresado su “indignación” por el incidente y ha condenado lo que ha tildado de “horrible incidente”, al tiempo que ha expresado sus “profundas condolencias” a los familiares de las víctimas. Así, recalcó la necesidad de “garantizar que los responsables (del ataque) son llevados ante la justicia”, antes de agregar que la ONU facilitó las “coordenadas exactas” del centro a las partes en conflicto.

En este sentido, recordó a las partes “sus obligaciones bajo el Derecho Humanitario para adoptar todas las medidas posibles para evitar y, en todo caso, minimizar la pérdida incidental de vidas civiles”. Por último, Guterres reiteró su llamamiento a un “alto el fuego inmediato” en Libia y al regreso a la mesa de negociaciones para lograr una solución política al conflicto en el país africano. Durante la jornada, el gobierno de unidad de Libia, reconocido internacionalmente, acusó al mariscal de campo Jalifa Haftar de estar detrás del bombardeo. El primer ministro, Fayez Serraj, condenó lo sucedido y ha acusado a Haftar de atacar las instalaciones de forma deliberada, al tiempo que ha tildado el bombardeo de “asesinato en masa”. - Efe