Taipéi - El aplastante triunfo de la presidenta independentista de Taiwán, Tsai Ing-wen, para conseguir su segundo mandato en las elecciones del sábado incrementará la tensión entre la isla y la China continental, aunque Pekín no recurrirá a medidas extremas pese al revés sufrido.

Esta es la opinión de la mayoría de expertos consultados tras los comicios que dieron a Tsai una histórica victoria de casi veinte puntos sobre su principal rival, el prochino Han Kuo-yu, de la formación Kuomintang.

La candidata del Partido Progresista Democrático (PPD) consiguió el 57,1% de los votos, un punto más que hace cuatro años, mientras que Han se quedó en el 38,6%, en unas de las elecciones con mayor afluencia a las urnas de la historia democrática del país.

El resultado electoral, aunque anticipado por los sondeos, supone un serio revés para Pekín, que antes del comienzo de las protestas en Hong Kong hace apenas seis meses se las prometía felices cuando Han, partidario del acercamiento a China, aventajaba en veinte puntos a Tsai en esas mismas encuestas.

“Espero un aumento de la presión. En la administración del presidente chino, Xi Jinping, si un apretón fuerte falla, la solución es apretarlo más”, afirmó ayer Jude Blanchette, especialista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.

En un foro de análisis celebrado en Taipéi, varios expertos taiwaneses e internacionales analizaron ayer el resultado de las elecciones y su posible impacto en las relaciones entre el gigante asiático y la pequeña isla del mar de China meridional, considerada por Pekín una provincia díscola que debe volver a su jurisdicción.

El Gobierno chino recalcó el sábado tras la victoria de Tsai que no permitirá que Taiwán se declare un estado soberano independiente y que continuará buscando la “reunificación pacífica” de la isla con la República Popular con el modelo de “un país, dos sistemas” que aplica en Hong Kong y Macao.