Moscú - Rusia hace oídos sordos a los llamamientos de Occidente para que frene la ofensiva militar del Ejército sirio en la provincia de Idlib y, pese al agravamiento de la situación y las cada vez mayores tensiones con Turquía, continúa defendiendo y apoyando sin miramientos las acciones del régimen de Bachar al Asad.

La ONU y las potencias occidentales del Consejo de Seguridad, la Unión Europea y la OTAN, todos han aumentado en las últimas horas la presión sobre Siria y Rusia para que detengan su avance en Idlib, último bastión opositor y donde los combates han desplazado a más de 900.000 personas desde diciembre, según Naciones Unidas. Pero Rusia se mantiene fiel a Damasco y dirigía ayer de nuevo los dardos contra Turquía, que perdió el jueves a 33 soldados en un bombardeo sirio en Idlib, elevando así la cifra de militares turcos fallecidos en Siria este mes a 54. "En respuesta a las constantes violaciones del régimen del alto el fuego dentro de la zona (de desescalada) de Idlib, el Ejército sirio tiene todo el derecho a responder, aplastar a los terroristas", declaró este viernes el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov.

"Nosotros no podemos prohibir al Ejército sirio cumplir con los requisitos mencionados en las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre una lucha sin cuartel contra el terrorismo en todas sus formas y expresiones", destacó.

Tanto Lavrov como el Ministerio de Defensa y el Kremlin quisieron ayer subrayar que Rusia no tiene culpa alguna en el ataque mortal sirio contra unidades turcas, dado que Ankara no había avisado de su presencia en la zona del bombardeo, extremo desmentido ayer por el ministro turco de Defensa, Hulusi Akar. "Los militares turcos que cayeron bajo el fuego de las tropas sirias el 27 de febrero combatían junto a grupos terroristas. Según los datos entregados por la parte turca al Centro de Reconciliación Ruso en estas coordenadas no debía haber ninguna unidad del Ejército turco", insistió ayer la cartera rusa de Defensa. Además, desde todos las frentes recordaron ayer en Moscú que Turquía no ha cumplido los acuerdos alcanzados en septiembre de 2018 en Sochi por los presidentes ruso y turco, Vladímir Putin, y Recep Tayyip Erdogan, ya que Ankara tenía que haber separado a "la oposición normal de los terroristas" en Idlib y desmilitarizado la zona.

Rusia quiso además recalcar que, tras conocerse las bajas entre los militares turcos, tomó medidas para lograr un cese al fuego total por parte del Ejército sirio y garantizar la evacuación de los soldados muertos y de los heridos. Solo logró, sin embargo, detener la ofensiva del régimen de Al Asad unas horas, a tenor de los enfrentamientos que se registraron ayer de nuevo en la localidad de Saraqeb entre el Ejército sirio y las facciones armadas opositoras y los más de 200 objetivos que Turquía bombardeó en represalia al ataque aéreo sirio del jueves.

Rusia "cierra los ojos" Turquía, que acusa a Rusia de "cerrar sus ojos" ante la ofensiva del régimen sirio, acudió ayer a la OTAN para buscar el respaldo de la Alianza Atlántica, que pidió a Moscú y a Damasco que detengan los ataques aéreos indiscriminados y apoyen los esfuerzos de la ONU por "hallar una solución pacífica al conflicto sirio".

Rusia, mientras, ya de por sí aislada por Occidente por sus acciones en el este de Ucrania, no tuvo ayer viernes a quién acudir para recabar respaldos a su apoyo incondicional a Al Asad. No solo Erdogan y buena parte de la comunidad internacional achacan a Putin que no hace lo suficiente para frenar al Ejército sirio. Por la noche unas 30 personas protestaron cerca del consulado general de Rusia en Estambul con "eslóganes antirrusos" por la muerte de los 33 soldados turcos, según la embajada rusa en Ankara.

Ello ha obligado a las autoridades turcas a reforzar la protección de las representaciones rusas en Turquía, según la legación, citada por la agencia Interfax. -

Intento de frenar la escalada. Los gobiernos de Rusia y Turquía intentan desde hace semanas de manera infructuosa buscar un consenso sobre cómo frenar la escalada en esa provincia del noreste de Siria. También han hablado dos veces en la última semana sus máximos mandatarios, Putin y Erdogan, enrocados ambos en sus posturas, y el matrimonio de conveniencia entre ellos en el país árabe se tambalea cada vez más. Ayer, tanto uno como otro, reiteraron en una conversación telefónica la "necesidad de hacer todo lo posible para cumplir los acuerdos sobre la zona de desescalada" y de tomar "medidas adicionales para normalizar la situación" en Idlib, según Moscú. Lo que todos tienen claro en la capital rusa es que Putin no retirará su apoyo a Al Asad. Rusia continuará brindando apoyo militar al Ejército sirio, incluso si Turquía da luz verde a hostilidades a gran escala en la zona de desescalada de Idlib.

El 'teléfono rojo' no funciona

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