- El colono israelí Amiram Ben Uliel, de 25 años y relacionado con grupos exremistas de los asentamientos, fue condenado ayer a tres cadenas perpetuas, una por cada uno de los asesinatos que perpetró hace cinco años al quemar viva a una familia palestina.

Ben Uliel fue declarado autor de la muerte del matrimonio formado por Saad y Reham Dawabashe y de su hijo Alí, de 18 meses, el pasado mes de mayo. Concretamente, la madrugada del 31 de julio de 2015 arrojó cócteles molotov contra la vivienda en la que dormían las víctimas palestinas en Duma, en la provincia de Nablus, norte de Cisjordania. Otro niño, Ahmad, que entonces tenía cuatro años, sobrevivió tras sufrir graves quemaduras en más de la mitad de su cuerpo.

El atentado de Duma conmocionó a las sociedades de Palestina e Israel y a la comunidad internacional. En las paredes de la casa fueron halladas pintadas en hebreo que rezaban: “¡Venganza!” y “¡Viva el rey mesías!”. Ahora, cinco años después del ataque incendiario que precedió a la ola de violencia conocida como Intifada de los cuchillos, la justicia israelí ha hablado. Según el fallo, Ben Uliel cometió “un ataque de carácter racista” en venganza por la muerte de un colono judío que había sido deliberadamente embestido por un conductor palestino un mes antes cerca de Duma.

El Shin Bet (servicio de seguridad interior) calificó la condena de Ben Uliel como un “hito en la lucha contra el terrirismo judío”. No obstante, los abogados del reo, que recurrirán el fallo ante el Tribunal Supremo, aseguraron que la suerte de su cliente quedó echada cuando la justicia admitió como prueba una “confesión que fue arrancada a la fuerza”. En este sentido, el Shin Bet ha sido acusado de haber recurrido en este caso a las mismas técnicas de interrogatorio que utiliza con los detenidos palestinos “de seguridad” (acusados de terrorismo). De hecho, la justicia anuló las dos primeras confesiones de Ben Uliel obtenidas por considerar que se había usado “fuerza física”, aunque aceptó una tercera en la que “ofreció detalles de los hechos que todavía no eran conocidos y que permitieron la completa reconstrucción del crimen”.

El condenado formaba parte de un grupo mesiánico de colonos que no reconoce la legitimidad del Estado de Israel y defiende la implantación de una monarquía teocrática. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, describió entonces el incidente como un “crimen contra la humanidad”, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, lo calificó de “un acto horrible de terrorismo condenable en todos los sentidos”.