odo el que haya seguido la campaña electoral este año, sobre todo los debates entre el actual presidente, Donald Trump, y el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, habrá concluido que ambos partidos sólo tienen una cosa en común: el rechazo al bando contrario. Pese a que algunas voces atribuyen dicha animosidad a la llegada del republicano al poder, lo cierto es que la brecha que separa a ambos partidos ha ido creciendo a lo largo de los últimos años, debido, en parte, a la popularización de los canales de cable y las redes sociales.

Nadie puede negar, sin embargo, que la llegada de Trump al poder ha aumentado de manera considerable los choques y conflictos entre demócratas y republicanos, llevando al país al borde del odio y la intolerancia. Hoy en día, la división entre ambos partidos es tan grande que muchos temen que el resultado de las elecciones, sea cual sea, dé lugar a nuevos episodios de violencia en las principales ciudades del país, donde las imágenes de las protestas de hace unos meses siguen muy presentes.

La pamplonesa Raquel Galán Vicuña, de 41 años, ha sido testigo de la creciente polarización de Estados Unidos durante las últimas dos décadas. “Hace unos años, la gente votaba en función de qué leyes o políticas públicas impulsadas por cada candidato les interesaba más. En cambio, desde que Trump llegó a la Casa Blanca, la política lo impregna todo. Las posturas de ambos partidos se han radicalizado y no existe ningún tipo de filtro a la hora de hablar de ciertos temas”, afirma la navarra desde su casa en la ciudad de Evanston, una “burbuja liberal” situada a unos 19 kilómetros del centro de Chicago.

Gracias a su trabajo como psicoterapeuta, Galán puede ver en primera persona el impacto que las elecciones están teniendo en sus pacientes, muchos de los cuales pertenecen a minorías negras e inmigrantes. “El futuro de algunos está en juego, y por eso están asustados. Espero que tengamos unos resultados distintos a las elecciones pasadas, aunque por ahora yo estoy enfocada en ver cómo puedo ayudar a mis pacientes si Trump es reelegido”, explica Galán, quien hace 19 años se mudó a Estados Unidos para trabajar como au pair y aprender inglés.

Arkaitz Usurbil Pérez, pamplonés de 33 años, también es muy consciente de la polarización actual del país. Pese a residir en Chicago desde hace dos años, su trabajo en Focke Meler Gluing Solutions, una empresa multinacional de termofusibles con sede en Arazuri, le obliga a viajar constantemente a otros estados, donde la realidad es muy distinta a la de su ciudad. “Chicago es súper demócrata, pero conforme te alejas del centro, la situación cambia y cada vez empiezas a ver más carteles de apoyo a Trump y al partido republicano. De hecho, casi todos los clientes a los que he conocido en mis viajes, incluyendo inmigrantes, apoyan a Trump”, explica Usurbil desde Charlotte (Carolina del Norte), donde se encuentra por motivos de trabajo.

El corellano Jesús Sesma Sanz, residente en Salt Lake City (Utah), también se encuentra “en medio de dos aguas”: pese a que su grupo de amigos y su círculo cercano es completamente demócrata, su familia política apoya al partido liderado por Trump. “Puedo ver las dos caras de la moneda y siento que los votantes cada vez están más polarizados. Además, muchos se guían por el odio a los que piensan diferente”, asegura.

La experiencia de la pamplonesa Marta Garraus Figaredo, en cambio, es muy distinta a la de los demás. En Austin (Texas), según explica, la sociedad está muy unida, las conversaciones sobre temas políticos son civilizadas y la gente, por lo general, es abierta de mente. “Yo no he visto ni vivido ninguna de las situaciones violentas que salen en los medios y, por lo general, creo que todos nos guiamos por el respeto. Austin es una ciudad socialmente unida pero políticamente diferente”, asegura la pamplonesa, quien, a pesar de haber nacido y crecido en Navarra, tiene raíces puertorriqueñas y neoyorquinas.

A diferencia de otros, Garraus intenta mantenerse lo más neutral posible en su día a día, sin juzgar a nadie y respetando las distintas opiniones a su alrededor. “Cada uno tiene sus propios motivos para votar lo que quiera. Muchos republicanos lo son por razones económicas y están en todo su derecho. Los demócratas, en cambio, actúan muchas veces de forma autoritaria, sobre todo en redes sociales”, afirma Garraus, quien a sus 47 años vive entre las Islas Vírgenes Estadounidenses, donde ofrece servicios de marketing on line a varios clientes; y Austin, donde reside con su marido, Dustin.

Las elecciones del martes son cruciales: más allá de decidir quién residirá en la Casa Blanca durante los próximos cuatro años, el resultado de los comicios determinará qué camino tomará el país en temas como la economía, la sanidad, el aborto y, por supuesto, la gestión del coronavirus. Para algunos navarros que viven en Estados Unidos, sin embargo, hay un tema que sobresale por encima de los demás: la inmigración.

Sesma, por ejemplo, teme que la victoria de Trump retrase su regreso a Utah, donde tenía planeado casarse con su pareja, Matthew, en junio. “Tras dos años de espera en España, por fin iba a tener la última entrevista para obtener la green card, pero todo se canceló por culpa de la pandemia. Si los republicanos ganan las elecciones, creo que las fronteras seguirán cerradas; con Biden, en cambio, tengo la esperanza de que las restricciones se levanten y comiencen a emitirse ciertos tipos de visados de nuevo”, asegura el navarro, quien llegó como au pair a Utah en septiembre de 2016.

Junto a otros miles de personas, Sesma se vio afectado por la Resolución 9984 emitida por Trump, la cual prohíbe la entrada a Estados Unidos de cualquier individuo que haya estado en una serie de países (incluido España) en los últimos 14 días por razones de seguridad nacional y salud pública. “Tuve que viajar a México en septiembre para reencontrarme con mi prometido porque no había podido verle desde Navidad. Es muy duro vivir con tanta incertidumbre y sin poder hacer ningún plan de cara al futuro”, confiesa Sesma.

Otra corellana, Alicia Calvo Pérez, residente en Chicago desde 2017, también está muy pendiente de las elecciones, ya que, si gana Trump, su regreso a EEUU podría peligrar. “Como no pude venir a casa en verano y tampoco sé si podré hacerlo en Navidad, decidí volar a España hace aproximadamente un mes. El problema es que, si Trump gana las elecciones, es posible que las fronteras vuelvan a cerrarse y no me dejen regresar”, explica Calvo, maestra de Educación Infantil en una escuela pública de Chicago.

De acuerdo con la normativa, los maestros son esenciales para el national interest (interés nacional) de Estados Unidos y, por ello, pueden solicitar una exención de las restricciones de vuelo. El problema, según Calvo, es que pueden pasar muchos meses desde el cierre de fronteras hasta que los profesores y otros individuos de interés reciban dicho permiso. “Tampoco sé si voy a poder renovar mi visado dadas las circunstancias… ¡Todo es muy ambiguo!”, confiesa la navarra.

Galán, por su parte, también conoce en primera persona el impacto que las elecciones pueden tener en el estatus migratorio de ciertas personas. Durante muchos años, su marido, de origen hindú, no quiso solicitar la ciudadanía estadounidense, ya que la India no reconoce las dobles nacionalidades. Al día siguiente de la victoria de Trump en 2016, sin embargo, su marido llamó a su abogado para comenzar el trámite. “La realidad es que, en este país, hay inmigrantes de primera y de segunda. Yo nunca he tenido ningún problema, pero mi marido ha vivido una experiencia muy diferente”, asegura Galán, madre de dos niñas: Amaya, de ocho años, y Nora, de seis.

Las protestas por el asesinato de George Floyd, el hombre de origen afroamericano que murió en mayo a manos de un policía en Mineápolis (Minnesota), han sido otro de los ingredientes que han contribuido a la polarización de la sociedad estadounidense. Según Sesma, el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) está visibilizando una realidad que hasta ahora no había recibido mucha atención. “Creo que, en ese sentido, las protestas son muy positivas”, asegura.

Usurbil, por su parte, insiste en el racismo es un tema del que se habla todos los días y que todas las opiniones están muy polarizadas. “Hoy en día, si alguien apoya a Trump, todo el mundo asume que él o ella está en contra de la población negra, mientras que, si una persona tiene intención de votar a Biden, muchos pensarán que esa persona no respeta a la Policía”, asegura el pamplonés, quien hace sólo un mes vio nacer a su primer hijo, Markel, junto a su mujer, Edurne, investigadora en la Universidad de Chicago.

A finales de mayo, Usurbil presenció en primera persona las protestas por el asesinato de Floyd, una experiencia que, tal y como él mismo confiesa, le dejó paralizado. “Los tiroteos se escuchaban desde la azotea de mi edificio, había gente tirada por el suelo y muchos supermercados fueron saqueados. Fue una auténtica locura”, confiesa el navarro.

A diferencia de Usurbil, Galán tuvo suerte y pudo librarse de las protestas en Chicago, ya que estuvo todo el verano en España con su familia. A su regreso, sin embargo, la pamplonesa se percató rápidamente de la tensión y las divisiones que había la ciudad. “Algunos están a favor de las protestas; otros creen que lo único que se está logrando con las manifestaciones es manchar el movimiento; y unos pocos están convencidos de que todo forma parte de un plan orquestrado por el bando contrario para dinamitar el movimiento desde dentro”, explica Galán.

Fuera de Estados Unidos, donde la mayoría de las noticias proceden de núcleos demócratas como Nueva York, Washington o Los Ángeles, la información que llega es bastante homogénea y ofrece una narrativa muy crítica con Trump. Dentro del país, sin embargo, la situación es diferente. Calvo, por ejemplo, quedó muy sorprendida cuando vio que, en España, las noticias procedentes de Estados Unidos eran más favorables a los demócratas. “Yo llegué a casa convencida de que Trump iba a ganar porque muchos medios de comunicación en Illinois son bastante conservadores. Ahora que estoy aquí, en cambio, veo que los periódicos y las noticias son muy críticos con Trump”, afirma la corellana

Garraus, por su parte, cree que los medios estadounidenses, tanto conservadores como liberales, están extremadamente polarizados y manipulan la información con frecuencia. “Si ves la misma noticia en Fox News y en CNN, parece que son historias completamente diferentes. Mi marido y yo somos bastante neutrales e intentamos contrastar siempre la información, aunque yo siempre termino guiándome por lo que veo a mi alrededor y por lo que hablo con mis familiares y amigos”, asegura la pamplonesa.

En este sentido, Sesma está completamente de acuerdo con Garraus: “Hay tanta información que la gente está cada vez más desinformada. Además, algunos se guían únicamente por lo que leen en Facebook y en otras redes sociales, y eso es peligroso”.