as arcas nutridas por las donaciones electorales estaban exhaustas después de haber gastado más de mil millones de dólares en la campaña. En consecuencia, Trump ha puesto en marcha a la firma True the Vote Inc. (TtV), creada hace diez años por miembros del Tea Party, para recaudar fondos a fin de financiar más de 40 casos por fraude electoral ante los tribunales. Y ha colocado a su amigo Rudy Guliani a cargo de ese equipo legal. Éste no ha sabido aportar pruebas, por lo que todos los recursos han fracasado, la mayoría de ellos estrepitosa y vergonzosamente. Ante esta manifiesta chapuza legal, el empresario Fred Eshelman, que había donado 2,5 millones de dólares a TtV, ha presentado una denuncia por fraude asegurando que TtV afirmó que presentaría demandas serias secundadas por datos y otras pruebas verificables con el propósito de garantizar la confianza pública en los resultados electorales, un principio fundamental de la democracia. Pero ha resultado todo lo contrario, por lo que Eshelman se siente defraudado y pide que le devuelvan su dinero.

El juez federal Matthew Brann de Pensilvania describió el caso presentado por Guliani como un Frankenstein jurídico, inconexo, deforme y sin valor probatorio ni validez judicial. "No es competencia de este tribunal violar la Constitución", escribió el sábado Brann en una decisión fulminante. Según el juez, la impugnación "no justifica la privación del derecho de voto de un solo votante, mucho menos de todos los votantes del sexto estado más poblado del país. Nuestra gente, leyes e instituciones exigen más". En suma, los demandantes no han podido armar una causa ni en Pensilvania, ni en Michigan y Arizona, donde los resultados fueron certificados el lunes, ni en Nevada donde se registró el voto el pasado martes.

No obstante, sin el más mínimo rubor, un día después de que se certificaran los resultados electorales en todos estos estados, Giuliani organizó una segunda audiencia pública en un hotel de Gettysburg sobre irregularidades electorales. La primera rueda de prensa del 7 de noviembre frente a la puerta del garaje de la empresa Four Seasons de Philadelphia, frente a un sex shop y a un crematorio, en la que el tinte de pelo se le corrió hasta la boca, fue terriblemente monstruosa. Pero sin rubor alguno repitió lo mismo más alto y, Trump, que no quiso asistir en persona, participó a través de un teléfono móvil el cual acercaron al micrófono: "Estas elecciones han sido manipuladas y no podemos permitir que esto suceda. No podemos permitir que suceda en nuestro país. Y esta elección tiene que revertirse, porque ganamos en Pennsylvania por mucho y ganamos en todos estos estados indecisos por mucho", profirió el presidente sin pruebas. Esto es sedición: el presidente, esto es, el líder del ejecutivo, ha pedido desde la Casa Blanca que no se tenga en cuenta el voto popular y, además, ha reunido a representantes electos de su partido -algunos de los cuales acudieron a la cita- para pedirles que desoigan y contravengan el resultado electoral, dándole a él la victoria. Y ha hecho lo mismo en Georgia, presionando al gobernador y al secretario de estado.

Pero la decisión de Pensilvania ha sido ratificada por el juez Stephanos Bibas de la corte federal de apelaciones, nombrado por el propio Trump, que rechazó el viernes pasado la solicitud de Guliani porque, en una palabra, "decir que las elecciones han sido injustas no significa que lo sean". Trump es ahora un doble perdedor: 80 millones de ciudadanos votaron por Biden y perdió las elecciones de forma contundente y ahora ha perdido la batalla legal de forma determinante, ninguno de los más de 40 casos presentados ha sido considerado. Tan sólo se han detectado dos casos de fraude en Pensilvania: ambos en favor de Trump. La derrota no puede ser más aplastante.

A pesar de ello, durante el discurso de Thanksgiving a los veteranos, repitió que había habido un "fraude masivo" y que había perdido los estados batalla debido a una "conspiración comunista". A Donald le gusta batir récords y ha conseguido otra marca: Twitter ha marcado 200 de sus mensajes como discutibles o engañosos desde el día de las elecciones, lo que hace una media de más de ocho tweets falsos al día. Alrededor del 30% de los tweets de POTUS han sido marcados como erróneos según un análisis de la revista Variety. La guinda ha llegado hoy: "Biden sólo puede ingresar a la Casa Blanca como presidente si puede demostrar que sus ridículos 80.000.000 votos no fueron fraudulenta o ilegalmente obtenidos".

Tan solo le queda abierta la puerta del tribunal supremo y sin duda el equipo legal de Guliani va a organizar otra de las esperpénticas ruedas de prensa a las que nos ha acostumbrado. No obstante, es dudoso que un alegato frankensteiniano sea admitido a trámite. El caso ha perdido mucho peso por el hecho de que el recuento de votos en Georgia se hizo "a mano" y ratificó el resultado dado por las máquinas de la empresa Dominion que, según los querellantes, es la responsable de alterar los resultados. La alegación de que existe "un ciber-complot chavista" (al parecer desconocen que Hugo Chávez murió hace siete años) que controla Dominion ha perdido peso legal. No puede perder credibilidad porque semejante improperio nunca la tuvo.

Los estados tienen tiempo hasta el 8 de diciembre para resolver las impugnaciones electorales y deben certificar los resultados al menos seis días antes de la reunión del colegio electoral, fecha que se conoce como el puerto seguro (safe harbor), a fin de evitar que el congreso se involucre en la resolución de las disputas. Los electores se reúnen en sus respectivos estados para emitir sus votos el lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre, que en 2020 es el 14 de diciembre. Mike Pence, como vicepresidente y presidente del Senado, debe entonces recibir los certificados del voto electoral no más tarde que nueve días después de la reunión de los electores, esto es, antes del 23 de diciembre. Después de Navidad, la Cámara de Representantes y el Senado se reunirán en sesión conjunta el 6 de enero para contar los votos electorales de forma oficial y Pence deberá entonces presentar personalmente al próximo presidente. No obstante, si se interpone una objeción por escrito y firmada por al menos un miembro de la cámara y un miembro del senado, ambas cámaras deben considerar la objeción por separado y dirimir el asunto. Finalmente, el 20 de enero es el día de la investidura (Inauguration Day).

El corresponsal de Reuters en la casa blanca, Jeff Mason, preguntó a Trump si aceptaría el resultado una vez que el colegio electoral vote en favor de Biden el próximo 14 de diciembre. Trump le espetó: "Soy el presidente de los Estados Unidos, no me hables de esa manera". Sin duda Trump tiene una gran imagen de sí mismo y cree que él y la presidencia de la república son una misma cosa, pero no es así: él es simplemente una persona y la presidencia está al servicio de la nación, algo que no es capaz de entender. Y mientras juega a malversar fondos públicos en sus campos de golf, esta última semana se han registrado 1.152.088 nuevos casos de covid-19 y 10.963 personas han muerto, sin que haya hecho nada por evitarlo, sin que haya siquiera pensado en ellas.

Shakespeare no conoció a Trump y no pudo imaginarse un personaje tan fétido, pero hoy escribiría "algo huele a podrido en Washington".