- Periodista navarro en la capital estadounidense, sus palabras se convierten en otro interesante testimonio sobre el momento que vive este país. Cree que Biden tiene dos años claves para demostrar a un sector que hoy le considera ilegítimo que sus políticas le favorecen.

Estarán esperando a que la ciudad vuelva un poco a la normalidad.

-Ni siquiera sabemos si va a volver a la normalidad, entre otras cosas porque la alcaldesa, Muriel Bowser ya dijo que esta va a ser la nueva normalidad. Nadie espera que vayamos a tener aquí durante meses a más de 20.000 efectivos de la Guardia Nacional, como hay en estos momentos desplegados, pero todos los entornos del Capitolio y la zona monumental están cerradas, no sabemos por cuánto tiempo. Ahora mismo el centro es impracticable, la ciudad está prácticamente sellada, y el acceso es casi imposible. Al menos los hoteles han recuperado vida, porque después de meses cerrados, muchos de ellos, por la pandemia y porque el turismo ha desaparecido, ahora están llenos para alojar a estos más de 20.000 efectivos, que están deambulando por toda la ciudad buscando también dónde comer, porque ahora la ciudad no permite que los restaurantes acojan dentro por el coronavirus.

Tras alentarse el Make America Great Again, da la impresión de que Estados Unidos acaba muy debilitado en su fuerza interna.

-Cuatro años de Trump han hecho ahondar heridas que estaban abiertas, y echar sal en ellas, como el pecado original de la esclavitud y por lo tanto el racismo, que ya vimos el año pasado con todas las protestas después del asesinato de George Floyd o de Breonna Taylor. El país está forzosamente dividido, ya lo estaba, pero todo esto se ha ensanchado, y no por Trump, que ha acelerado algunos de los procesos. Lo está porque es un país que por una parte, sobre todo en el mundo urbano va progresando y siendo cada vez más multicolor, de más diferentes orígenes, y más progresista, y el mundo rural, que es mucho más conservador. Es una América blanca envejecida que está viendo cómo va perdiendo el poder que creía que tenía de forma unívoca. Todo eso sumado a una gran crisis industrial, a esa falsa promesa de Trump en las elecciones de 2016 diciendo que él iba a recuperar ese Estados Unidos como centro de producción y de la industria mundial, cuando lógicamente las dinámicas de la globalización no digo que irreversibles pero en este momento no fácilmente reversibles y menos en un mandato. Hay dos Estados Unidos como mínimo en este momento conviviendo, y en eso tiene también mucho que ver el ámbito mediático que ha creado burbujas de información o de desinformación que generan dos percepciones de la realidad absolutamente diferentes.

Se ha dado estos años en Europa el debate de cómo afrontar un fenómeno como el de Trump y se ha constatado que era posible un proceso similar dentro de la UE. Después de los últimos acontecimientos, ¿se corre el riesgo de cerrar el asunto en falso?

-Creo que para Europa es un aviso para navegantes. Ya hemos visto que tenemos dos países como son Polonia y Hungría con tendencia autoritaria. Tenemos el caso de Brasil con Bolsonaro, y ya sabemos que en general, lo que pasa en Estados Unidos tarde o temprano llega a otras partes. Lo que ha pasado aquí todavía está en marcha y creo que no es algo que Biden le ponga final. No sería realista pensar que esto depende de un presidente ni de unas leyes. Es un mal, un problema que está presente y que tiene una solución muy difícil. Si no nos damos cuenta de que hay un caldo de cultivo y que el trumpismo tiene por ejemplo en España una representación en Vox clarísima con millones de votantes y que tiene muchos adeptos en las fuerzas del orden, y del ejército y demás. Si no creemos que esto es un aviso, es que no estamos escuchando las señales. Biden tiene dos años claves, porque en noviembre de 2022 habrá elecciones de medio mandato, y es posible, si las dinámicas históricas se repiten, que el Congreso, la Cámara de Representantes, incluso el Senado vuelvan a estar en manos de los republicanos.